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Bliztkrieg

Desarrollo


Londres había llevado al continente poco más de 300 aviones, en su mayoría anticuados, guardándose más de 600 modernos cazas, Hurricane y Spitfire, para su autodefensa. En la tarde del 16 de mayo llegó el primer ministro británico Winston Churchill a París. Se reunió inmediatamente con el primer ministro francés, Reynaud, el ministro de Defensa, Daladier, y el general Gamelin. Según Churchill cuenta en sus memorias, el general necesitó pocos minutos para resumirle la situación cuando le preguntó el británico dónde estaban las reservas, dónde la masa de maniobra. Gamelin respondió: "ya no existen". Los cuatro hombres se empeñaron luego en una tensa discusión en la que los franceses trataron de convencer al británico para que arrojase a la batalla toda su aviación. Este estuvo totalmente en contra, alegando que las islas precisaban aquellos aviones para su propia defensa. La entrevista terminó a la una de la madrugada, con Churchíll dramatizando sobre el futuro de la guerra y asegurando que continuaría la lucha desde Gran Bretaña si Francia abandonaba y, si los alemanes pusieran el pie en las islas, seguiría luchando desde el Canadá. En la práctica, los franceses lograron que Churchíll enviara al continente 10 escuadrones de cazas -270 aviones- y que sus bombarderos dejasen de castigar al Rhur y atacasen las concentraciones alemanas. Ese mismo día, entre los papeles de un coronel alemán herido y capturado, hallaron los franceses que el destino de la riada de tanques era Abbevílle y Arrás.

.. Pero cuando los papeles fueron vistos y analizados ya era bien entrado en día 17: demasiado tarde para reaccionar. El día 15 se había rendido Holanda y el VII Ejército -que hubiera podido servir como reserva- recibía ya de frente a los alemanes. La única reacción francesa ante el tremendo boquete abierto en su dispositivo fue organizar tres nuevos ejércitos y situarlos en el Somme, tratando de evitar que los alemanes girarán hacía su izquierda. Esa maniobra, modesta y puramente defensiva, causó gravé alarma en Berlín y gran impresión en el general Kleist, jefe superior de las cuñas blindadas que dirigían Guderian y Reinhardt, tanto que hubo algunos parones en el empuje alemán y agrias discusiones entre Kleist y Guderian, que deseaba avanzar sin un solo retraso. Guderian llegó a presentar la dimisión y sólo la intervención de un jefe superior, von List, comandante del XII Ejército alemán, zanjó el asunto, ordenando a Guderian que obedeciera las órdenes de Kleist, pero permitiéndole que siguiera en operaciones exploratorias, que el jefe de los carros aprovechó para cruzar el Oise y tomar Peronne el día 19, en un fulgurante avance de 50 kilómetros en día y medio. Más a la derecha, en el Sambre, Rommel se apuntaba otra acción espectacular. Al anochecer el 16 de mayo, se lanzó a través de la frontera belga-francesa sobre una débil posición cerrojo montada por dos divisiones de infantería y una de caballería. Logró abrirse camino y, en una sonada marcha nocturna avanzó 50 kilómetros, alcanzando la población de Le Cateau, en el Sambre, que atravesó sobre los puentes intactos. Su acción desintegró lo poco que del X Ejército francés quedaba y capturó varios millares de prisioneros.

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