Ordenes de canónigos

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ReligiosidadPlenitud

Desarrollo


Por lo general la imparable reforma de los cabildos durante los siglos XI y XII dio lugar a estrechas relaciones entre los centros reformistas y sus filiales, que culminaron en la formación de congregaciones jerarquizadas y con estrictos lazos de dependencia orgánicos. Comúnmente sus miembros fueron conocidos como canónigos negros. Una de las congregaciones más importantes fue sin duda la de san Rufo, fundada en Aviñón hacia 1038 por cuatro canónigos de la iglesia de san Rufo, que decidieron adoptar frente al cabildo la vida regular. Reorganizada por el abad Lietbert a principios del siglo XII, su apogeo se alcanzaría a mediados de esa misma centuria, cuando la congregación llegó a contar con 30 abadías y 80 prioratos en Francia y la Península Ibérica. A imitación de la de san Rufo surgió por esos mismos años la congregación de la Santa Cruz de Coimbra. Otra congregación destacada fue la de san Víctor, fundada por Guillermo de Champeaux en 1108 en la colina de santa Genoveva, extramuros de París. Desde un principio su carácter urbano y, sobre todo, su vocación intelectual modelaron su fama. Elogiada por san Bernardo y vivero de personalidades tan destacadas como Hugo, Ricardo y Adán de san Víctor, la congregación se extendió principalmente por el norte de Francia e Inglaterra. A mediados del siglo XII contaba ya con más de 30 casas y 40 prioratos. Congregaciones similares, dedicadas a funciones asistenciales y hospitalarias fueron las del Santo Sepulcro, san Eloy y san Bernardo.

Una nueva orientación en la reforma de la vida canonical fue la protagonizada por san Norberto (muerto en 1134). Miembro de la nobleza renana y antiguo canónigo secular, intentó en vano la reforma de su cabildo de Xanten, adoptando entonces la vida eremítica. Tras la concesión por el papa Gelasio II en 1118 del privilegio universal de predicación y fracasar de nuevo en Laon, fundó al fin en 1120, y a instancias del obispo de esta ciudad, el centro de Premontré. A pesar de la vocación ascética de la nueva comunidad, pensada para la reforma del clero canonical, san Norberto realizó a partir de entonces diversas campañas de predicación por Francia, Italia y los Países Bajos, polemizando con el heresiarca Tanquelmo y trabando amistad con san Bernardo. Nombrado a su pesar arzobispo de Magdeburgo en 1126, utilizó su nuevo cargo para dar alas al movimiento, que mantuvo siempre bajo las directrices diocesanas Tras triunfar en Magdeburgo, pese a la oposición frontal de los canónigos seculares, extendió su movimiento reformista por toda Alemania y Polonia. En 1137 había ya 120 centros premostratenses y, entre 1130 y 1150, coincidiendo con la expansión al resto de países occidentales, se superaban con creces las 1000 casas. Los estatutos más antiguos de la orden datan de 1140 y dependen claramente de la "Carta caritatis" cisterciense, aunque con algunas modificaciones, como la constitución de circarias o provincias idénticas a las diocesanas.

Con Hugo de Fosses (muerto en 1164) los premostratenses, conocidos ya como canónigos blancos, adoptaron su definitiva organización, de nuevo muy influida por la del Cister. La dedicación misional y el ascetismo seguían marcando empero las líneas básicas de su religiosidad, lo que acarrearía consecuencias muy positivas en el campo de la catequesis campesina y en la elevación del nivel moral del clero parroquial. Como misioneros, los premostratenses se expandieron por los territorios alemanes al este del Elba, contribuyendo así a la cristianización de wendos y estonios. En cambio, los centros situados en los reinos más occidentales se orientaron hacia la vida monacal, contribuyendo también a la formación de la primera orden tercera para seglares. De relevancia mucho menor fue la denominada orden gilbertina, fundada en 1131 por Gilberto de Sempringham (muerto en 1189). La orden, reducida sólo a Inglaterra, fue al principio femenina aunque dirigida por canónigos regulares, pasando luego a admitir también a varones. De estructura similar a la del Cister, que declinó en 1147 la oferta de fusión de los gilbertinos, la orden contaba fines del siglo XII con nueve monasterios dobles y cuatro canongías. Integrada también por canónigos regulares bajo la regla de san Agustín, fue la orden de la Santísima Trinidad.

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