La técnica de las figuras negras

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Datos principales


Rango

arte arcaico

Desarrollo


El efecto deslumbrante que causan los vasos decorados con dicha técnica proviene de un trabajo esmeradísimo y complicado que requiere gran pericia. En primer lugar se preparaba la superficie del vaso, cuya tonalidad anaranjada cobraba fuerza. Luego se trazaban los contornos de las figuras y una vez definidas y delimitadas, se aplicaba en el interior una especie de barniz parduzco-negro, de modo que se obtenían siluetas. Por último, la bicromía era enriquecida con detalles incisos -pormenores anatómicos, adornos, etc.- y con leves toques de color blanco para la encarnadura femenina o rojo oscuro para otros detalles. Todo este laborioso proceso exige atención máxima, pero lo que más obligaba a los artífices y por lo que hemos de admirarlos, es la extraordinaria habilidad para la incisión fina y para el trazo firme a mano alzada. La técnica de figuras negras se deriva de la corriente miniaturista de la cerámica corintia, aunque sea en el Atica donde adquiere esplendor. Su influjo se reconoce claramente en torno al año 560 y no deja de ser notable que el principal agente difusor sean los vasos mismos. Falta información sobre el aprendizaje o formación de los pintores de vasos, pero de lo que no cabe duda es de que se ejercitaban a fondo y de que practicaban a conciencia. Los períodos de actividad de muchos pintores son más cortos que los de otros artistas, lo que indica que no podían ejercer mucho tiempo, probablemente por desgaste y pérdida de vista.

Las firmas en los vasos nos informan, a su vez, de la asociación frecuente entre pintor y alfarero; o bien de pintores empleados en un alfar; incluso de pintores y alfareros que se retiraban, cuando habían ganado dinero. De los nombres se puede colegir el rango social humilde del artesano, fuera esclavo, libre o extranjero. Por último, conviene tener en cuenta que la firma, como cualquier otra inscripción en el vaso, puede tener un sentido decorativo, pero también expresaba el deseo de atestiguar la personalidad en el logro de una forma nueva. Tras las creaciones monumentales de la cerámica protoática debidas al Pintor de Analatos, al pintor del Jarro de los Carneros, al Pintor de Nessos y al Pintor de la Gorgona, nos encontramos poco antes del año 580, con un maestro ático cuya firma, Sophilos, aparece en dos fragmentos de vasos. En uno de ellos representa la carrera de carros durante los juegos fúnebres en honor de Patroclo y en el otro la bodas de Tetis y Peleo. Este último tema, la comitiva de invitados que acude a festejar a Tetis y a Peleo, vuelve a ser tratado por Sophilos en otro vaso, cuyos fragmentos conserva el Museo Británico. Tenemos, pues, constancia del interés de Sophilos por los temas de la épica homérica, asimismo cultivados por la generación siguiente.

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