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Datos principales


Rango

cultura micénica

Desarrollo


A lo largo del siglo XV, durante el Micénico Medio, los ritos de inhumación en tumbas de fosa fueron dando paso a los enterramientos dentro de una cámara. Al principio se trataba tan sólo de una pequeña habitación rectangular, o aproximadamente circular, excavada en la roca y precedida por el dromos o corredor de acceso, más o menos como los hipogeos egipcios. Este tipo de tumba se conocía en el Egeo ya desde el Cicládico Antiguo, al comienzo de la Edad de Bronce. Pero la construcción funeraria que se extendió por toda la Grecia micénica, desde Tesalia hasta Laconia y Mesenia, es la forma de tholos, una tumba de cámara circular, cubierta por una cúpula, cuyo máximo exponente es el Tesoro de Atreo de Micenas. La cámara sepulcral se halla, por lo general, excavada en la roca y recubiertos sus muros por hiladas de piedra que, poco a poco, van estrechando el diámetro interior hasta cerrarse en lo alto, formando así la llamada falsa cúpula. Al principio, los sillares de piedra están desgastados groseramente y son de dimensiones reducidas; poco a poco irán aumentando de tamaño así como de calidad de labra hasta convertirse en perfectos sillares, bien escuadrados y de aristas redondeadas. Con estos bloques, algunos de un peso de varias toneladas, se revisten las paredes del dromos y de la cámara funeraria. El corredor, a cielo abierto y de trazado horizontal, finaliza en un muro en el que se abre la entrada a la tumba o stomion, a modo de una fachada palaciega o como una puerta monumental de muralla, con el característico triángulo de descarga sobre el dintel y restos de decoración pictórica y de relieves.

La cámara funeraria suele presentar un perfil troncocónico muy particular, en forma de colmena, con las caras de los sillares enrasados y muy bien ajustados. Para evitar su derrumbe, muy normal en los thóloi construidos en una llanura, tal como ocurrió en muchos de los que se han excavado en Mesenia y Laconia, los arquitectos micénicos excavaban en la roca la parte inferior de la cámara, mientras que su zona superior, sobresaliente del contorno de la colina, se recubría con un montículo artificial limitado por unos muretes de piedra. Para Pausanias, uno de los principales lugares de interés, comparable a las pirámides de Egipto, era el thólos de Minias, en Orcómenos, que describe como "una de las mayores maravillas de Grecia y del mundo: Está construida de piedra; su forma es circular, pero la parte superior no sobresale demasiado; dicen que la piedra de la parte superior es una piedra angular que mantiene toda la estructura en su sitio". Evidentemente, Pausanias conoce la arquitectura romana, donde el arco y la bóveda no se sostienen sin la dovela clave que cierra su trazado, pero éste no es el caso de las cúpulas micénicas, cuyo peso se descarga verticalmente. El grupo más importante y completo de thóloi se encuentra en Micenas. Su estudio ha permitido fijar las etapas de la evolución tipológica y de las técnicas de construcción. De todos ellos, el más completo e impresionante es el llamado Tesoro de Atreo, pues ya en la Antigüedad se podía visitar y era interpretado como lugar de almacenamiento de las riquezas de los príncipes.

La visita de este colosal complejo sigue siendo hoy día uno de los momentos culminantes en un viaje a Micenas, a pesar de su desnudez, por estar desprovisto de todos los elementos que decoraban su fachada y el interior de la cámara. El dromos es extremadamente largo, unos 36 m por 6 m de ancho. En el punto de encuentro del dromos con la fachada, los muros del corredor alcanzan los 14 m de altura. El vano de la puerta, de forma trapezoidal, es también enorme: 5,4 x 2,6 m y da acceso al stomion o pasillo interior, cubierto por dos enormes dinteles de piedra, de 1 m de espesor y un peso aproximado de 120 toneladas el mayor de ellos. El bloque interior, de 8 x 5 m, presenta su cara lateral tallada siguiendo el contorno circular de la cámara; ésta se compone de 33 hiladas de piedra hasta alcanzar unos 14 m de altura, la misma dimensión de su diámetro. En un lado de la cámara se abre una portezuela que da a una reducida habitación excavada en la roca, la cámara sepulcral propiamente dicha. Por encima de la cúpula, varias capas de arcilla apisonada impermeabilizan el conjunto, encima de éste se amontonó tierra hasta formar un montículo de unos 18 m de altura. La decoración de la cúpula consistía en una serie de rosetas de bronce clavadas, imitando el cielo tachonado de estrellas. La fachada exterior de la entrada conservaba aún restos de su decoración, retirados ya en el siglo XIX y guardados en el Museo Nacional de Atenas y en el Museo Británico. Consistía en dos enormes semicolumnas con relieves en el fuste, de piedra roja y verde, además de placas labradas con toros y motivos geométricos, utilizadas para ocultar el triángulo de descarga sobre el dintel.

El vano de la entrada se cerraba con grandes puertas de madera forradas con planchas de bronce, de las que nada ha quedado salvo huellas de sus goznes y fallebas. Esta tumba fue contemporánea de la Puerta de los Leones, hacia 1250. El tholos más moderno de Micenas es el llamado de Clitemnestra, para algunos la tumba del propio Agamenón, fechada hacia 1220, más o menos la fecha que corresponde al regreso de éste tras su intervención en la Guerra de Troya. Algo más pequeño que el tholos de Atreo, se conservó intacto hasta los primeros años del siglo XIX cuando, tras su accidentado descubrimiento, comenzó su ruina hasta su restauración en 1951. En la entrada aún conserva las basas de las semicolumnas que decoraban las jambas; en piedra roja, presenta acanaladuras con aristas, probable precedente de las estrías de las columnas dóricas posteriores. La tradición oral que narra el descubrimiento fortuito de la tumba por un campesino, habla de los tesoros hallados en ella y confiscados por el pachá turco de Nauplion, "con los que se cargó reata de 90 mulos", entre objetos de oro, armas y vasos cerámicos. Al margen de la casi segura exageración de la noticia, algunos thóloi llegaron intactos hasta el momento de su excavación y han proporcionado ricos ajuares, tales como las tumbas de Prosimna, Dendra o la de Pitos, los cuales nos han permitido imaginar lo que habrían contenido los tesoros de Micenas, "la rica en oro", como gustaba de decir Homero. Como conclusión, se puede decir que la arquitectura micénica no resultó ser demasiado original, pues todos sus edificios y realizaciones cuentan con antecedentes y paralelos tanto en el Egeo y Anatolia como en el mundo minoico. Pero la calidad del trabajo así como su monumentalidad, la sitúan en un lugar destacado dentro de la arquitectura mediterránea del Bronce Final, con su momento de apogeo entre 1300 y 1220. Coincide, por tanto, con el esplendor del poderío micénico, poco antes de su destrucción a manos de los Pueblos del Mar, ya en el siglo siguiente.

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