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Stalingrado

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Narración de la rendición del general Paulus, tomada de un documento del 7º Ejército: "La noche del 31 de enero de 1943, el edificio de la Univermag fue bloqueado por unidades de la 38ª brigada de fusileros motorizados y por el 329º batallón de ingenieros. La comunicación telefónica entre el estado Mayor y el 6º Ejército fue interrumpida. A las 6:00 horas del día 31 de enero de 1943, durante un tiroteo con el destacamento de protección de Paulus, salió por las escalinatas de la Univermag el oficial de ordenanza del feldmariscal, el coronel Adam, quien anunció que el mando alemán deseaba negociar con nuestro mando. Esto se le comunicó inmediatamente al comandante del 64 Ejército, el teniente general compañero M. S. Sciumilov, el cual ordenó que se fijara el encuentro entre las 8 y las 10 de la mañana del día 31 de enero de 1943, y que mientras tanto no se hiciera fuego. A las 8, junto al coronel Adam, se acercaron al Estado Mayor del 6º Ejército alemán el vicecomandante de la 38ª brigada de fusileros motorizada, el teniente coronel L. A. Vinokur y el jefe de la sección operativa del estado Mayor de la brigada, el teniente coronel F. M. Ilcenko. Los primeros representantes de nuestra parte fueron acogidos por el Jefe del Estado Mayor del 6º Ejército alemán, el teniente general Schmidt y el comandante del grupo meridional de las tropas alemanas cercadas, el mayor general Roske, los cuales declararon que Paulus negociaría las condiciones de la rendición sólo con los representantes del general Rokossovsky o del Estado Mayor del Ejército.

A las 8:15 horas, llegaron al Estado Mayor del 6º Ejército alemán el jefe de la sección operativa del Estado Mayor del 64 Ejército, el coronel G. S. Lukin y el Subjefe de Estado Mayor del Ejército por la parte política, el teniente coronel B. I. Mutovin. El coronel Adam intentó controlar los poderes de nuestra delegación para guiar las tratativas de capitulación del 6º Ejército. La delegación rechazó categóricamente estas pretensiones. Al llegar nuestra delegación, entre los alemanes se produjo un gran revuelo. Se pusieron a gritar y a agitarse, y empujándose unos a otros consiguieron llegar a través de una oscura escalinata hasta el local del Estado Mayor de Paulus. En la habitación del Jefe del Estado Mayor del 6º Ejército se encontraban en aquel momento el Jefe del Estado Mayor en persona, el teniente general Schmidt, su ayudante el general Roske, comandante del grupo meridional y de la 71ª división de infantería, su jefe de Estado Mayor, un intérprete y ayudantes; en total, siete oficiales alemanes. La habitación estaba débilmente iluminada por un cabo de vela y por una pequeño linterna. Cuando nuestra delegación apareció en el Estado Mayor, todos los oficiales, comenzando por el teniente general Schmidt y el mayor general Roske quedaron confundidos; se pusieron de pie, saludaron a la delegación y se presentaron. Ante la petición de nuestra delegación de ser conducidos inmediatamente ante la presencia del general feldmariscal Paulus, el intérprete alemán, en nombre del teniente general Schmidt, respondió que Paulus se encontraba en otra habitación, que no se encontraba bien y que en aquel momento ya no era el responsable del Ejército debido al desmembramiento que había sufrido al formarse grupos de combate separados.

Estos grupos estaban al mando de generales nombrados por Paulus: en el grupo septentrional estaba el comandante del 11º Cuerpo de Ejército; en el meridional, el comandante de la 71ª División de infantería. Por lo que se refiere a Paulus, en este era una "persona privada", por lo que las tratativas las llevaba su Jefe de Estados Mayor, el teniente general. La delegación presentó a los generales Schmidt y Roske el ultimatum para el inmediato cese de la resistencia y la completa rendición del grupo alemán meridional. El mando alemán aceptó todas las condiciones para la rendición, aunque con algunas reservas: en primer lugar, que el feldmariscal general no fuera sometido a ningún interrogatorio, ya que éste haría entrega de las capitulaciones militares únicamente ante el coronel general Rokossovsky; en segundo lugar, que se garantizara la absoluta seguridad para Paulus de forma que durante el traslado no fuera asaltado o asesinado; en tercer lugar, que aunque el feldmariscal Paulus era una "persona privada", hasta que no estuviera lejos, no fueran desarmados su soldados y, finalmente, que después de que se hubiera marchado n tuviera que responder nunca más de los actos de sus subordinados. Esta rendición, realizada según los cánones poco ortodoxos, al menos por lo que se refiere al protocolo militar, en adelante pesará los el mariscal Paulus. Muchos no le perdonarán nunca que se hubiera rendido ante los rusos sin tener en cuenta a las otras divisiones, que aún seguían combatiendo".

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