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Blitzkrieg

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Estas asociaciones -Defensas de la Patria- no estuvieron originariamente dirigidas contra los judíos ni contra los comunistas. Surgieron, más bien, como una lucha nacional en favor de las fronteras amenazadas. Pero como en Austria existía una antigua tradición antisemita, y por otra parte el Partido Socialista actuaba con mucha intensidad, terminaron por politizarse, olvidando su primitivo origen de tropa auxiliar de los socialcristianos en el Gobierno. Luego se fueron situando cada vez más en una postura antimarxista; y en ello pudo influir el papel ejercido en la heimwehr del Tirol por el capitán Wlademar Pabst, uno de los autores del asesinato de Rosa Luxemburg. A partir de los luctuosos sucesos de julio de 1927 en Viena, obtuvieron mayor autonomía y mayor poder de decisión y lograron, mediante el apoyo estatal, quebrantar el monopolio de poder, el "monopolio de la calle", que los socialistas poseían en las zonas industriales con sus ligas de defensa, compuestas por militantes entregados. Así, y pese a los sucesos del Tirol italiano ya descritos, el fascismo italiano se presentaba cada vez más como el modelo a seguir. El programa enunciado en 1930, el Korneuburger Programm, era netamente fascista; y la imitación de las formas fascistas mussolinianas pretendió plasmarse en la Marcha sobre Viena. Pero el putsch del jefe regional de Estiria en septiembre de 1931, fue pronto dominado y el Gobierno pudo anunciar severas medidas de represión que luego no aplicaría.

Muy pronto el canciller federal Dollfuss, casi al mismo tiempo que Hitler tomaba el poder, trocó el régimen parlamentario austriaco por un régimen autoritario. Como consecuencia de esta impunidad, la heimwehr, que conocía el miedo del Gobierno, desafió a las autoridades que no se atrevieron a desarmarla. Los socialistas clamaron por el fortalecimiento del Cuerpo de Defensa de la República llamando para ello a los "buenos republicanos". Con eso se creó el cauce para una continuación de la lucha, aún callejera, entre socialistas y fascistas. De acuerdo con la Constitución, se celebraron elecciones presidenciales en octubre de 1931 y fue reelegido Miklas por 190 votos frente a los 93 que obtuvo el candidato socialista Renner. Esto podía suponer una normalidad política formal que en la práctica, y en el Gobierno, no lograba mantenerse. Precisamente en 1932 irrumpió en la política austriaca el hitlerismo, que manifestaba por encima de todo y como aspectos esenciales su anticlericalismo y su germanofilia. Los nazis austriacos estuvieron dispuestos a obrar con la misma energía que sus correligionarios alemanes, y se enfrentaron al unísono a socialistas y a miembros de las heimwehren, jurándoles luchar por su desaparición. De entrada el hitlerismo no satisfacía plenamente las aspiraciones políticas de los austriacos, que veían en él un instrumento para acabar con la soberanía nacional, además de la carencia de un verdadero líder capaz de granjearse la atracción popular.

De no haber sido por la preocupación política de Francia, recelosa desde el intento aduanero de 1931, el movimiento nazi no hubiera arraigado tan rápidamente. Pero esta actitud desconfiada y vigilante pesó sobremanera en los grupos más proclives a la indiferencia alemana que a la francesa en la política de Viena. Esta actitud francesa y la crisis económico-financiera fueron responsables de la dimisión de dos Gabinetes ministeriales en enero y mayo de 1932. El día 20 de este mismo mes, el doctor Dollfuss, ministro de Agricultura del último Gabinete, católico practicante, autoritario y patriótico, formó un nuevo Gobierno en el que dio tres carteras ministeriales a la heimwehr. Este Gobierno comenzó a actuar precariamente a consecuencia de la bancarrota. Su afirmación dependía tanto del convencimiento de la opinión pública sobre el estado económico de la nación, como de un empréstito y endeudamiento exterior que fue internacionalmente discutido en Lausana. La negativa de Francia a salir fiadora de Austria, junto con Inglaterra, de no firmarse un documento que comprometiera a Austria a mantener su independencia económica durante veinte años, podía dificultar la propia marcha de la vida del país; pero finalmente el Gobierno de Dollfuss aceptó la condición al convenirse que la Liga de Naciones realizara la inspección de las finanzas. Los socialistas y los nacionalsocialistas protestaron por esta debilidad del Gabinete indicando que ello suponía la sumisión a Francia.

Finalmente el Parlamento ratificó el tratado; pero los socialistas siguieron atacando esta actuación y esta sumisión. De igual forma la presencia de Austria en la conferencia de Estados danubianos, propuesta por Tardieu, con vistas a la formación de un bloque económico entre los mismos concretado en tarifas de ayuda y de preferencia fue interpretada como signo de debilidad, de sumisión, de decisión francesa sobre intereses internos y, por encima de todo, de disposición a impedir cualquier relación con Alemania. Por todas estas razones la lucha interior continuó a lo largo de 1932, y los nazis comenzaron a actuar con claros y acertados intentos desestabilizadores: presencia conflictiva en la Dieta de Viena; persecución de estudiantes judíos en la Universidad; asalto al club internacional, donde destrozaron el mobiliario e hirieron a unas veinte personas, entre las que se contaba cuatro diplomáticos de otros países; irrupción en un barrio obrero y ataque a la secretaría del Partido Socialista. Por todo ello, en el mes de octubre el canciller nombró al mayor Fey, jefe de la heimwehr, como secretario de Seguridad Pública. Este prohibió todas las manifestaciones militares de los partidos, excepto las de su grupo, que al acabar el año parecía dominar la situación.

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