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Datos principales


Rango

Renacimientocultural

Desarrollo


Con el progresivo abandono por parte de los monasterios de las actividades docentes, fueron cobrando importancia las escuelas catedralicias o capitulares, dependientes del obispo. En 1073 Gregorio VII ordenaba la renovación de los estudios de artes en todas las escuelas episcopales, al considerar que era éste un elemento fundamental para el éxito de la propia reforma. La medida, continuada por otros Pontífices, fue culminada por Alejandro III en el III Concilio de Letrán, donde se decidió reservar una plaza para el cargo de maestrescuela (scholasticus, cancelarius o primicerius) en todos los cabildos catedralicios. El concilio también reguló la concesión por parte de los obispos de la oportuna "licentia docendi" a todos aquellos maestros que hubiesen sido declarados aptos, insistiendo siempre en la gratuidad de la instrucción dada a los clérigos. El ejercicio de la citada "licentia docendi", regulado ya en el sínodo de Rouen de 1074 al objeto de evitar desviaciones doctrinales, estaba en principio referido al simple ámbito diocesano, si bien resultó inevitable que fuera ampliándose progresivamente a otros territorios. El intento por restringir su aplicación resultó a la postre infructuoso, aunque permitió sistematizar los grados académicos y recortar cada vez más el carácter gratuito de la enseñanza. La importancia de las escuelas episcopales estuvo ligada desde casi el principio a la calidad de sus profesores y al prestigio de la sede titular.

Localizada por lo general en el claustro y con una clara finalidad religiosa, la enseñanza de cada una de las escuelas fue adquiriendo con el tiempo, sin embargo, cierta especialización, dictada por la personalidad de los propios maestros. Tal fue el caso de Chartres con la filosofía, París con la dialéctica, Orleans con la gramática y retórica, etc. Aparte de las escuelas episcopales, cuyos ejemplos más importantes se situaban en las regiones entre el Loira y el Mosela, existían en Italia, donde la civilización del escrito jamás desapareció, gran número de escuelas laicas. A diferencia de las catedralicias, estas escuelas, privadas o municipales, impartían sobre todo saberes utilitarios (lectura, escritura, retórica, contabilidad, derecho, medicina, etc.), destinados a los importantes elementos de la burguesía ciudadana. Mantua, Verona, Vercelli, Milán, Piacenza, Cremona y Ravena contaban con centros de este tipo, si bien los ejemplos más destacados parecen haber sido los de Pavía y, desde fines del XI, Bolonia, ambos especializados en la formación de juristas (iusperiti). Modelo similar al italiano presentaba la escuela de Montpellier, centrada en la medicina y dependiente a su vez del importante foco de Salerno.

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