El oro de Transilvania

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Datos principales


Rango

Bronce

Desarrollo


Transilvania es una región singularmente rica en cobre, pero lo es, y excepcionalmente, también en oro. Su protagonismo en las artes del metal durante la Edad de Bronce es deslumbrante. Pocas regiones de Europa son equiparables a las de los Alpes de Transilvania, y sus prolongaciones en Servia y la llanura húngara, en la abundancia de depósitos de armas, instrumentos de bronce y joyas. El metal era un producto en circulación en grandes cantidades que estaba en oferta. Sus compradores se repartían entre los grupos humanos locales y otras comunidades foráneas. El metal recorría grandes distancias y sus porteadores viajaban a muchos confines. Entre las piezas de metal, la mayoría de las de bronce eran artículos de primera necesidad y, por tanto, asequibles. Otros objetos (las espadas y los puñales sencillos y sin decoración) estuvieron al servicio del arte de la guerra, y, por tanto, eran productos requeridos por todas las sociedades europeas de la época. Ahora bien, ciertos depósitos de la región de Transilvania contienen hachas, espadas y objetos de adorno, totalmente inútiles, pero extraordinariamente valiosos. Tales conjuntos sólo sirvieron para ennoblecer a sus poseedores, para mostrar y demostrar la opulencia de sus dueños; para, en suma, realzar la influencia social de quienes se permitieron el lujo de encargarlas y adquirirlas. Los broncistas y los orfebres tuvieron que ser personas muy prestigiadas. Su modo de vida y su residencia han sido objeto de discusión.

Se les ha creído itinerantes, reclamados por las casas poderosas. Ahora bien, esta tesis ha tenido sus detractores, puesto que no es necesario apelar a la explicación indemostrable cuando en muchos de los centros implicados en la producción de objetos de metal han aparecido moldes y materiales de desecho de la fundición que avalan la producción in situ. Este razonamiento no es óbice, sin embargo, para postular la existencia de una escuela o taller en Transilvania (allí donde coinciden los territorios de Hungría, Rumania y Checoslovaquia) que diese las pautas artísticas de las armas de distinción y de las joyas de prestigio. Los conjuntos más señalados en tal sentido avalan este criterio. En el depósito húngaro de Hajdúsamson, hallado en 1907, a 20 km de Debrecen, en el nordeste de Hungría, sobresalen las hachas de enmangue directo y pomo discoidal, decoradas con un estilo decididamente consagrado. Las espirales, grabadas a cincel, corren por los dos lados de la hoja en grupos de líneas ondulantes. Dicha decoración, puramente lineal, no es rígida ni mecánica; antes, por el contrario, se desarrolla de forma orgánica y natural. El mismo circuito vitalista de la espiral es el que domina en las espadas del depósito contemporáneo (mitad del II milenio a. C.) de Apa, Satu Mare, Maramures, en Rumania (horizonte Otomani-Füzesabony). El diseño espiraliforme de Transilvania aparece reducido en el disco del pomo de las espadas. Las espirales, entonces, envuelven un bullón central que marca el eje giratorio del esquema.

El arte de las espirales distendidas, y móviles, desenvueltas en motivos que aparentan tener consistencia orgánica es el propio de la orfebrería, de la talla en hueso y de la plástica de la época. Párrafo aparte merece el brazalete de oro aparecido en Bilje, cerca de Osijek, al norte de Yugoslavia. Notable por el triple aro angular, y por los alerones curvos, esta joya, aparecida en circunstancias desconocidas el siglo pasado, muestra los rasgos estilísticos del horizonte Hajdúsamson (mediados del II milenio a. C.). Se tiene por un objeto exportado a esta zona meridional europea desde el centro checo-húngaro-rumano de la cultura de Otomani. Bullones realzados en distinto grado, puntiIlados, y círculos concéntricos complementarios, ondas y espirales ondulantes, que se grabaron a pulso con líneas incisas, imprimen a la joya un carácter local y un aire exclusivo. El virtuosismo de la técnica con la que está realizado, y el valor material de la joya (su peso sobrepasa los 200 gramos) señalan a un portador de una esfera social alta. La colección de ornamentos áureos en la Transilvania del período es soberbia. Muchas de estas joyas se han hallado cerca de las zonas productoras de oro. Un depósito, en especial, tiene cabida en la descripción de los objetos de prestigio. Este es el de Tafalau (Cófalva), en Rumania. Célebre por la serie de hachas ceremoniales de oro, contenía un grupo de discos, asimismo áureos, de gran interés. Tales discos adoptaron la técnica del repujado para la decoración de los redondeles con las consabidas espirales de Transilvania.

La posesión de oro y de poderosas armas, resultarían las credenciales más llamativas para el ejercicio del poder. Pero, en la Europa de la Edad de Bronce, a partir del 1600 a. C., la posesión de un caballo de montar debió ser, por excelencia, el símbolo de riqueza. La equitación fue una institución y un valor económico, introducido en Centroeuropa desde las estepas rusas meridionales, que también dejó huella en las manifestaciones artísticas. En algunos de los túmulos de Eslovaquia asignables a ese tiempo de mediados del II milenio a. C. (por ejemplo: Nitriansky-Hrádok en Checoslovaquia, o Vattina en Hungría), han aparecido, junto a carritos en miniatura o ruedas votivas, unos tubos de hueso o asta, que parecen haber cumplido la función de frenos de caballo. Portan una decoración basada en los semicírculos contrapuestos que generan cintas onduladas. El grabado a punzón parece seguir las direcciones del compás. El resultado del esquema geométrico así trazado es más formal, repetitivo y rígido que el de las composiciones en espiral de las joyas de Transilvania. Por esta razón, el tipo de objeto se ha considerado importado en Centroeuropa. La interpretación antigua (S. Piggott, N. K. Sandars) no dudaba de su directa relación con Micenas o indirecta con Anatolia. La postura actual (J. M. Coles, A. F. Harding, T. Champion y otros prehistoriadores de Europa) apunta hacia la perduración de una costumbre y de una técnica decorativa ya arcaica al término de la Edad de Bronce Antiguo si bien introducida en Europa Central desde las regiones del sur de Rusia, a comienzos del IV milenio, como muy tarde.

La Historia del Arte es una historia parcial, y condicionada por su propio contenido. El arte de la Edad de Bronce Antiguo en Centroeuropa no es una excepción. Sin embargo, las manifestaciones artísticas de este período en estos territorios, las construcciones funerarias y ajuares principescos en Sajonia y en Turingia, los estilos cerámicos de la órbita de los Cárpatos, las armas ceremoniales de Eslovaquia y Rumania, las joyas de Transilvania, y las piezas de atalaje de caballo en esta zona oriental del centro del Continente europeo, marcan, como hemos visto, las pautas sociológicas que tanto interesan a la Prehistoria actual. El recorrido por los objetos bellos y suntuosos es ilustrativo de la evolución de las técnicas metalúrgicas, de la originalidad de los ceramistas, o de las corrientes estilísticas; pero este mismo recorrido nos pone delante, a su vez, de culturas sostenidas en lo económico por la industria y el arte del metal; y, motivadas, en lo social, por el afán de prestigio de aquellos grupos teóricamente investidos de un poder especial.

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