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Datos principales


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América borbónica

Desarrollo


El río de la Plata fue un territorio plural y administrativamente inconexo hasta la creación del virreinato en 1776. Tenía tres gobernaciones que eran las del Río de la Plata (Buenos Aires), Guayrá (Paraguay) y Tucumán (Córdoba), a las que se vinculaba económicamente el Corregimiento de Cuyo. A todo esto vino a sumarse periódicas anexiones de la Colonia del Sacramento y otra gobernación subordinada, la de Montevideo (Uruguay), que fundó el gobernador bonaerense Zavala en 1726 para hacer frente a la infiltración portuguesa. Creó la fortaleza y ciudad de Montevideo, asentando en ella numerosas familias porteñas, 1.000 indios y 50 familias españolas. La Gobernación se consolidó en 1749. Más tarde incluso se crearon otras dos subordinadas a Buenos Aires, que fueron las de Las Malvinas (1766) y Misiones (1767). La integración de todos estos territorios, más Charcas y Potosí, en el virreinato del Río de la Plata el año 1776, fue motivada por intereses político-administrativos, pero arrastrados por necesidades económicas. Buenos Aires era un enclave eminentemente comercial, por el que se introducían mercancías europeas (muchas de ellas de contrabando) hacia el Alto Perú, y esclavos para la región del interior, a cambio de pieles, sebos y plata potosiana. La supresión del régimen de flotas aceleró su crecimiento de población, que pasó de 8.908 habitantes en 1720 a 13.840 en 1750, y a 22.551 en 1770. Tucumán era el lugar de paso del comercio entre Buenos Aires y el Alto Perú, además de soporte de la producción minera, gracias a su riqueza agropecuaria.

Tenía trigo, algodón, tierras de pastoreo, ganado mayor y menor, y hasta obrajes que elaboraban paños burdos. Su capital indiscutible era Córdoba, sede del obispado, del colegio mayor jesuita y de la Universidad. En realidad no llega a los 7.000 habitantes a mediados de siglo, pero era una gran ciudad frente a las circunvecinas de Salta, San Miguel, Jujuy, La Rioja, Santiago del Estero y Catamarca. Las dos primeras juntas no llegaban a sumar su población, pese a que Salta estaba dominando ya el Chaco. El terminal de la ruta comercial era Charcas, perteneciente al virreinato del Perú y gran consumidor de manufacturas europeas, utillaje y herramientas, paños burdos, grano, carne, mulas, etc. En cuanto a Guirá y Cuyo quedaron fuera de este circuito y unidos inexorablemente a Buenos Aires. Cuyo dependía administrativamente de Chile y su centro era Mendoza, pero su producción de vino y aguardiente se llevaba a Tucumán y Buenos Aires, ya que eran artículos que abundaban en Chile. En cuanto a Guairá o Paraguay mantenía una economía de subsistencia y exportaba por los ríos Paraguay y Paraná al Plata yerba mate, algo de azúcar, tabaco y algodón. Su ciudad principal era Asunción. Las subsidiarias de Villa Rica, Ciudad Real y Santiago de Jerez tenían una vida lánguida. La yerba mate, cultivada con indios de mita o encomendados en la capital regional y en Villa Rica, tenía que competir con la producida por los indios guaranís de las misiones jesuitas.

Excluida del circuito de la plata y las mercancías, vivió algunos problemas internos de gran resonancia, como fueron el movimiento comunero y la guerra guaranítica. El primero comenzó en 1717 y duró hasta 1735. Su origen se debió al enfrentamiento de los jesuitas con la población criolla para substraer a los indios del servicio personal, pero posteriormente fueron mezclándose otros muchos problemas. En 1730 se amotinó el pueblo de Asunción y se formó una Junta Gubernativa de la Provincia, representante del Común, presidida por José Luis Barreiro a quien sucedieron luego otros (Miguel de Garay y Antonio Ruiz de Arellano). La situación fue controlada con dificultad por las autoridades apareciendo nuevas sublevaciones. La de febrero de 1732 produjo toda clase de desmanes. La Corona envió un nuevo gobernador, Manuel Agustín de Ruiloba, recibido con entusiasmo en Asunción. Cuando se comprobaron sus simpatías por los jesuitas, se originó otro alzamiento. Ruiloba marchó contra la fuerza comunera, sucumbiendo en la batalla de Guayaibití el 15 de septiembre de 1733. La sublevación terminó cuando el gobernador Zavala de Buenos Aires, al frente de un segundo ejército de 8.000 indios suministrados por los jesuitas, venció a los rebeldes en la batalla de Tabapy el 14 de marzo de 1735. Tras esto entró en Asunción, ahorcó a los cabecillas, restituyó a los jesuitas su colegio, derogó la cédula que permitía a su cabildo el derecho de elegir gobernador de Asunción y pacificó la provincia.

En cuanto a la guerra guaranítica (1753-56) surgió a raíz del Tratado de Permuta, cuando España recobró la colonia del Sacramento a cambio de entregar las misiones jesuitas del Ibacuy. Los indios se negaron a abandonar el territorio y fueron combatidos por tropas conjuntas españolas y portuguesas. La posterior expulsión de los jesuitas dejó huellas muy profundas en la región rioplatense, sobre todo en Paraguay y Tucumán. El virreinato se fundó por cédula 1 de agosto de 1776, integrando política y administrativamente Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Charcas y Cuyo. Se añadió así al complejo rioplatense gran parte del Alto Perú, un territorio que sumaba más de un millón de habitantes (800.000 indios, 200.000 blancos, 100.000 mestizos y 7.000 negros). Potosí había decaído mucho, pero aún tenía unos 40.000 habitantes. La producción agraria estaba representada por la coca, quinua, papa, maíz y trigo, y la ganadera por llamas, vicuñas y ovinos. La más importante seguía siendo la minera del Potosí, que tuvo muchas alternativas, como ya dijimos. Para fomentar su producción se creó el Banco de San Carlos en Potosí, con objeto de subvencionar dicha actividad. Los bancos de rescate cambiaban a los mineros dinero por sus piñas de metal, rompiendo el ciclo de dependencia con los comerciantes. El virreinato del Río de la Plata unió así los espacios dependientes de la producción argentífera altoperuana con los agropecuarios que la sustentaban, y con el comercial bonaerense, volcándose ya totalmente hacia el Atlántico.

En 1778 se instalaron las aduanas en la boca del río de la Plata (a ambas orillas). La organización administrativa se completó en 1782 con las Intendencias (se establecieron las de Buenos Aires, Córdoba, Salta, Paraguay, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca y La Paz), a las que se sumaron cuatro gobiernos militares subordinados (Montevideo. Misiones, Moxos y Chiquitos), la Audiencia en 1783 y el Consulado en 1794. Buenos Aires tuvo un desarrollo vertiginoso en los últimos años del siglo XVIII como capital de un territorio de casi cinco millones de kilómetros cuadrados y tuvo además una época dorada de la ganadería. Por su puerto salían promedios anuales de 758.117 (entre 1792 y 1796) cueros, la mitad de los cuales procedían de Montevideo (otras partidas notables de Misiones, Santa Fe y Córdoba). Aumentaron sus estancias, sobre todo a partir del Reglamento de Libre Comercio, y en sus alrededores se crearon infinidad de saladeros de carne, que elaboraban tasajos, cecinas, etc., destinados a la alimentación de los esclavos de Brasil y Cuba. Canalizaba igualmente la exportación de yerba mate paraguaya. La capital virreinal se transformó en un importante foco intelectual y periodístico. A comienzos del siglo XIX los puertos del virreinato fueron asaltados por los ingleses. Desembarcaron en 1806 en Buenos Aires y fueron expulsados por las tropas criollas de Montevideo y de Buenos Aires dirigidas por Santiago Liniers.

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