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Bliztkrieg

Desarrollo


Pese a su breve duración, la campaña de Polonia había fatigado a los alemanes, que habían salido de ella con bastante menos material y levemente desorientados por la fácil victoria y por las deficiencias observadas. Todo ello agravado por el clima de suspense respecto a las intenciones de los hasta ahora inoperantes aliados. Ahora, precisamente, se trataba de llevar la guerra contra ellos. Ya en septiembre se habían barajado algunos planes de ofensiva, pero Alemania no había atacado todavía y la "Sitzkrieg" o "drôle de guerre" continuará durante varios meses. Tanto Hitler como el comandante en jefe del ejército alemán. Walther von Brauchitsch, no saben cuándo atacar y dónde, pero sí saben que hay que hacer algo. Finalmente, en octubre se elabora el Plan Amarillo o ataque a Francia y Gran Bretaña, con cierta prisa, pero sin entusiasmo, simplemente para aprovechar la pasividad aliada. El Plan consiste en atravesar Bélgica, llegar a la región Gante-Brujas para evitar un ataque aliado contra el Ruhr, y aproximarse a las costas británicas y a la frontera francesa, pero sin que esté prevista ninguna acción de envergadura ni mucho menos la destrucción de los ejércitos enemigos. En la frontera con Holanda y Bélgica se hallan los ejércitos del Grupo B de von Bock; en lo que queda de frontera belga y en la luxemburguesa se halla el Grupo A de Rundstedt; en la porción sur, en la frontera francesa, el Grupo C de Leeb.

Para el historiador británico A. Horne el plan era un esquema "mezquino, tan conservador y tan poco inspirado, que parecía ideado por un Estado Mayor británico o francés de los años de entreguerras, con objetivos menos ambiciosos que los del Plan Schlieffen de 1914", al que por otra parte se parecía mucho. Hitler, por el contrario, va a mostrarse más original que sus generales. Aun aceptando en general el Plan, no dejará por ello de criticarlo e introducirá, sin consultar con Brauchitsch, novedades -empleo de carros y aviones en masa sobre un frente extenso, y de planeadores y paracaidistas- la principal de las cuales es un ataque en el Mosa, al sur de Lieja (Bélgica), el paso del río, y luego penetración hacia Reims y Amiens, ya en Francia. Brauchitsch aceptará a regañadientes. Pero por el momento, todo está en el aire y no se ha llegado a ninguna decisión final. A fines de octubre el Plan, con todo, prevé acabar con las fuerzas francesas en el Somme -pero había que pasar por Holanda y Bélgica- y abrirse paso hasta el Canal de la Mancha. Aun con este plan, el centro de gravedad de la ofensiva seguiría siendo la penetración por Bélgica y Holanda, misión que sería confiada al Grupo de Ejércitos B, de von Bock, pero, una vez más, Hitler añadió una novedad: la posibilidad de alcanzar Francia a través de las Ardenas belgas, llegando a Sedán (Francia), sin tener que atravesar Luxemburgo.

Pero este plan tampoco cuajó en algo concreto. La preocupación de los militares aumentaba, pues las indecisiones desmoralizaban a los oficiales y se corría el riesgo de tener que hacer frente de improviso a un ataque aliado. Por otro lado, las prisas de Hitler tampoco gustaban a los mandos, que preferían esperar, pero reforzándose y preparándose mejor. De ahí el plan presentado por Rundstedt (noviembre), elaborado en gran parte por von Manstein, jefe de su plana mayor, que coincidía en buena medida, sin ellos saberlo, con el de Hitler, y que fue presentado a éste. Consistía en reforzar el centro, es decir, el Grupo A de Rundstedt, atravesar las Ardenas, rodear a los aliados (que, seguramente, penetrarían en Bélgica para hacer frente a los alemanes), cruzar el Mosa al sur de Namur, y luego dirigirse hacia Arras y Boulogne (Francia), ya en la costa. Pero por el momento nada de esto se hizo, debido a que el plan no coincidía en un cien por cien con el de Hitler, por la oposición de Brauchitsch, y, además, por el mal tiempo. A fines de diciembre ni Hitler ni Brauchitsch sabían muy bien todavía qué hacer. Pero los generales, en particular Rundstedt y Manstein, seguían insistiendo en su plan, que iban perfeccionando. El cruce del Mosa se efectuaría en Dinant, en Bélgica, y luego el Grupo A, encabezado por las fuerzas acorazadas de Guderian, se dirigirían hacia el sur, pero sin olvidar la penetración hacia Sedán.

En enero el tiempo mejoró y empeoró varias veces, lo que mantuvo indecisos de nuevo a los militares, a quienes Hitler se refería insultantemente por sus dilaciones. Mientras los mandos perfeccionaban el Plan Amarillo, al que ahora se añadían de nuevo paracaidistas y masas de aviones, algunos documentos de éste cayeron en manos francesas, lo que convenció a los mandos aliados de que los alemanes repetirían los movimientos de 1914 a través de Bélgica. Al saberlo los alemanes, hubieron de cambiar los planes, invirtiéndolos, y aceptándose por tanto el Plan Manstein -enero-, arriesgado pero de sorpresa casi garantizada: penetración por las Ardenas, acciones sólo demostrativas en Holanda y Bélgica septentrional, y penetración por el punto débil del despliegue aliado, entre Namur y Sedán. Era un buen plan, como se verá luego, y en él los alemanes van a poner en práctica de nuevo el Blitzkrieg (empleo de carros, aviación e infantería-artillería como un todo orgánico, utilizado rápida y enérgicamente, con gran movilidad) pero ahora contra un enemigo comparable a los alemanes. Para el cruce del Mosa se disponía de siete de las diez divisiones blindadas del ejército alemán, que irían en vanguardia. Mientras el Grupo A se reforzaba con nuevas divisiones tomadas de los otros grupos, pasando de 22 a 45; el Grupo B pasaba de 43 a 29; y el C dispondría de 17. El plan se ultimó el 24 de febrero, y se lo denominó Operación Golpe de Hoz, dentro del Plan Amarillo.

Los militares habían conseguido posponer la ofensiva algunos meses y con ello mejorar la preparación, que ahora era muy minuciosa. Hitler se había avenido a escuchar y había aceptado el nuevo plan. Si, como dice H. Michel, el plan alemán tenía éxito, los aliados quedarían separados en dos porciones, una de ellas embolsada en Bélgica y Holanda. El plan de las Ardenas era arriesgado, a causa de las escasas y malas carreteras, y porque los aliados podían literalmente aplastar a los alemanes en ese área antes de que saliesen de ella. Asimismo, si las tropas alemanas quedaban detenidas en el Mosa podían verse en aprietos, lo mismo que cuanto atacasen en dirección al mar, pues podían verse envueltas por la derecha y la izquierda por los aliados. En la segunda mitad de marzo todo está a punto, pero la "prioridad noruega" obliga a posponerlo de nuevo, para mayo. Hitler, todavía traumatizado por las inútiles batallas "igualadas" de la Gran Guerra, confía a Mussolini que "Alemania marcha hacia en oeste con tres veces más tropas que en 1914". Preocupación sensata, pero, como veremos, innecesaria.

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