El continuismo de las artes del color y la orfebrería

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Datos principales


Rango

Primer Románico

Desarrollo


Nos resulta imposible señalar en el arte pictórico una caracterización de ruptura con la tradición. Los principales centros de producciones miniadas, durante el siglo X, siguen repitiendo los modelos del inmediato pasado carolingio con una calidad que bien pudiéramos denominar rusticitas. Sólo a partir del 1000, se inicia una recuperación de la calidad de factura, pero no hay grandes variaciones de los modelos icónicos. La renovación técnica muchas veces corre paralela a la presencia en los talleres de miniaturistas de origen inglés. Limoges se convierte en uno de los centros más importantes del sudoeste francés. Se ilustran aquí numerosos libros de la cultura antigua: la "Psicomaquia" de Prudencio, el "Catálogo de las constelaciones" de Aratus, o las "Fábulas" de Esopo. De los contactos con obras hispanas surgió el célebre "Comentario del Apocalipsis de Saint-Sever". Se trata de una interpretación plástica a la carolingia de la conocida obra de Beato de Liébana. Fue un encargo del abad Gregorio Muntaner de Saint-Sever (1028-1072), realizado por un pintor llamado Esteban García. El esplendor del monasterio de Fleu bajo el abadiato de Gauzlin (1004-1030) alcanza también a la miniatura. En un escritorio, donde habían trabajado iluminadores ingleses en la segunda mitad del X, aparecerá un pintor italiano, Nivardus, que compondrá un rico evangeliario para el monasterio por encargo de Roberto el Piadoso. Es una obra lujosísima, compuesta sobre un pergamino púrpura, con escritura en oro y plata, que bien se puede situar en la continuidad de las obras otonianas de Reichenau.

Otros centros francos denotan la misma dependencia formal e icónica de modelos carolingios, aunque acusa su proximidad a lo sajón. En Saint-Bertin se produce un florecimiento del taller con el abad Odberto (986-1007), que hace traer pintores ingleses. Otros talleres con estas características serán Saint-Vaast, en Arras, Saint-Amand (Nord) y el monasterio de Germain-des-Prés. La miniatura hispana sintió la influencia de algunas formas del mundo carolingio, en la segunda mitad del X, pero en líneas generales siguió dentro de sus propias tradiciones. Durante la primera mitad del siglo siguiente, en los condados catalanes, la "Biblia de Roda" y la "Biblia de Ripoll" representan la total ruptura con el pasado y la adopción de una manera de hacer inspirada en la plástica e iconografía de origen carolingio. En los reinos hispanos occidentales, donde la arquitectura todavía seguía apegada a las tradiciones locales, se iniciará, en el arte de la miniatura, la aproximación a las formas europeas, tal como vemos en la producción del taller real que trabaja para Fernando I: "Beato de Fernando I", hacia 1047, y, de poco después, el "Diurnal de Fernando I". De las artes suntuarias es muy poco lo conservado y de mala calidad, lo que no permite el planteamiento de una teoría general, aunque todo indica que, tanto en territorio francés como italiano, existe una marcada pervivencia del pasado. Las obras de mayor empeño están muy relacionadas con el arte del Imperio o de Bizancio.

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