Compartir


Datos principales


Rango

Protohistoria

Desarrollo


La arquitectura -si se nos permite aplicar este término a las primeras construcciones- tuvo durante la Protohistoria una funcionalidad puramente pragmática. Las cañas y los juncos, el barro -tapial o adobe- y la piedra -ésta en muy poca cantidad- fueron los materiales básicos; el patio central con habitaciones a su alrededor fue la estructura adoptada, tal como puede verse en Hassuna (nivel IV), y la que definió a partir de entonces a todas las construcciones mesopotámicas. En el período de Tell Halaf se detecta ya un urbanismo evolucionado, con calles pavimentadas y viviendas tanto de planta rectangular y cubierta adintelada -o a dos vertientes- como circular y abovedada, precedida o no de una antecámara rectangular semejante a los tholoi micénicos (varios ejemplares en Yarim Tepé y en Arpachiyah, cerca de Nínive). Ultimamente, se piensa que estas construcciones circulares servirían para viviendas y no para graneros, refugios o lugares de culto. Donde se consiguieron los más acabados ejemplos con este tipo de planta fue en Tepé Gawra, con su famosa Casa redonda, de casi 20 m de diámetro, que se elevaba en medio del poblado, y en Razuk (Diyala), construcción perteneciente al período Dinástico Arcaico I. La arquitectura religiosa protohistórica fue, obviamente, más interesante tanto por su propia funcionalidad como por su significado espiritual. Un primer ejemplo lo tenemos en Tell Aswad (Balikh), donde se excavó un pequeño edificio creído un santuario, muy similar al templo de Catal Huyuk (Anatolia).

Fue, sin embargo, Eridu, la ciudad sumeria más antigua, la que supo crear una floreciente cultura en tomo al templo de un dios desconocido (luego desplazado por el sumerio Enki, titular de las aguas), en el que se han localizado diecisiete estratos de otros tantos templos superpuestos y sepultados luego por una torre escalonada (u-nir), levantada por el rey neosumerio Amar-Sin (2046-2038). En su mayoría, tales templos fueron diseñados con modestas proporciones, semejantes a las de una vivienda, construidos todos ellos con adobes. Desde el simple espacio cuadrado (templo XVII) se fue evolucionando hacia formas más complejas, incluso con la adición de compartimentos o capillas laterales (templos XI-IX). El Obeid, un tell en las cercanías de Ur, y que constituyó la segunda fase cultural del sur mesopotámico, presenta viviendas hechas tanto de adobes como de cañas con revestimiento de arcilla. Sin punto de comparación fueron sus construcciones religiosas, hechas también con adobe (fabricado ya a molde) y levantadas sobre una plataforma que las aislaba del suelo. El mayor tamaño de estas construcciones -300 m cuadrados promedio- con una gran capilla con eje perpendicular al templo y compartimentos laterales dispuestos simétricamente, evidencia que desde ellas se controlaba la organización del poblado. Al final de la etapa, en Eridu, el templo formaba ya una compacta mole de planta rectangular tripartita con muros adornados con contrafuertes verticales y nichos -elementos ambos que acabarían por definir estéticamente a los templos-, todo ello levantado sobre una terraza (templo VII).

Coetáneos de estos templos de Eridu fueron los tres, de muros coloreados, dispuestos en forma de U, levantados en Tepé Gawra, al norte, en el actual Kurdistán, que se amoldaron a la estructura tripartita y a los contrafuertes y nichos como ornamentación, pero aquí no sólo marcados en el exterior del muro, sino también en su interior. La zona meridional de Mesopotamia carecía de piedras y de madera, debiendo por ello edificarse las casas bien con cañas que se doblaban por la parte superior en tomo a un poste para formar la techumbre (tal como hoy siguen edificando los "maadans") o bien con adobes, adheridos con barro o betún. A pesar de ello, en uno de sus enclaves, en Uruk, en sus dos sectores cultuales, Kullab y Eanna, se desarrolló una gran arquitectura monumental de índole religiosa, en la que no faltaba la caliza como material constructivo. Entre los niveles de ocupación XIV y IV, de los dieciocho con que contó el lugar, según el sondeo efectuado en el área del Eanna -centro dedicado a la diosa Inanna- se descubrieron al menos siete templos, destacando entre ellos el Templo de Caliza (nivel V; 80 por 30 m), llamado así por el material empleado en sus cimientos, y que contaba con una larga nave central en forma de T, estancias a ambos lados y cabecera con tres cellae o capillas. Por detrás, por el sudoeste, se hallaba el Patio de los muros de mosaico, con un alto pórtico de pilares cilíndricos y un pequeño templo, el Templo A, decorado todo ello con un mosaico a base de conos de cerámica policromada.

Luego, el nivel IV conoció nuevos templos, entre ellos el Templo Rojo, por el enlucido de sus muros, y el Templo B, que pronto fueron demolidos. Sobre sus ruinas, niveladas, se levantaron los llamados Templos C y D, siendo más interesante el primero, a pesar de ser más pequeño, con capillas laterales y cabecera -no así cella- al aire libre. También se construyó aquí una Sala de Columnas, descubierta recientemente, que individualizaba un espacio interior no cubierto, cuya funcionalidad se desconoce. El período de Uruk tuvo su prolongación en el de Jemdet Nasr, aunque no fue en esta localidad, cercana a Kish, donde se levantaron los mejores ejemplares arquitectónicos, sino en la propia Uruk, que contó entonces en la zona de Kullab, dedicada al dios An, con el famosísimo Templo Blanco, de planta rectangular (22,30 por 17,50 m), levantado sobre una alta plataforma de muros inclinados, considerada por algunos arqueólogos ya como una verdadera u-nir, y que, a su vez, recubría otros templos y santuarios de la época de El Obeid. Cerca de este templo ha aparecido no hace mucho una Construcción de piedra (27 por 32 m), subterránea, sin ajuares ni resto alguno, que debe ponerse en conexión cultual con el Templo Blanco. En toda la grandiosa zona del Eanna (nivel III) se produjo, sin que se sepan las causas, una gran revolución arquitectónica, abandonándose los anteriores complejos templarios. Se levantó una gran terraza, fundamento, probablemente, de algún Templo de Inanna, y junto a éste, si es que llegó a construirse, se dispusieron numerosos edificios de habitación, que nos han llegado, en torno a patios interiores.

Sobre este sector se levantó luego, en época de Ur-Nammu (2112-2095), una grandiosa ziqqurratu (56 por 52 m), de la que restan todavía en pie ocho metros de los catorce que tuvo de altura. En otra localidad, en Tell Uqair, a 200 km al norte de Uruk, se edificaron en esta fase -o quizás en la anterior- dos importantes templos sobre terrazas, uno de ellos parecido al Templo Blanco antes citado, e interiormente decorado con murales de regular calidad (Templo Pintado). En Khafadye, en el valle del Diyala, se produjeron cinco reconstrucciones en un Templo del dios Luna (Nannar o Zuen), de compleja estructura, y cuya aportación a la Historia de la Arquitectura consistió en la disposición de su planta en eje acodado. Una vez traspasado el vestíbulo se debía efectuar una rotación de 90 grados para ver el altar del culto. Finalmente, en el norte de Mesopotamia se levantaron, en otras tantas colonias sumerias dependientes de Uruk, diferentes construcciones religiosas. En Tell Brak, se alzó la tercera construcción de un recinto, denominado Templo de los Mil ojos, por la gran cantidad de ídolos oculados hallados en él; en Habuba Kebira, y en su barrio cultual -hoy Tell Qannas- otros tres templos; y en Gebel Aruda otros dos (Templo rojo y Templo gris). Todos ellos repetían estructuras, planimetrías y detalles ornamentales sudmesopotámicos. Perteneciente también al período de Jemdet Nasr es la extraordinaria construcción de planta circular hallada recientemente en Tell Qubba, en la zona del Gebel Hamrin (curso medio del Tigris).

Su núcleo arquitectónico de 40 m de diámetro, dispuesto circularmente, conoció al menos tres fases de edificación. Ignoramos la finalidad y empleo de este tholos, que fue protegido por una sólida muralla doble de 5 m de espesor. A pesar de desconocer el grado de organización social de las ciudades protohistóricas, dirigidas por el estamento clerical, a cuya cabeza se hallaba el en (señor, sacerdote) a deducir de las imponentes construcciones religiosas (egalmakh), y no saber nada de las residencias palaciales (egal), un edificio localizado en Jemdet Nasr puede aportar algo de luz sobre este particular. Se trata de una gran plataforma (300 por 200 m) sobre la que se descubrió una construcción de adobes, delgados y planos, creída por algunos como uno de los primeros palacios mesopotámicos. Pudo, sin embargo, haber sido tanto la residencia de un gobernador secular o la de una persona que reuniese a un tiempo el poder religioso y el civil.

Obras relacionadas


Contenidos relacionados