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Desarrollo


La tradición se refiere a diversos pueblos que habitaban las islas y las costas asiáticas antes del asentamiento definitivo de los griegos. Sus nombres étnicos se identifican habitualmente con los que aparecen en los documentos orientales relativos a los Pueblos del Mar. Entre los licios, situados históricamente en la región suroccidental de Asia Menor, mantenían según la tradición prácticas de sucesión matrilineal que se reproducían en contacto con los helenos de cuya emigración se hacen eco las leyendas. Con ellas se relaciona igualmente el culto primitivo a Apolo Liceo. El nombre se relaciona igualmente con el griego lykos, lobo, animal que aparece en la leyenda relacionado con su madre Leto, a la que en ocasiones guía y que en ocasiones se transforma en una loba, antes del nacimiento del dios, por lo que éste recibe a veces el epíteto de Licógenes, nacido del lobo. En las leyendas, primero Belerofonte y luego Sarpedón se convirtieron en reyes por sus matrimonios con la hija del rey en cada ocasión. El segundo era el conductor de las tropas licias, aliadas de los troyanos en la guerra de Troya, aunque estaba presente Glauco, el mismo hijo de Hipóloco, que era a su vez hijo de Belerofonte. Glauco, sin embargo, aparece al servicio de Sarpedón. Al noroeste del territorio ocupado por los licios se hallaban los carios, de quienes todavía en época histórica se dice que estaban gobernados por una reina de nombre Artemisia en la ciudad principal de la región, Halicarnaso.

Los contactos de la costa occidental de Asia Menor, en la parte más meridional, fueron el fenómeno clave para la penetración del culto de Ártemis, desde su independencia como diosa de la fecundidad y fertilidad, a la integración en la tríada con Leto y Apolo y, finalmente, a su adopción como hija de Zeus. Los contactos sexuales de los inmigrantes tuvieron que ser conflictivos, según se desprende de un capítulo de Heródoto (I, 146), donde se cuenta cómo los griegos mataron a los varones carios e hicieron suyas a sus esposas, que luego se negaron a comer con ellos y a llamarlos por sus nombres. La dominación constituyó al mismo tiempo un motivo de conflicto que afectaba a las prácticas relacionadas con la posición de los sexos en la sociedad. Los antiguos identificaban a los carios con los léleges, habitantes, de modo confuso en la tradición, de diversas zonas de la Grecia continental balcánica. El pueblo que en Grecia se consideraba más unánimemente como antecesor de los griegos era el de los pelasgos, que sobrevivía en algunos lugares como la isla de Lemnos, en denominaciones tradicionales de dioses como el de Zeus Pelasgio en Dodona, en la Grecia del norte, y de quienes los atenienses se consideraban descendientes directos. Eran autóctonos por ser pelasgos helenizados, según una tradición muy utilizada con fines propagandísticos para justificar la superioridad ateniense en los derechos territoriales. Se decía que los pelasgos eran tirrenos, como los etruscos, que según la tradición recogida por Heródoto descendían de los lidios, pueblo situado en Asia Menor al norte de los carios.

Los lidios tuvieron un importante protagonismo en las condiciones en que estallaron las guerras médicas. Durante la época oscura, el mar Egeo se convierte en un mar griego, aunque la supervivencia de poblaciones prehelénicas sea evidente en muchos casos y la población resultante sea producto de un proceso de integración, donde ambos elementos formen un todo nuevo, que desde luego es el que define realmente a lo griego, étnica y culturalmente. La lengua griega, con sus dialectos, se configuró aquí en el mismo proceso de ocupación e integración. La dialectología y las variantes, los rasgos indoeuropeos de la lengua junto a los propios de las lenguas prehelénicas que en ciertos aspectos son dominantes, constituyen fenómenos paralelos a los que en la historia fáctica están representados por las tradiciones sobre piratas carios, unidos a las que insisten sobre las relaciones matrimoniales entre individuos de procedencia aquea con los aborígenes, hijos del rey, adoptando sus tradiciones matrilineales. La violencia y los pactos están presentes. Junto a esto, se conocen auténticas acciones de violencia como la que llevaron a cabo los atenienses entre los pelasgos de Lemnos.

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