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Vida cotidiana

Desarrollo


La evolución del arte paleocristiano motivará el nacimiento del Arte Bizantino. Pero la gran novedad estriba en que el arte Bizantino mantuvo también importantes rasgos de la cultura greco-latina, pudiendo considerarse un arte puente entre la antigüedad y el futuro Renacimiento. Bizancio apenas creó valores nuevos pero supo asimilar y fundir las influencias que llegaron desde oriente y occidente. Grabar considera al arte bizantino el "cristiano por excelencia, por su seriedad devota y solemne, por su apartamiento del mundo". Entre los siglos V y VII se desarrollará la llamada Primera Edad de Oro bizantina, relacionada con la obra de Justiniano. Los siglos IX al XII verán la Segunda Edad de Oro, separadas ambas por el período iconoclasta donde las imágenes estarán prohibidas y el arte vivirá un periodo de decadencia. La arquitectura bizantina va a mantener la grandeza romana y la elegancia griega, utilizando el elemento oriental como aglutinante. La cúpula sobre pechinas, el ladrillo como material, las bóvedas de aristas o la suntuosidad decorativa serán algunas de sus principales características. La planta favorita es la de cruz griega, envuelta en un espacio cuadrangular que permita el uso y disfrute de cúpulas y bóvedas. Su edificio más significativo es la iglesia -hoy mezquita- de Santa Sofía de Constantinopla, levantada en tiempos de Justiniano, quien pronunció una frase significativa cuando se acabó: "Salomón, te he vencido" en referencia a haber superado el mítico templo de Jerusalén construido por Salomón.

Lo más sorprendente de la iglesia es su espectacular cúpula de 31 metros de diámetro cuyos empujes se contrarrestan con dos bóvedas de cuarto de esfera que descansan en otras bóvedas. Este reparto de presiones permite alcanzar una sensación de ligereza en la construcción inigualable, a lo que contribuyen los dos pisos de arquerías que se hallan bajo los dos arcos formeros de la nave. Justiniano también mandó construir la iglesia de los Santos Sergio y Baco con planta octogonal y dos pisos o el desaparecido templo de los Santos Apóstoles, con planta de cruz griega y cinco cúpulas. En Ravena se desarrolló otro importante centro de arquitectura bizantina al ser esa ciudad capital del exarcado. En esa ciudad se construyeron las iglesias de San Vital -con planta de cruz griega- y San Apolinar in Classe y San Apolinar el Nuevo -donde se empleó la planta basilical, que fue dividida en tres naves a través de columnas-, destacando la bella decoración de mosaicos en estas dos últimas. El movimiento iconoclasta motivará el escaso desarrollo de la escultura bizantina; sólo conservamos algunos ejemplares de pequeño tamaño como placas de marfil formando dípticos o trípticos, entre las que destaca la Cátedra de Maximiano. A partir del siglo IX la iconografía bizantina aumentará con nuevas escenas del ciclo evangélico o de la Virgen. Quizá sea el mosaico el verdadero protagonista en la decoración, superando a la pintura.

La pobreza de los materiales constructivos exige la utilización de un revestimiento que otorgue riqueza a la edificación, y ese es el mosaico. En la primera etapa será Ravena el lugar más destacado con las excelentes representaciones de San Apolinar el Nuevo, San Apolinar in Classe o el Baptistero de los Arrianos, llenando de color sus paredes, destacando las excelentes procesiones de doncellas y santos que se dirigen a presentar sus respetos al Niño acompañado de la Virgen. La segunda etapa incorpora novedades iconográficas como el Tetramorfos -las figuras o los símbolos de los cuatro Evangelistas- o el Pantocrátor -Cristo omnipotente-. Los mismos colores vibrantes y encendidos que caracterizan al mosaico se encuentran también en la pintura, apareciendo una importante escuela de miniaturistas e iluminadores de libros.

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