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La acotación cronológica de la vida de Carlos Marx (nació en 1818 y murió en 1883) le sitúa plenamente en el período en el que nos situamos, aun más si tenemos en cuenta que dos volúmenes de su obra decisiva se publicaron después de su muerte. El Capital, cuyo primer volumen apareció en 1865, fue continuado y publicado por Engels en 1885 y 1889, basándose en los manuscritos del propio Marx. La ideología de Engels, herencia acrecentada de la de Marx, hay que situarla en el ambiente de su época. Las ideas de Marx, influyentes como las de pocos pensadores del siglo XIX, marcaron con fuerza la segunda mitad del siglo y casi todo el siglo XX. Aunque resulte pretencioso y arriesgado resumir sus principales tesis en sólo unas líneas, no pueden estar ausentes en este capítulo. Marx dio coherencia a la idea de que el proceso histórico forma parte del engranaje socio-económico e interpretó, con detalle, el sistema capitalista, lo que constituye la base de su teoría económica. La "mano invisible" del mercado sería, según Marx, la propia asesina del capitalismo, pero como la muerte tardaría quizás generaciones en llegar era preferible acelerar el proceso mediante la revolución. En otras palabras, los empresarios se verían obligados a reducir los sueldos de los trabajadores y a producir en mayor cantidad para abaratar costes debido a la competencia en el mercado. Menor salario llevaría a menor consumo, aunque se fabricarían más productos.

Las crisis de sobreproducción darían lugar al paro y al cierre de empresas, cada vez en mayor número, hasta la desaparición del sistema. La contradicción básica del capitalismo serían la propiedad privada y el mercado, que determinarían la explotación de los trabajadores. Así, al tiempo que edifican el capitalismo, lo conducen a su destrucción. Los capitalistas cada vez serían menos aunque más ricos; por el contrario, el proletariado más pobre y más numeroso. En este momento, la revolución social actuará acelerando el fin del proceso capitalista. Marx propone, para ello, la organización de la clase obrera en lucha sindical y política. La puesta en acción de sus ideas inspiró a buena parte de las corrientes del movimiento obrero. Enseguida surgieron escisiones entre los seguidores de Marx, que fundamentalmente se pueden agrupar en dos tendencias: el "marxismo ortodoxo" y el "revisionismo". Además de Engels, que dirige el movimiento marxista en su línea más purista hasta su muerte en 1895, representan esta tendencia Most en Alemania, Ferri y Labriola en Italia, Guesde y Lafargue en Francia (aunque pronto abandonan la ortodoxia). A pesar de que la fidelidad a Marx no es absoluta, se pueden situar en esta corriente al checo Karl Kautsky y a la alemana Rosa Luxemburg, que señalan la transición al leninismo. La figura más importante de la tendencia revisionista es Eduard Bernstein, que parte del principio de que la elaboración y desarrollo ulteriores de la doctrina marxista debe comenzar con la crítica de la misma.

Separado del marxismo ortodoxo hacia 1890, considera que, a pesar de las interesantes sugerencias de Marx sobre el análisis del capitalismo, a éste le traicionó su propio método y que consideró que la etapa del capitalismo que él vivió era única. Por el contrario, el sistema evolucionó en una línea que Marx no había previsto, tanto por efecto de la propia dinámica como por la acción reivindicativa sindical de los trabajadores, haciendo que las condiciones sociales y los salarios de los trabajadores mejorasen, en líneas generales, y no al contrario; las crisis no colapsaron al capitalismo, sino que sirvieron como correctivos del sistema, la concentración de empresas se daba en algunas ramas de producción, pero sin embargo, la pequeña empresa se desarrollaba en otras. Bernstein, que tuvo su propia "Historia Intelectual" dentro del contexto de su época, tal como se refleja en el capítulo con el mismo título de este libro, negaba la teoría marxista de la progresiva acumulación del capital en manos de unos pocos capitalistas y la progresiva miseria del proletariado. Opinaba que era vana la esperanza del mundo proletario en el hundimiento del capitalismo. Propugnaba, como único camino para llegar al socialismo, la acción sindical -no revolucionaria- y aspiraba al socialismo a través de progresivas reformas del capitalismo. El revisionismo dio lugar a multitud de socialismos que, en muchos casos, ya no se conectaban con el marxismo y otros comenzaron originalmente por un camino distinto, como hemos visto en el caso del laborismo inglés.

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