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Datos principales


Desarrollo


El progreso económico durante el siglo IV a.C. fue acompañado de una intensificación de las relaciones con la Magna Grecia y con el mundo cartaginés. En el 348 a.C. se renovó el tratado de Roma con Cartago. Los comerciantes llegaron a ser en Roma un componente muy importante de la nueva plebe urbana. La penetración romana en Campania fue acompañada por la construcción de la vía Apia que unía Roma con Capua (312 a.C.). El nombre se debe al censor Apio Claudio el Ciego. Esta vía facilitó los intercambios económicos con el sur de Italia. Es indicativo de este empuje comercial el que algunos historiadores concedan a este sector mercantil romano, relacionado con el área de la Magna Grecia (entre los cuales habría sin duda elementos campanos admitidos en la clase dirigente romana), un peso decisivo en la posterior política anticartaginesa de Roma. También en este contexto de relaciones se llevó a cabo la primera acuñación romana en plata, sobre modelo griego. La arqueología nos ofrece pruebas exhaustivas de estas relaciones durante el siglo IV a.C. y comienzos del III. Así, por ejemplo, en la decoración del sarcófago de L. Cornelio Escipión Barbado se utilizan motivos arquitectónicos griegos. También ha aparecido en Roma gran cantidad de cerámica griega de esta época aunque, precisamente a comienzos de este siglo IV, es cuando Roma empieza a crear su propia cerámica local, respuesta en cierto modo a la cerámica pintada de estilo griego.

Esta cerámica, conocida como Genulicia, tenía claras influencias de la cerámica roja del sur de Italia y de Etruria. En los inicios del siglo III a.C. comienza a elaborarse una cerámica mucho más fina y decorada en negro, que imita los objetos de metal griego. Esta profunda e intensa helenización de Roma en esta época, que se aprecia, como vemos, en el plano económico-comercial, trascendió a muchos otros aspectos ideológicos del mundo romano. Así, por ejemplo, el pitagorismo constituyó durante esta época la cultura oficial de la elite romana. Se introdujeron nuevos cultos de dioses de la guerra y de la victoria, incluida la Victoria misma. Entre estos dioses es especialmente importante el culto a Hercules Invictus, estrechamente vinculado a los modelos griegos, cuyo arraigo en el mundo romano pronto alcanzó gran difusión.

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