El arte de los monasterios bizantinos

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Monasteriosbizantin

Desarrollo


Así como los más grandes monumentos de Justiniano habían sido edificios públicos, las construcciones arquitectónicas llevadas a cabo en el período medio, ya desde Basilio I, tuvieron un carácter privado; o, por decirlo más exactamente, estaban destinadas a un grupo restringido de dignatarios y cortesanos que tenían acceso al palacio. La base social del arte imperial resultó, en consecuencia, restringida. Y lo mismo que hizo el emperador, hicieron otros señores. De ahora en adelante, la mayor parte de la arquitectura eclesiástica también se hizo privada, en el verdadero sentido de la palabra; la iglesia parroquial cedió el paso a la iglesia monástica. Resulta esencial el papel jugado por los monasterios en la evolución de la arquitectura. Su importancia venía dada por el hecho de que era una empresa agrícola y su protector, si invertía allí adecuadamente, obtenía además de un beneficio material, las plegarias que los monjes ofrecían por la salvación de su alma; tenía un lugar de retiro para sí y sepultura para su familia. A juzgar por los monumentos que se conservan, la mayor parte de la actividad constructiva de los períodos medio y tardobizantino se manifestó en la edificación de monasterios de propiedad particular. Todavía se puede mencionar otro fenómeno: el de la invasión de la ciudad por los establecimientos monásticos. Las personas influyentes podían gozar así de la conveniencia y quizá de la estima de tener su propio monasterio en la capital misma, en tanto que las tierras que aseguraban los medios de vida de los monjes estaban situadas en los suburbios o incluso en lugares más alejados.

El monasterio de este período presenta un complejo arquitectónico con características bien definidas, siendo buen ejemplo de ello los de Hosios Meletios, cerca de Megara, Ságmata, en Beocia o el más famoso de Hosios Lukas. Normalmente estaba rodeado de una muralla y tenía un portal cubierto, provisto a veces de bancos. Pasado el portal, se hallaba el visitante en un gran patio abierto. En el centro se alzaba la iglesia principal --katholikon-, visible desde todas partes. A lo largo del muro se alineaban almacenes, establos y talleres, al igual que los recintos destinados a habitación. Las celdas de los monjes eran de un piso y rectangulares, pero con frecuencia se construían de dos, tres o cuatro plantas; era entonces cuando tenían acceso desde galerías abiertas. Uno de los lados del rectángulo, frecuentemente el opuesto a la iglesia, estaba ocupado por el refectorio y la cocina. Estos recintos, junto a los destinados a hornos, albergues para huéspedes, baño... traducen la imagen del monasterio como una ciudad autónoma en miniatura.

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