Santuario de la Virgen de Araceli

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Datos principales


Fecha

Siglo XVI

Lugar

Lucena

Localización

Lucena, Córdoba

Localización


Desarrollo


Situado en la cima de la Sierra de Aras, prácticamente en el centro de Andalucía, a seis kilómetros de Lucena, dominador desde sus 863 metros de altitud de un amplísimo panorama sobre tierras de cinco provincias andaluzas, este Santuario tiene su origen en la traída desde Roma a Lucena por D. Luis Fernández de Córdova, II Marqués de Comares, de la hermosa imagen de Nuestra Señora de Araceli, Patrona de Lucena y del Campo Andaluz, en abril de 1562. Arquitectónicamente se constituye como un templo de tres naves con crucero. La nave central que alberga un coro es más ancha y elevada que las laterales comunicándose con ellas por medio de series de cuatro arcos de medio punto sobre columnas toscanas de jaspe de aguas meladas. El interés de esta iglesia radica no obstante en la cúpula sobre pechinas y en el tramo de bóveda, de medio punto con lunetos, que cubre el presbiterio. En estos espacios la densidad decorativa oculta casi totalmente los elementos puramente constructivos, derramándose amplia y generosamente fuera de la media naranja a través de las pechinas y los arcos torales y descendiendo por los pilares que sustentan el ámbito. Sobre la cornisa, que aparece a intervalos regulares penetrada por la carnosa hojarasca, las flores y los angelotes de estuco, la cúpula presenta ocho bandas radiales, iniciadas y terminadas con cabezas de querubines, con guirnaldas de flores y frutas que convergen en el gran florón central. En cada una de las cuñas de la cúpula los elementos ornamentales, en la órbita de los que prodigó el lucentino Francisco Hurtado Izquierdo, se convierten en marcos barrocos cuyos límites cierran sólo las bandas y la cornisa, para los óvalos de pintura con símbolos marianos.

En esta apoteosis de formas el tránsito del arco toral correspondiente al tramo del presbiterio hasta la bóveda se realiza prolongando las yeserías de la cúpula y situando en la clave del arco un grupo de angelotes que enmarcan un escudo con una María. En otra, cuyo diseño es atribuible al presbítero Leonardo Antonio de Castro, contratista de la misma, constituye desde su sintonía de curvas y contracurvas donde la luz juega con las profundas carnosidades de las hojas y los ángeles, donde al blanco de los yesos se unen unos muy concretos toque de azul o de rojo, el preludio de un barroco definible como lucentino, que hallará su expresión más grandiosa en el Sagrario Mayor de San Mateo. El camarín de María Santísima de Araceli se organiza en dos tramos de sentido longitudinal respecto al eje del templo, separados por un arco toral de medio punto y ambos distanciados en el tiempo por menos de un siglo. El primer tramo y más antiguo se puede fechar en el último decenio del siglo XVII. De planta rectangular, en sus lados mayores se sitúan la boca del camarín, abierta al retablo mayor y exornada con otro retablo interior, y el arco toral que marca la separación con el segundo tramo. Los parámetros de los arcos torales de medio punto se cubren con un zócalo de azulejos valencianos de la época, telas preciosas, lienzos, imágenes, esculturas y relicarios. La cúpula es elíptica, sobre pechinas. Su cornisa está decorada con bandas denticuladas y de goterones bajo friso de hojarasca.

Ocho bandas radiales dividen la media naranja, concurriendo hacia un florón dorado y enmarcando una orquesta angélica, pintada al fresco, cuyos protagonistas tocando diferentes instrumentos se hallan rodeados por angelotes portando flores, mientras entre nubes aparecen cabezas de querubines. Las obras del segundo tramo de este camarín se iniciaron en 1752. De planta también rectangular en este espacio se abren tres vanos que corresponden a dos ventanas y a la puerta de acceso. El ámbito se cubre con una cúpula sobre pechinas agallonadas, en cuyos fondos aparecen textos bíblicos relacionados con la Virgen. Bajo las pechinas y como prolongación descendente de éstas, en cada rincón se sitúan sobre sendas repisas los tres arcángeles y el ángel custodio. La cornisa se contorsionaba en formas mixtilíneas en alas de la plenitud de su estilo rococó, y las ocho bandas radiales decoradas con espejos de la cúpula convergen en el tradicional florón que, a su vez, se abre y penetra los espacios entre las bandas a manera de estrella. cuatro hermosas cornucopias de marcos tallados y dorados ocupan de modo alterno los espacios vacíos de las cuñas sobre fondos pintados con angelotes tunantes. Los otros cuatro espacios se cubren con delicadas y geométricas tallas que enmarcan pequeños espejos. Los paramentos de este cuerpo están decorados con pinturas al fresco representando ángeles guerreros, de clásicas armaduras entre fantásticas arquitecturas, guirnaldas de flores y frutas, coallas, santos, paisajes y animales.

El Retablo Mayor presenta dos partes: la externa, de cara a los fieles, y la interior, hacia el camarín. Exteriormente y en sentido vertical, el retablo presenta una sola calle, en cuyo centro se encuentra el gran hueco o boca del camarín, rematado en un medio punto sobre el que se halla una tarja de rizadas hojas doradas y policromadas. Horizontalmente está constituido por tres cuerpos: banco, principal y ático. El coronamiento, penetrado por la tarja situada sobre el hueco del camarín, está constituido por un frontón curvo, partido, con grandes volutas, en cuyo centro aparece un lienzo con la simbólica paloma del Espíritu Santo rodeada por cabezas de querubines, enmarcado con moldurajes denticulados y un frontón curvo. Frente a la imagen de Nuestra Señora de Araceli, sobre dos altos pedestales se levantan paredes de columnas salomónicas con capitel corintio y decoración de pámpanos. Los elementos decorativos de la cornisa son idénticos a los del retablo mayor; sin embargo, en el ático, los elementos sustentantes están constituidos por dos pilastras que enmarcan un cuadro con una reproducción de la Sábana Santa de Turín. En cuanto a los retablos laterales, los de San José y Santa Bárbara están realizados en madera jaspeada y dorada. Se levantan estos dos retablos sobre una planta trapezoidal de lado menor avanzado, articulándose en sentido horizontal en tres órdenes: predella, principal y remate; y en vertical en tres calles, la central más ancha que los laterales.

En la predella, donde se incluye el sagrario, cuatro modillones decorados con ángeles atlantes y talla son los soportes de los estípites que verticalizan el cuerpo principal en cuyo centro, en hornacina de medio punto con venera, bajo dosel y corona, se sitúa la imagen de San José. En las calles laterales, sobre repisas, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana. El plano, más avanzado de la calle central se prolonga en el ático, en el que un cajeamiento se sitúa en óvalo de óleo sobre tabla representado la Huida a Egipto. Las calles laterales de este coronamiento están ocupadas por unos alerones, muy planos, con molduras doradas y golpes de talla. Salvo ligeras variaciones decorativas, el retablo de Santa Bárbara es similar al anterior. En la hornacina principal se muestra la imagen de Santa Bárbara y en las laterales San Rafael y San Miguel. Las andas de la Virgen son de plata en su color y sobredorada. Estas andas están constituidas por cuatro columnas muy esbeltas, de estilo manierista, sobre pedestales prismáticos, que combinan tramos bulbosos con otros muy finos, ligeramente acanalados. Estos cuatro soportes enmarcan unos arcos de sección cuadrada decorados con esgrafiados vegetales y geométricos, en cuyas claves aparecen unos querubines cincelados. Culmina el conjunto con una cúpula semiesférica que descansa sobre las cornisas. Esta cúpula calada, culmina con un remate de jarrón con cruz. Completan el conjunto cuatro elegantes pináculos en las esquinas.

Es obra documentada de Martín Sánchez de la Cruz, en 1628. Sus medidas son 150 cm. de lado; 210 hasta la cornisa y 285 hasta el remate de la cúpula. El pedestal de la Virgen se utiliza para colocar la imagen de Nuestra Señora en su Camarín. De madera tallada y dorada, con inclusión de taracea, se divide en dos cuerpos; el primero, de planta mixtilínea, se apoya sobre cuatro patas en forma de volutas y se decora con remates de esferas y pináculos elaborados en el jaspe de aguas meladas de la Sierra de Aras, así como con esculturas de angelitos que portan palmas. El cuerpo superior se apoya en el primero por medio de cuatro soportes en forma de S con decoración de rocallas y espejos embutidos, presentados en su frente dos hermosos ángeles turiferarios, con doradas corazas y cimeras. Es obra del lucentino Pedro de Mena en 1759.

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