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Rango

Cd8-2

Desarrollo


El proceso de adopción del clasicismo en Francia tiene como hilo conductor el claro propósito en este sentido de la cada vez más absoluta monarquía, mediante el desarrollo de una serie de programas artísticos que, a su vez, estimulan las realizaciones de su entorno nobiliario, algunas decisivas, deseoso de imitar el proceder regio. Ello favorece, también, el desarrollo de otros focos artístico-culturales, más o menos provincianos que, como el que tuvo su centro en Toulouse, adquirieron su importancia. Si la intención clasicista, bajo los estímulos de diferenciación y prestigio comentados, es evidente ya en los reinados de Carlos VIII (1483-1498) y Luis XII (1498-1515), se convierte en definitiva y concluyente con Francisco I (1515-1547). El progresivo centralismo del Estado francés y el definitivo asentamiento de la corte en París, puede ser seguido a través de las manifestaciones e intervenciones arquitectónicas auspiciadas por la propia monarquía y la aristocracia cortesana, en un periplo cuyos hitos más importantes son las construcciones del valle del Loire, la serie de realizaciones que configuran una especie de cinturón de reales sitios en torno a París, para terminar en las intervenciones efectuadas en la propia capital francesa. En un proceso cuyo desarrollo abarca todo el siglo XVI, y que para su estudio podemos dividir en cuatro etapas mediante unos hechos y circunstancias que señalaremos, se echan las bases precisas, teóricas y prácticas, para el siglo XVII -le grand siécle français- cuya culminación sería Versalles.

En este proceso, y por voluntad real, una serie de oleadas de artistas italianos acuden a la corte francesa y cuya labor, en la dirección clasicista comentada, va a ser decisiva en ocasiones. El hecho más paradigmático en este sentido es, sin duda, el asentamiento de Leonardo en Cloux, cerca de Amboise, entre 1516 y 1519, pero no el único ni mucho menos y tampoco el de mayor trascendencia para el arte francés. Habría que señalar aquí, por lo que al llamamiento de artistas se refiere, que también rige la actitud ambigua en la selección y valoración de las distintas propuestas italianas, por parte de las cortes europeas en general, y de ello es un magnífico ejemplo el tandem formado por Francisco I y Leonardo; la profunda admiración del primero por el segundo, y la instalación de éste en Francia, se producen en un momento en que las propuestas leonardesas comienzan a ser contestadas de manera clara por los planteamientos figurativos italianos. Es, en suma, una consecuencia de la valoración de lo italiano, identificado como clásico, sin entrar en mayores disquisiciones.

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