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La salida de la revolución de 1830 frustró a los sectores democráticos y republicanos, que hubieran deseado mayores avances en la línea de la democratización del régimen. Hubo una notable recuperación de la prensa republicana e incluso se reactivaron algunos comités revolucionarios en las provincias. Solicitaban, entre otras cosas, el enjuiciamiento de los ministros de Carlos X y la desaparición de la tradicional alianza entre el Trono y el Altar. Los elementos revolucionarios, por otra parte, simpatizaban con otros estallidos revolucionarios que se habían producido en otros países y, al igual que en 1792, pretendían apoyarlos y exportar los ideales revolucionarios.El primer gobierno, presidido por Camille Périer, no pudo ir más allá de hacer unas tímidas medidas de depuración en la Cámara de los Pares, y el segundo, desde comienzos de noviembre de 1830, que dirigió Laffitte, jefe del partido del Movimiento, intentó satisfacer las exigencias populares con el procesamiento de los ministros del gobierno Polignac y la promesa de intervenciones en Bélgica e Italia. Pero fueron estas mismas concesiones las que provocaron el temor de los sectores conservadores. Los estallidos anticlericales de mediados de febrero de 1831, provocarían que Luis Felipe exigiese la dimisión de Laffitte en el mes siguiente. El partido de la Resistencia tomaría a partir de entonces el poder y no lo abandonaría hasta el final del reinado.

El nuevo gobierno formado por Périer tuvo como meta la garantía del orden y la libertad, que eran valores supremos de lo que se denominó el sistema del 13 de marzo, fecha en la que se había constituido el nuevo gobierno. Royer-Collard, uno de los grandes teóricos del liberalismo doctrinario, diría de Périer que era ignorante y brutal; "pero ha salvado a Francia". Junto con el aplacamiento de la protesta social, agravada por la carestía económica que padecía Francia desde finales de los años veinte, Périer se opuso a las intervenciones militares en el exterior, en apoyo de los revolucionarios, que podrían atraer la animadversión contra un régimen francés muy necesitado del reconocimiento internacional. En ese sentido, el envío de una expedición militar a Ancona, en febrero de 1832, no tuvo otro objetivo que el diplomático, orientado a contrarrestar la excesiva influencia austriaca en la costa del Adriático. Mucha mayor significación tuvo la tarea de institucionalización constitucional realizada a través de la promulgación, en el mismo mes de marzo de 1831, de la Ley de Ayuntamientos y de la Ley de la Guardia Nacional y, en el mes de abril, de la Ley Electoral, que ya han sido aludidas.La disolución de las Cámaras a finales de mayo, y las posteriores elecciones del 5 de julio, en las que el partido de la Resistencia alcanzó una amplia mayoría, fortalecieron la posición de Périer, como pudo demostrar en el sofocamiento, en noviembre de ese mismo 1831, de la sublevación de los trabajadores textiles de Lyon (canuts), que reclamaban subida de tarifas.

Las tropas del gobierno, bajo el mando de Soult, actuaron con rigor contra aquéllos a los que un periódico de la época describía como "bárbaros que amenazan la sociedad". El Gobierno se sintió lo suficientemente fuerte como para desarrollar, a través de la gestión del barón Louis en el Ministerio de Hacienda, una política de nivelación presupuestaria, que acarreó una fuerte elevación de los impuestos y la disminución de los sueldos de los funcionarios. La supresión, en diciembre de 1831, del carácter hereditario a los miembros de la Cámara de los Pares fue otro paso más en la línea de cercenar los derechos políticos de las viejas clases privilegiadas.La muerte de Périer, en mayo de 1832, víctima de la epidemia de cólera, dio paso a un prolongado periodo sin jefatura de gobierno definida, en el que Luis Felipe comenzó a manifestar su tendencia a interpretar que el texto constitucional le facultaba para ejercer en exclusiva el poder ejecutivo. Fue entonces cuando se produjo el intento legitimista de la Vendée y cuando los republicanos, con ocasión de los funerales del general Lamarque, intentaron un levantamiento urbano que acabó en fusilamientos en el claustro de Saint-Merri.La formación de un gobierno presidido por el mariscal Soult, en octubre de 1832, sirvió para la integración de las grandes personalidades del partido de la Resistencia. El duque de Broglie figuraba al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores; Guizot, en Instrucción Pública; y Thiers, que empezó en Interior, para pasar más adelante a Obras Públicas.

De todos ellos, el personaje central del periodo es, sin lugar a dudas, François Guizot.Exiliado en Ginebra durante los años de la revolución, volvió a París durante los años del Imperio. Desempeñó puestos políticos desde los primeros momentos de la Restauración y difundió las posiciones del liberalismo doctrinario desde el periódico Courier, pero los ultras realistas lo desalojarían de sus puestos políticos y de la cátedra de la Sorbona. Vuelto a la política poco antes de la revolución de 1830, apoyó la solución Luis Felipe y participó en su primer gobierno como ministro del Interior. Al integrarse en el gobierno de octubre de 1832 representaba la opción por el orden y el progreso material, dentro de una normalidad constitucional.La primera gran realización de Guizot, al frente del ministerio de Instrucción Pública, fue la Ley de Enseñanza Primaria, de 28 de junio de 1833, que establecía la creación de una Escuela Normal por departamento y la creación de una escuela en todo municipio que tuviera más de 500 habitantes. Se iniciaba, a partir de aquel momento, una gran batalla por la educación cívica en la que habría de ser crucial el papel desempeñado por el sistema escolar. También en la línea del progreso material, hay que señalar la Ley de 9 de julio de 1833, de Expropiación de Bienes Raíces, para permitir el tendido ferroviario o la terminación del canal que enlazaba los ríos Ródano y Rin.Sin embargo, las medidas que afectaban al ejercicio de las libertades individuales terminarían por hacer peligrar la estabilidad del Gobierno.

La Ley de 10 de abril de 1834, que imponía nuevas limitaciones a las establecidas en el Código Penal (art. 291), en relación con el derecho de asociación, fue rechazada unánimemente en los medios obreros y republicanos. La Sociedad de los Derechos del Hombre provocó una revuelta en Lyon, que fue sofocada duramente por la guarnición local. El movimiento se desplazaría, en los días siguientes a París, en donde se produjeron miles de detenciones.En ese ambiente de represión, las elecciones del 21 de junio se saldaron con un claro triunfo del Gobierno, que obtuvo más de 300 escaños de diputados, mientras que la oposición apenas alcanzaba los 100. Los gobiernos que se sucedieron (Gérard, Mortier, duque de Broglie) no significaron ninguna alteración del clima político, que se vería duramente sacudido en julio de 1835 por el atentado de Fieschi contra la familia real. Dieciocho muertos y 22 heridos sirvieron para crear el clima de opinión en el que se aprobó una ley sobre delitos de rebelión y la Ley de Prensa, de 9 de septiembre de 1835, que establecía un prolijo catálogo de delitos de opinión, un elevado depósito previo a las publicaciones, y la censura previa. El Gobierno parecía controlar todos los hilos de la opinión, mientras que las oposiciones parecían reducidas a la impotencia. Luis Felipe encargaría el gobierno a Thiers, en febrero de 1836, al que sucedería, desde 1836 a 1839, aunque en situaciones políticas diferentes, el conde Molé, antiguo funcionario del Imperio.

Adolphe Thiers podría ser considerado como un típico representante de la burguesía orleanista, aunque no pertenecía al mundo de los terratenientes, ni al de los grandes empresarios, que parecían monopolizar el mundo de los notables del régimen. Marsellés de nacimiento, había realizado estudios de derecho en Aix, para presentarse en París como periodista a comienzos de la década de los veinte. Una Historia de la Revolución le había dado fama y un cierto éxito económico.En las jornadas de julio de 1830 había apostado por la solución tranquilizadora de Luis Felipe, lo que le sirvió para formar parte de los primeros gobiernos, aunque éstos respondieran a orientaciones políticas enfrentadas. Cuando se incorporó al gobierno del mariscal Soult, en octubre de 1832, era ya figura destacada del partido de la Resistencia, en donde adoptaría una postura de estricto constitucionalismo que le llevaría a las filas del centro izquierda. Fue partidario de una política exterior agresiva, en defensa de lo que entendía los intereses patrios, que le llevó al enfrentamiento con Luis Felipe y a la dimisión en las dos ocasiones en las que dirigió el gobierno durante este periodo.Sin embargo, quedaba pendiente el problema fundamental de aclarar el sentido de los textos constitucionales para determinar quién tenía la responsabilidad del poder ejecutivo. Era el mismo problema con la Monarquía restaurada y que las reformas constitucionales de julio de 1830 no habían terminado de aclarar.

Luis Felipe, que entendía que el texto constitucional le facultaba para ejercer en exclusiva el poder ejecutivo trató de formar a su alrededor un partido cortesano que provocó una oposición generalizada. Esta actitud del monarca dividió al partido de la Resistencia en dos orientaciones. La de centro-izquierda, que se atenía a un estricto parlamentarismo de inspiración británica, y que estaba capitaneada por Thiers; y la de centro-derecha, dirigida por Guizot, que aceptaba que se fortaleciesen las atribuciones de la Corona.El mensaje de la Cámara, en enero de 1839, fue aprobado por una escasísima mayoría, lo que llevó a la disolución del Parlamento y a la reforma del reglamento de la Cámara. Las inmediatas elecciones, sin embargo, se saldaron con un triunfo de las oposiciones. Los gobiernos siguientes (Soult, Thiers) eran de constitucionalistas convencidos, y tal vez fueron nombrados por Luis Felipe con la intención de demostrar la inviabilidad de los planteamientos del centro-izquierda. El protagonismo en el plano internacional (Argelia, crisis de Levante), la agitación obrera y la protesta política para conseguir la ampliación del cuerpo electoral abocaron a la caída del gabinete Thiers y a la búsqueda de una nueva fórmula, mucho más dócil a los intereses de Luis Felipe y paradigmática de la relación entre política y negocios que caracterizó al régimen durante aquellos años. Fue el gabinete, formado en octubre de 1840, bajo la presidencia del mariscal Soult, pero que tuvo como figura clave a Guizot, que era el ministro de Asuntos Exteriores, y que había sido llamado desde la embajada de Londres para concitar las amenazas de guerra desatadas por Thiers.

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