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La cultura cicládica

Desarrollo


La fundación de la ciudadela de Troya y en particular de su segundo nivel, supone la aparición por primera vez en el Egeo de una fortificación de cierto empaque, no al modo de los muros de Dímini, sino verdaderas murallas, de unos 8 metros de altura y 3 a 4 m. de ancho en la parte superior, provistos de amplias rampas de acceso y macizas torres cuadradas. El área abarcada por el recinto es de 7.850 metros cuadrados. Para traspasar las monumentales murallas, un nuevo dispositivo hace su aparición, el própylon o propíleo. Tomado del esquema de la casa llamada mégaron, consiste en una entrada cubierta, formada por dos largos muros paralelos con paredes transversales en las que se abren las puertas. Delante y detrás de éstas, dos elegantes porches forman sendos vestíbulos, también cubiertos. Se trata de un acceso monumental que da paso, desde el espacio abierto exterior, al recinto interior, también abierto, en el cual se disponen las viviendas, ordenadas con un criterio urbanístico, otra novedad en las ciudades del Bronce Antiguo egeo. Las calles y rampas se hallan pavimentadas con losas poligonales bien ajustadas. Antes de llegar al edificio principal, otra entrada, del tipo de propíleo ya descrito, da acceso al patio interior del palacio; éste es un mégaron de grandes proporciones: 45 metros de longitud por 13 de anchura. Los muros, de unos 1,5 metros de espesor, cuentan con cimientos de sillería y están hechos de adobes con un entramado de madera.

Los suelos eran de tierra batida, de gran espesor. En la fachada principal, los muros se hallaban protegidos por una fila de seis tablones asentados en sendas basas de piedra, lo cual proporcionaba al edificio un aspecto imponente. De la cubierta del edificio no han quedado restos y, aunque no existen pilares o soportes interiores, se imagina una obra de carpintería a caballete para cubrir los 10 metros de hueco, lo que no parece descabellado al contemplar la construcción conservada. En el centro de la habitación se encontraba situada la "eschara" u hogar, un zócalo circular de tierra batida, endurecido por el fuego. Lo más destacable del edificio es el logro de un avanzado concepto de espacio interior, algo que tan sólo conservaron los mégara micénicos y que se perderá con la caída de esta cultura, sin reaparecer la idea de organización del espacio interior hasta la época romana, con la excepción del Partenón de Atenas. La expansión comercial por todo el Egeo iniciada hacia el 2000 a. C. será la responsable de la aparición de estructuras arquitectónicas de envergadura en las islas y la Grecia continental. Hacia el 2600, fecha del comienzo del Bronce Antiguo II y como consecuencia de un período difícil en el reparto de áreas de influencia, se observa en los lugares de hábitat costeros una progresiva necesidad de protección que se traduce en sus murallas, tales como las de Khalandrianí, en la cicládica Siros, Hagios Kosmas en Atica o las de Lerna, al fondo del golfo de Nauplion, en la Argólida.

Son murallas que presentan la novedad de sus torres exteriores, de forma absidada y con una habitación interior. Las aldeas interiores, como Orcómenos o Eutresis, igualmente pujantes, no tienen estas defensas. Las nuevas aldeas están constituidas por una aglomeración de casas de planta totalmente rectangular en las zonas próximas a Anatolia, como por ejemplo, en Poliojni (Lemnos), Thermi (Lesbos) o Samos. En las Cícladas, y en las escasas excavaciones que se han podido realizar sobre aldeas, algunas casas cuentan con un extremo absidado, remate que también encontraremos en viviendas de Grecia continental, como Lerna o Thermos (Etolia). En las islas, estas construcciones se realizaron a partir del material básico allí presente, la piedra, sin ningún acabado o enlucido de barro. En Poliojni, los muros de piedra se hicieron hasta el nivel del techo. Las casas continentales se hicieron al modo descrito para el mégaron de Troya: muros de adobe sobre un zócalo de piedra y con un entramado de madera como refuerzo, todos ellos enlucidos. En Lerna, un gran edificio de esta época ha conservado los restos de su cubierta a base de tejas de arcilla y placas de pizarra. La así llamada Casa de las Tejas es una construcción de gran porte, de 25 por 12 metros, con numerosas habitaciones interiores y largos pasillos laterales. A lo largo de la cara exterior de los muros, un banco corrido de barro rojo permitía sentarse al abrigo del alero, de pizarra y muy sobresaliente.

Una vez destruido en un incendio, no se reconstruyó jamás, permaneciendo como un montón de ruinas de 4 metros de alto, en el centro de una aldea que sí se rehizo en varias ocasiones. Este edificio fue respetado, quizá por su carácter sacro y sus escombros acumulados en el centro, con su perímetro delimitado mediante un círculo de piedras hincadas. Las aglomeraciones humanas citadas, con un buen número de casas ordenadas según un concepto urbanístico, tienen aspecto de pequeñas ciudades, de calles pavimentadas, plazas, fuentes y cisternas. El edificio circular, el tholos, de gran arraigo en el Neolítico final de Chipre y de Creta, apenas se utiliza ahora para vivienda, excepción hecha del enorme y sorprendente edificio circular del Tirinto, anterior al palacio micénico. Con sus 28 metros de diámetro, tres muros concéntricos están reforzados mediante contrafuertes exteriores; todo el conjunto tiene el aspecto de una gran torre, de una altura calculada en 26 metros. Se ha interpretado como la residencia del señor local, a modo de torre de habitación, aunque algunos autores prefieren ver en este edificio un gran silo para el grano de la llanura de Argos, pues se conocen otros ejemplos, si bien de menor entidad, en Orcómenos o Asine. En las Cícladas quedan restos de graneros circulares, tal y como aparece plasmado en el conocido modelo de esteatita procedente de la isla de Milo. Según esta maqueta, siete grandes silos cilíndricos se hallan alrededor de un patio central, cerrado por una fachada porticada que da acceso al recinto.

En la arquitectura funeraria es donde se utilizó con profusión el modelo de tholos neolítico. En Chipre y Creta, el tipo de cabaña circular fue empleado por los habitantes para sus tumbas. Con paredes hechas de piedras, su diámetro interior oscila entre los 8 y los 9 metros, pudiendo llegar en algún caso a los 13 metros. Casi todas ellas cuentan con una habitación a modo de vestíbulo, destinada tanto a alojar enterramientos como al culto a los muertos. Llegados a este punto, hay que aclarar el término tholos y la pretendida dependencia de las tumbas micénicas de este nombre con respecto a las cretenses de la llanura de Mesará. Mientras los thóloi micénicos son cámaras funerarias excavadas en la roca y recubiertas con una cúpula hecha de aproximación de hiladas de piedra de sillería, las tumbas cretenses son edificios construidos en plena llanura, como si de una cabaña se tratase; se hacen con piedras de pequeño tamaño, lo cual no permite más que una leve inclinación de sus muros y una cubierta a base de ramaje y barro, nunca una falsa cúpula. Los thóloi cretenses son tumbas colectivas y alguna de ellas ha mantenido su función hasta el pasado siglo XIX. Las más importantes son las tumbas de Kumasa, el doble tholos de Lebena o la serie de Plátanos, en la fértil planicie de Mesará, al sur de Creta. A fines del Minoico Antiguo, las tumbas circulares cretenses conviven con otro tipo, los llamados osarios, cuyas plantas son un reflejo de las casas primitivas, de varias habitaciones, generalmente dos, una delantera que da acceso a otra interior.

También en este período, en las cuevas del interior y del norte, hacen su aparición los enterramientos en cajas de arcilla, a modo de sarcófagos, los lárnakes, y otros en grandes vasijas de cerámica o pitos (pithoi). En las islas cicládicas, las tumbas están bien documentadas, al contrario de lo que ocurre con las aldeas. Más de dos mil tumbas conocidas de este período han proporcionado interesantes materiales. Sus formas son, básicamente, cámaras pequeñas excavadas en el terreno y delimitadas con lajas de piedra formando cistas. Algunas son verdaderos hipogeos tallados en la roca, con su corredor de acceso o dromos. Este tipo de enterramientos convive con otro en el que el difunto es colocado dentro de un pithos y éste dentro de una fosa. De estas tumbas procede la mayor parte de los ídolos cicládicos, así como su cerámica y otros objetos de arte menor. En Creta, las aldeas del Minoico Antiguo son escasas y, aparte de los trasuntos de casas que son los osarios arriba citados, los restantes ejemplos conocidos son los primeros niveles de Cnosós, así como la llamada Casa de la Colina en Vasiliki, al noreste de la isla, un verdadero palacete, prototipo en miniatura de los espléndidos palacios minoicos posteriores. Lo que se conserva son tan sólo dos alas de un edificio en ángulo, a completar, con toda probabilidad, con otras dos alas, en torno a un pequeño patio central.

Las esquinas del edificio están orientadas a los puntos cardinales como era costumbre en Mesopotamia y el Cercano Oriente, algo desconocido hasta entonces en el Egeo. Abonando el origen oriental, el material cerámico de este yacimiento, el conocido estilo de Vasiliki es de formas cuyo origen está en Anatolia. Las habitaciones de esta gran vivienda son de diversos tamaños y formas, de tendencia rectangular e integradas mediante pasillos, algo que será característico en los palacios del Minoico Medio. Los muros están reforzados con maderos, en un dispositivo que proporciona elasticidad a una construcción en zonas de abundantes seísmos pero que, en el momento de un incendio, éste destruye por completo el edificio. En los paramentos de los muros, un enlucido de cal con estuco rojo cubría las paredes, lo cual daba a éstas gran dureza y proporcionaba una superficie ideal para recibir decoración pictórica, algo en lo que sobresaldrán los palacios minoicos. En estas mismas fechas del período prepalacial, entre 2200 y 2000, se construye en Cnosós una importante cámara subterránea y que Evans denominó mazmorra. Se trata de un silo excavado en la roca al modo de hipogeo, con planta circular de 10 metros de diámetro y una cubierta de forma cupular, de 15 metros de altura; un pasillo y una escalera de caracol ceñida a su contorno permite el acceso al interior. Este enorme granero proporciona una perspectiva excelente acerca de la capacidad de producción agrícola y de organización social de los habitantes de Cnosós; constituye un buen ejemplo de la continuidad histórica de la Edad del Bronce en Creta y es el antecedente directo de los almacenes del futuro palacio.

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