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Datos principales


Rango

Babilonia

Desarrollo


Lo que define a los cassitas en el campo del arte es el relieve, sobre todo el plasmado en unas piedras más o menos ovoides o en forma de estelas, de mediano tamaño, conocidas como kudurru, término acadio que significa límite, frontera. Estas piezas, hincadas en el suelo de los campos, eran los símbolos que de modo público certificaban los derechos que un individuo y sus herederos tenían sobre una propiedad, donada por el soberano cassita. En los kudurru aparecen generalmente tres elementos combinados entre sí: la inscripción, que era la copia exacta de la tablilla de concesión -archivada en el templo- de una propiedad o bien, y que siempre finalizaba con maldiciones contra quien dañase, borrase o destruyese la piedra; los símbolos religiosos (sol, luna, círculos, altares, cornamentas, instrumentos de culto, animales, etc.) algunos de difícil comprensión; y las figuras del monarca, sus beneficiarios y a veces dioses. No sabemos ni dónde ni cuándo surgió el primer kudurru, si bien ya se conocieron piedras parecidas en Sumer, Akkad y en la región del Diyala: el más antiguo kudurru cassita, de los 110 ejemplares que se conocen en la actualidad, pertenece a Kurigalzu I (59 cm; Museo Británico). La época de mayor producción de este tipo de instrumentos jurídicos y también la de mayor belleza plástica por la calidad de sus hermosos bajorrelieves, debe situarse en torno al rey Meli-shipak II (1182-1174), de quien poseemos varios. Uno, de forma ovoide, en diorita (45 cm; Biblioteca Nacional de París), conocido como "Caillou Michaux" -llamado así por su primer propietario-, fue el primer documento mesopotámico que llegó a Europa.

El texto de este mojón, que cubre la mayor parte de su superficie, está coronado por los símbolos de cinco dioses, claramente reconocibles y perfectamente identificados. Le sigue en interés otro, del mismo rey, localizado en Susa hoy en el Louvre, en arenisca negra (68 cm), decorado con cinco fajas figuradas, en las cuales se recogen los símbolos de hasta 24 divinidades, todas ellas garantes y protectoras de lo que hay escrito en el dorso del mojón. También de Meli-shipak Il, y hallado en Susa, es otro kudurru (54 cm; Museo del Louvre) en forma de roca fortificada con torres y almenas y con una gran serpiente cornuda en la base, todo ello coronado por dos frisos en relieve: uno, en el que se representa una procesión en donde aparecen siete dioses de forma antropomorfa, armados y que se mueven al son de sus laúdes, seguidos de otros tantos animales salvajes hacia un árbol simbólico al que antecede una diosa que toca un címbalo; y el otro, por encima de éste, donde se reproducen numerosos símbolos divinos. Otro kudurru del Louvre (68 cm) configura la escena de ingreso y presentación de la hija del rey Meli-shipak II como suprema sacerdotisa del templo de Ishtar; el texto que tenía grabado fue totalmente borrado en Susa, adonde la piedra había sido llevada como trofeo, al igual que tantas otras obras artísticas. Estas piezas, cuya utilización se mantuvo hasta finales del período neobabilónico, encierran preciosos datos para el estudio de la religión, la economía, la sociedad y el derecho de los babilonios.

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