Goethe y su época

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Datos principales


Rango

cultura XVIII

Desarrollo


El movimiento Sturm und Drang (tormenta e ímpetu) señala el comienzo de una de las épocas más notables de la literatura alemana, que se sitúa por delante de las que hasta entonces habían sido sus modelos: Inglaterra y Francia. En Alemania, la Ilustración entra en crisis hacia 1770, cuando la ciencia vuelve a ceder puestos ante la religión; la reflexión, ante el instinto y el impulso; la razón, ante la intuición y la imaginación. Renace el ideal clásico de Humanitas como equilibrio armónico entre intelecto y sentimientos. Esta nueva visión se va a ir desarrollando a lo largo de tres etapas: la que ahora nos ocupa, el clasicismo y el romanticismo. El Sturm und Drag aparece como un movimiento de desafección hacia los convencionalismos de todo tipo cuyos protagonistas van a ser los jóvenes, ante la debilidad y conservadurismo que muestra la burguesía germana. Influido por Rousseau, Mac Pherson y las recientes traducciones de Shakespeare, sus lemas son: naturaleza, genio, originalidad. No reconoce ninguna ley por encima de la conciencia individual y su producto más peculiar es el drama, hasta el punto de considerarse al movimiento el creador del teatro nacional en Alemania. Los estímulos principales para el Sturm und Drag provienen de Hamann y de su discípulo Herder, creador de la corriente más importante dentro del movimiento y el maestro de una de sus figuras esenciales: Goethe (1749-1832).

Ambos se conocieron en Estrasburgo, ciudad donde éste estudiaba y donde escribió Götz von Berlichingen (1773), primer drama importante de la nueva escuela literaria. En él se dejan ver ya los rasgos que caracterizarán a este tipo de obras en el futuro: subordinación de las consideraciones formales al dibujo de los caracteres y presentación de grandes figuras dominadas, a imitación de las shakesperianas, por gigantes pasiones. Al año siguiente publicará la primera novela que le da fama mundial, Los sufrimientos del joven Werther, cuyo protagonista vive y acaba de la misma manera que muchos jóvenes de la época. Junto a Goethe, la otra gran figura del movimiento será Schiller (1759-1805), escritor de cabeza clara y espíritu apasionado. Su obra Los bandidos (1781), con la que pone en escena la doctrina roussoniana sobre el hombre natural, introduce al drama en una nueva fase al adaptarse mejor que su predecesor a las exigencias del teatro. Al igual que todas las rebeliones terminan conduciendo, por la ley del péndulo, de la exageración a la reacción, el movimiento Sturm und Drag acabó agotándose a sí mismo en apenas unos años. La Revolución Francesa agudizó el problema de la libertad y el arte recuperó su función pedagógica como objetivo prioritario. Goethe y Schiller alumbraría en el terreno literario, al mismo tiempo que Kant lo hacia en el filosófico, un nuevo idealismo moral. Aquél, tras regresar de Italia en 1788 vuelve a su trabajo dramático y escribe sus mejores novelas, entre ellas Fausto. Schiller, por su parte, realiza desde 1794 a 1805 sus grandes dramas históricos: la trilogía en verso de Wallenstein, María Estuardo, La doncella de Orleans, Guillermo Tell, etc. Por estos años finales del Setecientos el movimiento romántico ya había surgido. Partiendo de la realidad, los poetas -Tieck y Novalis- crean su propio mundo revisando los valores aceptados, convirtiendo el subconsciente en objeto de estudio y lo sobrenatural, en moda. Escritores como Schlegel le otorgan base teórica y Richter alcanza gran popularidad con sus novelas por su sentimiento e ingenuidad.

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