Los palacios florentinos

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Rango

Renacimiento3

Desarrollo


El palacio en el que se creó el modelo luego más repetido en los palacios florentinos fue el palacio Médici, de Michelozzo, construido entre 1444 y 1464. Características de estos palacios serían la utilización en fachada del almohadillado y el predominio de las horizontales, así como el tratarse de grandes bloques cuadrados rematados por una cornisa, con un patio central. En el caso del palacio de Michelozzo hay una gradación en el almohadillado, y el alzado del patio se ha puesto en relación con la fachada del Hospital de los Inocentes, de Brunelleschi. El hecho de que el patio sea un elemento tomado de la arquitectura religiosa, puesto que su origen sería el claustro, unido al carácter tradicional que les da el no emplear los órdenes clásicos en fachada y a la sensación de fortaleza que produce el almohadillado, ha llevado a decir que estos palacios florentinos serían una síntesis de palacio, torre y claustro. Un personaje de la corte de los Médici escribió que en Florencia se habían hecho treinta palacios entre 1450 y 1478. A pesar de la posible exageración, es significativa la afirmación, tanto por el orgullo de época que manifiesta, como por el hecho de que la grandeza de una ciudad se relacionara entonces con la existencia de estas grandes casas. El modelo de palacio florentino influyó en toda Italia: se puede apreciar en el palacio Como de Nápoles, o en el palacio de los Diamantes de Ferrara.

La variación sufrida por el almohadillado en este último, que adopta la forma de puntas de diamante -de ahí el nombre del palacio- se ha explicado por influencias foráneas, ajenas incluso a lo italiano. Esa forma de almohadillado apareció hacia 1470 en Italia y son ejemplo de ello, además del citado de Ferrara, el palacio Sanseverino de Nápoles, el Bevilacqua en Bolonia, o una parte de la fachada al río del palacio ducal de Venecia. Se suele explicar como un motivo de origen español, concretamente catalán o aragonés, que pasaría a la arquitectura italiana a través de Nápoles, donde en alguna ocasión aparece asociado también a la arquitectura militar. Hubo en Florencia otro tipo de palacio que, aunque tuvo menos imitadores, fue el que reflejó los principios de la nueva arquitectura con mayor rigor. Se trata del palacio Rucellai, obra de Alberti, que una de las cosas que decía en su tratado era que el palacio del señor no debía ser amenazador. En esta fachada la planitud de su almohadillado permite que luces y sombras remarquen precisamente que se trata de una fachada cuyos tres cuerpos se articulan proporcionadamente en función de los órdenes clásicos. Aunque emplee los órdenes con libertad -aparecen por ejemplo dos corintios- el mismo hecho de la superposición de órdenes recuerda el modelo del Coliseo de Roma. La referencia a la Antigüedad en esta fachada aparece también en el basamento, pues en él aparece el opus reticulatum de los romanos.

El hecho de que nos encontramos ante una cita de la Antigüedad que pretende, además, expresar claramente cuál ha sido su modelo, lo confirma el que los romanos, cuando utilizaron este tipo de aparejo en un muro, normalmente lo recubrieron, cosa que no hace Alberti. La influencia de este palacio -es patente en el palacio Piccolomini de Pienza pero también se deja sentir en el palacio Riario de Roma que, por haber sido luego cancillería papal, es más conocido como palacio de la Cancillería. No se sabe a ciencia cierta de quién fue la traza de la fachada, verdadero ejemplo de monumentalidad que preludia el clasicismo, pero el patio se suele atribuir a Bramante. También en Roma se encuentra el palacio Venecia, cuya construcción fue iniciada en 1455 por el cardenal Barbo, que llegó a papa con el nombre de Pablo II. La fachada con almenas recuerda la forma de una fortificación y además los vanos se disponen irregularmente, pero el patio en cambio se inspira en la arquitectura de la Antigüedad clásica.

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