Monasterio de Santa María

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Datos principales


Fecha

Siglo XI

Lugar

Santa Cruz de la Serós

Localización

Sta. Cruz de la Serós, Huesca

Localización


Desarrollo


El monasterio benedictino de Santa María -dependiente del cercano cenobio de San Juan de la Peña- fue fundado por Ramiro I, concediendo a la institución bienes para que organizase una hospedería y confiándole a su hija menor, doña Urraca. Otra de las hijas del monarca aragonés, llamada doña Blanca, viuda tras el fallecimiento del conde Armengol, ingresó en el convento en el año 1070, produciéndose el momento de máximo esplendor de la institución al ser nombrada abadesa. Cuando doña Blanca murió, veinticinco años después, donó todos sus bienes al convento, siendo enterrada en un magnífico sarcófago que hoy se conserva en Huesca. Las monjas - sorores" o "serores" en aragonés, de ahí el nombre del pueblo en el que se asienta la fundación benedictina- abandonaron el lugar en el siglo XVI para instalarse en Jaca, lo que motivó la decadencia del convento. La ruina que siguió al abandono afectaría a la mayor parte de las dependencias, excepto a la magnífica iglesia. El templo presenta planta de cruz latina, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón y tres ábsides, el central con planta circular, cubierto con bóveda de medio cañón y muy marcado al exterior, mientras que los dos laterales son de pequeño tamaño, como si se tratara de absidiolos, creando al exterior el efecto de ser contrafuertes. La iglesia muestra un atractivo aspecto, al disponerse de manera escalonada, rematándose el conjunto con una espectacular torre coronada por un cuerpo octogonal, cubierto por una cúpula. Sobre el crucero de la iglesia aparece una cámara cuadrangular cubierta por una bóveda de media esfera sobre trompas. El uso al que se destinaba esta cámara, adosada al muro sur de la torre, nos es desconocido. La portada del templo se abre en el lado occidental y consta de cuatro arquivoltas, mostrándose en el tímpano una composición escultórica muy similar a la de la catedral de Jaca: dos leones flanqueando un crismón circular. Algunos de los capitales, tanto del interior como del exterior, son historiados, mostrando el típico canon románico de figuras de pequeño tamaño con cabeza grande.

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