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Etimológicamente, la palabra filosofía procede de los términos griegos philein (amar, aspirar) y sophia (sabiduría) por lo que su significado sería amor o aspiración a la sabiduría. Numerosos autores antiguos consideran a Pitágoras como el inventor del término ya que en su viaje por Grecia fue interrogado por el tirano Leonte de Fliunte sobre su profesión a lo que él respondió que no era sabio sino amante o buscador de la sabiduría (filósofo). El objetivo de la filosofía es, por lo tanto, saber, conocer, dar respuesta a las preguntas que todos nos planteamos relacionadas con la naturaleza y su creación, abandonando los mitos para dar protagonismo al logos. Los filósofos presocráticos están considerados como los promotores del cambio de pensamiento experimentado en Grecia. No formaron una escuela e incluso tienen pensamientos diferentes pero fueron los primeros en plantearse la búsqueda del saber. Tales de Mileto (624-546) será considerado el padre de la filosofía por Aristóteles. Considera el agua como el elemento único de lo que todo está hecho, otorgando un importante papel al movimiento. Anaximandro de Mileto (610-547) continuó la obra de Tales e introdujo el apeirón como el elemento clave del universo, desde donde se originarán parejas de contrarios que serán las causas de todos los procesos. El hombre sería el descendiente de los peces. Para Anaxímenes (588-524) el origen de todas las cosas está en el aire, desde donde parten los diferentes elementos.

Pitágoras de Samos (580-496) formó una comunidad filosófica en Crotona con durísimas normas de convivencia. Su pensamiento se basa en los números por lo que profundizó en las matemáticas, en la música y en la astronomía. Planteó la teoría de la transmigración de las almas, estando las almas castigadas a permanecer junto a un cuerpo del que se separarían tras la muerte, desarrollando una reencarnación considerada regeneradora. Jenófanes de Colofón (570-475) plantea que sólo hay "un Dios que es Uno y Todo" y de él proceden todas las cosas, renunciando así a las teorías del antropomorfismo y la pluralidad de dioses. Heráclito de Efeso (544-484) continuó con esta línea e incluso avanzó al considerar que la religión sólo era útil para los que temían a la muerte. "Todo fluye y nada permanece" será su máxima, apuntando a la guerra de contrarios como el principio de la creación. Parménides de Elea (515-440) se opone a Heráclito, siendo considerado el creador del método racionalista. Los planteamientos de Parménides serán rechazados por Demócrito de Abdera (460-370) al plantear la existencia de átomos que conforman las diferentes cosas. Zenón de Elea (490-430) se considera el creador de la Dialéctica aunque alcanzaría más fama por sus argumentos sobre el movimiento al plantear que Aquiles nunca alcanzaría a una tortuga si ésta obtuviera ventaja.

Empédocles de Agrigento (490-430) considera que el origen del Universo está en los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, presentes en todas las cosas. El amor sería la fuerza que une a esos elementos mientras que la discordia o el odio los separa. Anaxágoras de Clazómene (499-428) considera la existencia de unas partículas como las componentes de las cosas, organizadas gracias a una mente rectora después del caos inicial. Rechazaba el planteamiento de la desaparición tras la muerte. Los sofistas forman una importante escuela desde donde aportarán fundamentales dosis de crítica y relativismo a la ciencia, la historia, la ética o la religión. Proponen impartir una formación general a los jóvenes para adaptarlos a la vida pública, a través del conocimiento del arte de hablar o retórica, del arte de la prueba o dialéctica y de la educación cívica. Protágoras de Abdera (480-410) puede ser considerado como el más importante entre los sofistas, incorporando significativas muestras de relativismo y subjetivismo a su pensamiento al considerar al hombre como la medida de todas las cosas, así como de escepticismo cuando plantea que la virtud es la destreza del fuerte. Gorgias de Leontino ahonda en ese escepticismo mientras que Hipias de Elis manifiesta que la ley es la tiranía del individuo. Sócrates (469-399) supera el escepticismo sofista y crea la filosofía antropológica al contraponer a la sensación la universalidad de la razón.

El hombre debe alcanzar la verdad mediante el autoconocimiento ("conócete a ti mismo" será uno de sus planteamientos favoritos) y desarrollar su intelecto ("sólo sé que no sé nada"). La ignorancia nos llevará a la maldad por lo que a través del conocimiento y la inteligencia alcanzaremos la virtud. Pero esa inteligencia hay que desarrollarla, estimulando la búsqueda del conocimiento y de la razón "característica principal del hombre" según Sócrates. El daimónion (voz interior) constituye la única guía moral del individuo. Su oposición a las clases dirigentes provocó una acusación de impiedad y de corrupción de menores por lo que fue condenado a beber la cicuta. Sus amigos y colaboradores le posibilitaron la huida de Atenas a lo que él rehuyó. Platón (427-347) debe este nombre a la amplitud de su espalda, considerándose que se llamaba Aristocles, como su abuelo. Oponiéndose a la relatividad manifestada por los sofistas, Platón se interesa por la doctrina de Sócrates desde donde parte para desarrollar sus propios planteamientos basados en la existencia del mundo de las Ideas y el mundo del Ser, contrapuestos al mundo de las Apariencias. La formación del mundo se debe a una inteligencia, a un demiurgo, que desarrolla las apariencias (no ser) tomando las ideas como punto de partida. El individuo está formado de cuerpo y alma, siendo ésta inmortal. Existe un número limitado de almas por lo que es necesaria la reencarnación. Esta unión de alma y cuerpo es accidental y violenta.

El Estado platónico está estructurado en tres clases: los filósofos que gobiernan, los guerreros que defienden a la sociedad y los artesanos que trabajan. La finalidad del Estado es que sus ciudadanos sean felices por lo que la Justicia debe ser la rectora, junto a la Prudencia, la Fortaleza y la Templanza. Todos estos planteamientos están recogidos en sus principales obras como El banquete, La república, Timeo o Fedón, estructuradas en forma de diálogos donde el protagonista es Sócrates hablando con sus discípulos. En el año 387 a. C. fundó la Academia de Atenas. Aristóteles (384-322) se formó en la Academia Platónica y fue nombrado preceptor de Alejandro por su padre, Filipo de Macedonia. A su regreso a Atenas fundó el Liceo donde se desarrolla la escuela peripatética denominada así porque los discípulos recibían la enseñanza mientras paseaban por el jardín. Aristóteles abarca todo el saber de su época, rechazando el idealismo platónico para fundar la lógica formal a través de su Organon donde basa la reflexión analítica, la construcción especulativa y el método empírico. El Organon está constituido por la Metafísica, la Física, la Lógica, la Política y la Retórica. La Metafísica estudia el ser en cuanto a ser, compuesto de materia y forma por lo que el ser es múltiple y no único. Una de las más importantes aportaciones de Aristóteles es la relación entre potencia y acto. El paso de la potencia al acto es el devenir, devenir que implica la existencia de una causa primera, un "primer motor inmóvil" que sería Dios, la "causa de las causas".

Alma y cuerpo forman un solo ser. El fin del hombre es la felicidad, siendo el Estado el lugar apropiado para alcanzar esa felicidad mediante la virtud. Las conquistas militares de Alejandro provocarán la expansión y el contacto de la cultura griega hacia Oriente. Aparecen en esta época helenística nuevas corrientes de pensamiento como las escuelas epicúrea, estoica o cínica que se mantendrán hasta la época romana. Los epicúreos se interesan por el placer, por el goce continuo, siempre que ese disfrute sea regido por la inteligencia. La escuela estoica fue fundada por Zenón de Citio (335-264) y debe su nombre a las lecciones impartidas en un pórtico (stoa en griego). El acertado uso de la razón y la práctica de la virtud serán los dos puntales de esta filosofía, manteniendo siempre la independencia con el exterior. Los cínicos tuvieron en Diógenes de Sínope (404-323) a su máximo representante, siendo famosa la anécdota, posiblemente falsa, del encuentro con Alejandro. El monarca fue a visitar al filósofo que vivía en un tonel y sin apenas recursos, ofreciéndole lo que quisiera. La respuesta de Diógenes fue que se apartara porque le estaba quitando el sol.

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