Los santuarios rupestres

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Datos principales


Rango

Hinayana

Desarrollo


El auge popular del budismo y el mecenazgo de los príncipes Shunga encumbraron la stupa como principal objeto didáctico, pero hay otra manifestación arquitectónica que, si bien no ofrece la riqueza iconográfica de la stupa, muestra el poder adquirido por los monjes budistas: los santuarios rupestres. Uno de los primeros y mejores ejemplos para definir las características del templo budista lo encontramos en la Chaitya de Bhaja (siglos II-I a. C.) cerca de la ciudad de Poona en Maharashtra. El conjunto rupestre de Bhaja, consistente en 18 cuevas, se empieza a excavar en época Shunga y se termina en época Andhra. Su única chaitya (cueva n.° 12) es una pieza maestra del arte indio; de dimensiones considerables y con un gran rigor arquitectónico presenta la típica estructura de la chaitya: tres naves separadas por pilares con cabecera absidial que recoge la stupa como objeto de culto. La chaitya imita por completo el lenguaje lígneo de los templos coetáneos, hasta en la inclinación de los 27 pilares (de sección octogonal, sin basa ni capitel), como si se tratara de vigas de madera. La portada ha perdido el pórtico, pero conserva intacto el arco de kudú que, a modo de rosetón, iluminaba el interior. El arco de kudú es símbolo de sacralidad y su sucesión da origen a la bóveda de kudú, que define la cubierta de las chaityas; es un elemento tan importante que se repite como motivo decorativo en la fachada, siguiendo el Principio de Resonancia, por el que cualquier elemento incrementa su poder.

Aparte de esta resonancia del arco de kudú en la fachada de la chaitya, el conjunto de Bhaja apenas presenta decoración. Sólo hay una excepción en el pórtico del pequeño vihara n.° 18 (6 por 5 m), que ofrece dos figuras en altorrelieve flanqueando su puerta. Se trata de Surya (el sol) e Indra (la lluvia), dos divinidades protectoras. En la jamba izquierda Surya cabalga sobre las nubes en un carro tirado por caballos; a la derecha Indra derrama su bendición sobre la tierra mientras pasea por el paraíso montado en su elefante blanco. A pesar de la escasez iconográfica del conjunto de Bhaja y de ser presumiblemente coetáneo de la stupa de Bharhut, estas dos figuras se realizan con mayor soltura, cuidando más el movimiento y la proporción entre los distintos elementos. Suponen un eslabón estilístico necesario entre el estilo Shunga y Andhra.

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