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Datos principales


Rango

Renacimiento1

Desarrollo


En el siglo XIV se había iniciado en Italia un proceso de revalorización del trabajo del artista que culminará en el siglo XVI. Los anónimos artistas de la Edad Media dieron paso a otros que firmaron orgullosos sus obras y cuyos nombres definieron épocas y estilos. En esa nueva consideración del artista los escritores jugaron un papel fundamental en los primeros tiempos. Es famoso como indicativo del cambio que se produjo el elogio que Dante hizo de Giotto; aunque se ha dicho que el que le considere superior a Cimabue puede ser tan sólo una reflexión sobre el transcurrir y mudar de las cosas, también estaría reflejando la estima que sus contemporáneos tuvieron de ese gran pintor. En el cambio de siglo, esto es, al comienzo del período que vamos a tratar, Filippo Villani escribió su libro "De origine Florentiae et de eiusdem famosis civibus", en el que todo un capítulo fue dedicado a los pintores florentinos, dotados de ingenium y considerados ciudadanos ilustres. En esa línea estarían también los "Commentarii" de Ghiberti (1452?55) que no sólo incluyó biografías de otros artistas, sino la suya propia, con un tono orgulloso que confirma plenamente que nos hallamos en una nueva época. El tema de las biografías de artistas no se limitó a Florencia, sino que aparece también en otras zonas de Italia. Concretamente, en Nápoles Bartolomeo Facio escribió hacia 1457 "De viris illustribus", obra en la que hacía referencia a artistas no sólo italianos, sino también del norte de Europa, como Van Eyck, pintor muy apreciado en aquella corte.

La idea de progreso, de un renacer después del período medieval estaría latente en ese interés por la historia, por la biografía, que se da ahora. Además, las biografías de artistas tenían un precedente en la Antigüedad tan notable como la "Historia Natural" de Plinio el Viejo. Traducida al toscano por Cristoforo Landino en 1476 era manejada anteriormente en los círculos humanistas, y permitió que las anécdotas referentes a los pintores de la Antigüedad formaran parte de un lenguaje común a los creadores del arte nuevo. Antes de continuar, hay que señalar que puede resultar incorrecto hablar de artista, pues es término que no se usa en el Renacimiento, y sería en cambio más correcto hablar de maestros o artífices en un sentido genérico, o bien referirnos a ellos por el arte que practican: pintor, escultor...; a pesar de ello y teniendo en cuenta que hoy día sería la palabra artista la que aplicaríamos a estos artífices, vamos a seguir empleándola, una vez hecha esta salvedad. El término maestro se adecua perfectamente a la realidad profesional de aquellos hombres, pues era el grado que alcanzaban después de su formación en un taller al lado de otro maestro. El sistema de trabajo en talleres pervivió a lo largo del siglo integrado en la organización gremial de las distintas ciudades. Eran los gremios los que controlaban el trabajo de los artesanos, los cuales debían pagar una cuota a cambio de la cual podían recibir por ejemplo préstamos en caso de enfermedad, adquiriendo así una cierta seguridad.

Los gremios también podían a veces juzgar y decidir en los conflictos planteados entre artistas, o entre artistas y clientes. El poder y la presencia de los gremios en las ciudades italianas del siglo XV lo podemos comprobar al contemplar las esculturas de la iglesia florentina de Or San Michele y que fueron encargadas por los distintos gremios de la ciudad. Los grandes talleres, como el que tuvo Ghiberti, funcionaron como empresas bastante rentables. Los aprendices -entre los cuales la relación familiar con el maestro no era ni mucho menos una excepción- se formaban en el estilo de su maestro y sus obras posteriores, ya como maestros independientes, pueden explicar el porqué de la continuidad de unas formas o determinadas influencias estilísticas en lugares distantes. Fue frecuente, además, una diversificación en los productos que salían de estos talleres de artistas y un ejemplo pueden ser los talleres florentinos de Pollaiuolo y de Verrocchio que, a la vez que producían obras de pintura y escultura, se ocupaban también de organizar fiestas y decoraciones. Por lo que se refiere a los pintores, a veces agrupados en un determinado barrio de la ciudad, al igual que otros artesanos, su santo patrono era San Lucas porque, según una tradición del siglo VI, este evangelista había sido pintor de la Virgen. Para entender la necesidad social de este arte, que marca el siglo XV, resulta significativo el hecho de que, como ha estudiado Cole, los treinta pintores que había en Siena en 1363 se convirtieron en casi un centenar a comienzos del Quattrocento. Los férreos contratos de pintores y escultores con sus clientes, en los que todo, desde materiales a disposición y número de figuras, quedaba especificado, fueron evolucionando en el sentido de dejar una mayor libertad al artista.

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