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Datos principales


Rango

Arte Español Medieval

Desarrollo


La tercera obra de los artistas ramirenses del Naranco es la ermita de Santa Cristina en Pola de Lena. Aunque no haya referencias documentales al momento de su edificación, el estilo es tan similar al del Naranco, que sólo puede atribuirse a iniciativa de Ramiro I o a la de su sucesor Ordoño I, que podría haber proyectado aquí otra residencia campestre. El edificio se compone de una sola nave con cámaras menores en cada lado; la de los pies sirve de pórtico, la de la cabecera de capilla mayor y las laterales harían de sacristías, aunque están algo alejadas del altar para permitir el desarrollo de las escaleras laterales a los muros. En el exterior hay contrafuertes, pero ni éstos ni las dovelas de los arcos tienen decoración alguna, quizás por la menor calidad de la piedra. La nave principal repite el sistema de Santa María del Naranco, de una bóveda de cañón segmentada por arcos fajones, pero su aspecto actual procede de una restauración de 1894, que parece haber reducido la altura primitiva; en los muros laterales hay arquerías ciegas, con la misma ornamentación de fustes y capiteles que en Santa María, algo simplificada. A un lado y otro de la nave el piso se eleva en toda la anchura para formar a los pies una tribuna y en la cabecera un presbiterio con iconostasis, a los que se accede por escaleras pegadas a los muros. Esta disposición manifiesta con certeza el destino palatino del edificio, que ya estaba marcado por su arte, pero con una intención nueva; aquí el altar y la tribuna real quedan enfrentados y sobreelevados de la nave, separando definitivamente y en dos ámbitos equiparables a la monarquía y a la Iglesia del espacio general de la comunidad. El iconostasis de Santa Cristina de Lena es el resultado de la reutilización de diversos elementos visigodos para las columnas y el cancel, que deben proceder de una iglesia de San Pedro y San Pablo, fundada por el abad Flaino, quizás en este mismo paraje, tan atractivo y en el que la ermita consigue una perfecta integración; en cualquier caso, el trazado de la iglesia obliga a la existencia de la arquería y los antepechos, que podrían haberse colocado ya así en la construcción original.

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