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Datos principales


Rango

Area cultural andina

Desarrollo


El origen de la cerámica tiene lugar fuera de la región central andina; es un fenómeno del Extremo Norte y de los Andes Septentrionales. Las cerámicas más antiguas se han detectado en los períodos Turbana (4.000 a.C.) y Monsú (3.350-3.050 a.C.) de Monsú en Colombia, y tienen una fuerte relación formal con la alfarería de Puerto Hormiga (3.090 a 2.552 a.C.) en Colombia y de Real Alto y sitios de los complejos San Pedro y Achallan de Valdivia y Santa Elena (3.500-2.500 a.C.) en Ecuador. También muy tempranas son las cerámicas encontradas en Canapote (1.940 a.C.) y Barlovento (1.560 a. C.) en Venezuela. Esta tecnología no llega a los Andes Centrales hasta 1.800 a.C. en que aparece la cerámica Wayra Jirca-Kotosh, la cual tiene fuertes conexiones con la Tutishcanyo de la selva, también datada en 1.800 a.C. Por último, a los Andes Centro-Sur no llega hasta el 400 a. C. Algunos investigadores, como Meggers, Evans y Estrada han asignado un origen foráneo a las cerámicas americanas más tempranas, haciéndolas proceder de las cerámicas Jomón (6.000-2.000 a.C.) de la isla japonesa de Kyushu; pero en la actualidad se han establecido con claridad sus antecedentes americanos. Sanoja y otros estudiosos estiman que se difundió junto con el consumo de la mandioca dulce desde el Orinoco hasta los Andes y las tierras bajas tropicales de América del Sur. La evidencia obtenida hasta la fecha es que, a excepción de Kotosh y Tutishcanyo, la alfarería surge asociada a pequeñas aldeas situadas en las desembocaduras de los ríos y en las costas dedicadas a la recolección de productos de río y de mar y de carácter vegetal, las cuales introducen rápidamente los cultivos y la cerámica.

Sin embargo, esto no sucede en los Andes Centrales, donde agricultura y cerámica no son mecanismos culturales que caminan juntos y, por otra parte, tampoco agricultura/cerámica/ sedentarismo son fenómenos interrelacionados como ocurre en Mesoamérica. Los datos arqueológicos señalan que los pobladores de Las Vegas en la Península de Santa Elena y de Valdivia vivían dedicados a la pesca, la recolección y la agricultura de maíz, algodón, calabazas y raíces, y se establecían en aldeas nueleadas en las costas. Tales asentamientos ocupaban hacia el 2.000 a.C. casi todos los espacios costeros de la cultura Valdivia y tenían en algunas ocasiones incipientes sistemas de regadío, los cuales serían ampliados durante la fase Chorrera.

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