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Los viajes de Colón

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Se hicieron así las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, firmadas el 17 de abril de 1492, en las que Colón pidió los títulos de Almirante Mayor de la Mar Océana, Virrey y Gobernador General de las tierras que descubriera, el derecho de terna (presentación de tres nombres) en los nombramientos de regidores, el décimo o 10% de todas las mercancías que se negociaran en las Indias, derecho de exclusividad en los pleitos que surgieran por las mercadurías indianas, y de contribuir con un ocheno u octava parte (12,5%) de los gastos de armar naves comerciales, obteniendo entonces el mismo porcentaje de los beneficios. Los Reyes aceptaron todas las mercedes solicitadas, excepto el derecho de exclusividad en los pleitos, que dejaron pendiente de verificación, y entregaron a Colón una serie de documentos para su comisión, tales como una carta de presentación (en latín) para los príncipes cristianos que pudiera encontrar, otra (también en latín) para el Gran Khan que reinaba en China, los privilegios pedidos por Colón (nombramientos de Almirante y Virrey), una merced del título de don, y cinco provisiones para la puesta en marcha de la expedición. Entre ellas figuraban un seguro para que pudieran enrolarse en la expedición quienes tuvieran delitos pendientes, así como una orden a los vecinos de Palos de la Frontera para que pusieran a disposición de Colón las dos carabelas que estaban obligados a pagar "por haber deservido". Esta ultima provisión explica en parte -se han tejido las más diversas hipótesis al respecto- por qué se escogió Palos de la Frontera como punto de partida.

Dicha Villa estaba castigada por haber deservido, es decir, por no haber servido a los Reyes (no sabemos cuándo, pero posiblemente durante la guerra de Granada), a pagar dos carabelas al servicio de la Corona por el tiempo de un año. Para la expedición hacían falta tres, con lo que el problema se redujo a buscar la tercera. La provisión ordenaba a los paleños entregar a Colón las dos carabelas. Cristóbal Colón abandonó Granada el 12 de mayo. Pasó seguramente por Córdoba para dejar sus dos hijos al cuidado de doña Beatriz Enríquez de Arana y llegó a Palos el 22 del mismo mes. Allí presentó la provisión de castigo anteriormente citada, que se leyó el día 23 en la iglesia de San Jorge. Colón encontró muchas dificultades para enrolar la tripulación. Recurrió al seguro y logró que se apuntaran cuatro presos. Luego logró enrolar en la expedición a Martín Alonso Pinzón, el pescador rico de Palos, jefe de una gran familia y hombre de confianza para sus gentes. ¿Cómo logró convencerlo? El Padre Las Casas razonó: "Algo debió prometerle Colón a Martín Alonso Pinzón, porque nadie se mueve si no es por su interés". Jamás sabremos qué le prometió, no obstante, pues Martín Alonso murió a poco de regresar del viaje y Colón se cuidó mucho de no decir nada sobre este particular. Tras el rico del pueblo, se enrolaron muchos paleños, moguereños y gentes de Huelva, que formaron el grueso de la marinería. El alistamiento empezó el 23 de junio y debió ser de cerca de cien hombres.

Más complicada fue la elección de los barcos, asunto que Colón dejó en manos de Martín Alonso, que los conocía bien por razón de su oficio. Este escogió una carabela de Palos y otra de Moguer, que fueron la Pinta (propiedad del paleño Cristóbal Quintero) y la Niña (propiedad de la familia Niño). El tercer barco no fue una carabela, ignoramos por qué razón, sino una nao o carraca pequeña. Se llamaba la Santa María, alias La Gallega. Era propiedad de Juan de la Cosa, marino montañés residente en el Puerto de Santa María, donde parece que Colón negoció la embarcación. La Santa María estaba hecha en astilleros del norte y tenía 100 toneladas de arqueo y 25 metros de eslora. Como era la nave de mayor porte y tenía castillo (donde se instaló Colón con sus mapas y enseres), se convirtió en la capitana. En la nao iban diez hombres del norte, muchos de ellos vascos, y los oficiales reales (escribano Rodrigo de Escobedo, el veedor Rodrigo Sánchez de Segovia y el repostero de estrados del Rey, Pedro Gutiérrez), además del judío converso Luis de Torres, que sabía árabe y hebreo. El 1 de agosto se cargaron los alimentos. Al día siguiente embarcó la tripulación. El 3 del mismo mes, media hora antes de salir el sol, se soltaron amarras y se efectuó el desatraque. Las tres naves avanzaron hacia la barra del Saltés. La Santa María iba capitaneada por Colón, la Pinta por Martín Alonso Pinzón, y la Niña por Vicente Yáñez Pinzón.

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