Compartir


Datos principales


Rango

Nerón-Flavios

Desarrollo


Si la Domus Aurea tuvo una existencia efímera, los palacios de Domiciano en el Palatino, la Domus Flavia y la Domus Augustana, duraron tanto como Roma. Ellos fueron para el mundo la mansión de los césares y de ellos subsiste hoy un extenso y pintoresco conjunto de ruinas. El arquitecto fue Rabirio, otro romano a juzgar por su nombre, como lo habían sido Severo y Céler, y evidentemente formado en la escuela de éstos. Su talento, sin embargo, le permitió no ser un mero continuador, sino un innovador. Gracias a él, Domiciano pasa por ser un genial patrón de las artes y en particular de la arquitectura romana. Cualesquiera que pudieran ser sus precedentes, la Domus Flavia fue el primer palacio digno de un emperador. La Domus Augustana es tan distinta, que algunos se resisten a atribuírsela a Rabirio. Si el terreno en declive le indujo a distribuirla en dos plantas, su función de residencia privada del emperador aconsejaba darle como centro un gran patio, con su peristilo, y agrupar en derredor las estancias de la vivienda. La Domus Flavia reunió en el palacio imperial las funciones de gobierno y de representación -incluidas las sesiones del dócil senado de la época-, que antaño se repartían por otras sedes de la ciudad. El centro del edificio lo ocupaba un inmenso peristilo de columnas de portasanta, que rodeaban una fuente central en forma de laberinto octogonal, muy restaurado hoy día. Al nordeste se hallaban los dos salones principales.

El primero de ellos era el aula regia, es decir, el salón del trono, instalado sobre un alto estrado en el ábside de la cabecera. Los robustos resaltes de las otras paredes formaban ocho nichos, tres a cada lado y dos a los pies, flanqueados por dieciséis columnas acanaladas de pavonazzetto. En cada nicho se alzaba una estatua colosal de basalto, de un dios o de un héroe. Las dos que se conservan en buen estado, el Baco y el Hércules de Parma (Palazzo de la Pilotta), miden de altura alrededor de tres metros y medio. El salón contiguo, conocido como basílica y en realidad el auditorium del senado y del consejo privado o consistorium del emperador, estaba dividido en tres naves por columnas corintias de giallo antico y provisto de un ábside al fondo, deslindado por una balaustrada. Las columnas de las naves laterales están bastante próximas a la pared. Tal vez de su entablamento partiese la bóveda de medio cañón que obligó a erigir contrafuertes que segmentaron el pórtico que orlaba uno de sus flancos. La famosa coenatio lovis de la "Historia Augusta" (Pertinax 11, 6) acaso sea el triclinio del centro del ala opuesta de la domus. Su exedra conserva el suntuoso pavimento de opus sectile que antaño cubría todo el suelo de este espléndido comedor. Sus ventanas permitían gozar de la vista de dos fuentes, de tazas ovaladas, que manaban en estancias contiguas. Los ábsides y los resaltes y nichos con que Rabirio articuló los muros, imprimieron a éstos un movimiento nuevo y un juego de luz y sombra que enriqueció a la arquitectura con sus efectos ópticos.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados