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Desarrollo


Entre los siglos XVI y XIX Etiopía, aislada del interior, vivió un terrible cara a cara con los árabes y turcos musulmanes, por un lado, y con los galla no musulmanes, por otro. Iyasu el Grande, que reinó desde 1682 a 1706, llevó a cabo numerosas realizaciones notables; soldado excepcional, tuvo también importancia por la reforma administrativa. Iyasu el Grande consolidó su autoridad sobre la Iglesia copta, en especial en lo que respecta a su prerrogativa a convocar sínodos y varios de éstos se celebraron bajo su patronazgo para tratar sobre las naturalezas de Cristo. Fueron las maquinaciones de su hijo Takla Haimanót las que lo llevaron primero a la abdicación y después a la muerte. Pero su sucesor cayó asesinado sólo dos años después. Se produjo un período de caos, en el que el ejército hubo de intervenir cada vez más frecuentemente, imponiendo al fin a Bakaffá (1721-1730), cuya mujer, Mentonab, ejercerá larga y profunda influencia en la política del país, al suceder a su esposo tras la muerte de éste, en calidad de regente de su hijo Ieyasu II. Éste, más preocupado por la caza y las actividades artísticas, permitió que bajo su mandato estallaran graves rivalidades entre los príncipes. El viajero escocés Bruce, que viajó por el país en esta época, nos describe la corte imperial y su consejo. En éste los miembros dan su opinión en orden inverso a su jerarquía, hasta que el rey mismo da su juicio, transmitido por el heraldo, llamado la voz del rey.

También nos describe el ejército del negus como compuesto por 40.000 hombres, con 7.000 fusileros que montaban animales acorazados y que llevaban cotas de malla, cascos de cobre y lanzas. Etiopía no se hallaba en aquella época amenazada por ninguna presión mortal. La decadencia del Imperio turco convirtió a los pequeños Estado turcos de la costa del mar Rojo en entidades nominales. La región de Somalia ha permanecido durante siglos adosada a la masa geográfica etíope, entre la autoridad del negus cristiano y los poderosos musulmanes que dominarán sucesivamente el mar Rojo, el golfo de Adén y el océano Índico. El país había recibido inmigrantes procedentes de la Península arábiga meridional que se habían mezclado con la masa de negros autóctonos y más tarde otros pueblos nómadas de lengua kushita fueron infiltrándose paulatinamente en la región; algunos de ellos se convirtieron al Islam. Posteriormente se producirá un lento movimiento de estos pueblos hacia el oeste y el Sur. Al Oeste, a principios del siglo XVI los pastores negros fung habían destruido el último reino cristiano de Nubia y fundado el reino de Sennar, que adoptó muy pronto el Islam -al menos en la corte-, aunque conservó un ritual real inspirado en la Nubia cristiana y en sus tradiciones propiamente africanas. Al parecer, la islamización ganó en profundidad a partir de mediados del siglo. Paralelamente, se extinguía la cristiandad nubia. El apogeo de Sennar se sitúa en el siglo XVII con la expansión militar y el desarrollo del comercio con Egipto. La decadencia se precipitó a finales del siglo XVIII. El ejército del bajá Ismail, enviado por Mehemet Ali, bajá de Egipto, para conquistar el Sudán se apoderó de Sennar en 1821, con lo que puso fin a su existencia secular.

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