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Datos principales


Rango

Metales

Desarrollo


Desde que el hombre prehistórico en Europa pintara en las cavernas, subyace en el entendimiento popular la impresión de que los artistas se desvanecen en los milenios del pasado hasta que la gran Historia entra con pie firme. Se está en la creencia de que la Edad de los Metales es un tema para arqueólogos de artefactos que apenas pueden arrogarse el calificativo de auténticas obras de Arte. Este presupuesto es rotundamente falso en sentido abstracto y estricto. Sin reconocerlo, o sin percatarse de ello, los prehistoriadores del continente europeo no sólo han escrito historia del Arte sino que sus aportaciones, en su propio terreno, se basan con frecuencia en los objetos de más lujo, los de mayor material, los que, en definitiva, entran en las coordenadas de lo bello. Por otra parte, la orientación socioeconómica que embarga a la historia del Arte moderna coincide plenamente con el objetivo último de la Prehistoria. Casi de formó modélica la historia del Arte y la historia general del Hombre caminan con las manos juntas. En la Edad de los Metales la mayor parte de las obras de Arte son de metal. Los artistas son, por consiguiente, metalúrgicos y orfebres en su mayoría. De todos ellos los broncistas son los más ocupados, aun rebasada la frontera tecnológica de la manufactura del hierro. Pero la historia del Arte de la Edad de los Metales no es monolítica. Hubo objetos de gran calidad artística en otros materiales valiosos: la concha, el ámbar, o el hueso.

Ciertas culturas produjeron vasos de cerámica de formas y decoración exquisita. En la Europa septentrional se inician, incluso, las primeras colecciones de la moda en el vestido y en los textiles. La música de la Edad de Bronce puede recrearse con aquellos mismos instrumentos. Las rocas entonces se llenan de grabados rupestres. Las obras de arte abundan, pues, por doquier. El concepto de lujo y la ambición personal embargan a la sociedad europea de la Edad de Bronce. Sus líderes no ocultaron su intención de despuntar y mantener una posición hegemónica. Adquirieron con este fin objetos muy costosos y muy elegidos, símbolos de poder, creados y producidos por artistas del metal, los del oro y los del bronce. Llegada la primera Edad de Hierro, las tumbas de Centroeuropa recogen una desbordante muestra de objetos de metal de valor artístico: carros, armas, muebles, vasos, figurillas, fíbulas y broches, etc. Bronces griegos y etruscos, cerámica ática acudirán en esa época a Europa occidental reclamados por sus príncipes. Si en algún momento, a la Edad de los Metales se la ha tachado de bárbara, de ninguna forma este apelativo, tomado en sentido literal, le hace justicia. En tres grandes capítulos se ha dividido esta larga etapa denominada Edad de los Metales. En el primero se recoge la fase antigua de la Edad de Bronce 1300 a 1500 a. C.) y la del Bronce Medio de las cronologías tradicionales (1500-1300 a.

C.). La unificación no es debida sólo a razones de claridad en la exposición, sino también a la conveniencia de no desmantelar en subdivisiones teóricas un proceso fundamentalmente ininterrumpido. El segundo está dedicado al Bronce Final, con la conciencia de que algún residuo del Bronce Medio entra en la nueva fase (1300-700 a. C.). Finalmente, al tercero de los capítulos le concierne la primera Edad de Hierro, o de Hallstatt. Las dos fases establecidas de esta etapa (Hallstatt-C y Hallstatt-D) son examinadas por separado en sus respectivas zonas oriental y occidental. La mirada postrera queda dirigida hacia el mundo de los celtas de los historiadores clásicos.

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