Benavente

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Datos principales


Tipo

Pueblo o ciudad

Antecesor

Zamora (provincia)

Localización


Desarrollo


Ubicada al borde del río Esla, la ciudad zamorana de Benavente ocupa una estratégica posición, lo que históricamente ha hecho que su solar esté ocupado desde antiguo. Existe una densa presencia de castros y asentamientos vacceos en la región, una ocupación que continuará durante la época romana. Precisamente éstos, los romanos, harán pasar por aquí la calzada que unía Asturica Augusta -Astorga- con Occelo Dauri -Zamora-, así como la que enlazaba Asturica con Caesar Augusta -Zaragoza-. Posiblemente provocado por su importancia estratégica, tras los romanos pasaron por el lugar primero los suevos y, después, los visigodos, a los que siguieron los árabes. Éstos no acabaron de asentarse en el lugar, probablemente debido a la lejanía de sus bases de origen y a la hostilidad de los pueblos norteños. En consecuencia, las tierras que circundan Benavente fueron en los primeros tiempos medievales un despoblado, una tierra de frontera. La llamada reconquista llega pronto a estas tierras, sucediendo aquí la Batalla de la Polvorosa. El verdadero impulso a Benavente lo da el monarca Fernando II, quien pasa buena parte de su tiempo en la localidad y promueve con su presencia la llegada de nobles, artesanos y pobladores. En esta época se levantan las iglesias de Santa María la Mayor y de San Juan del Mercado, y se dota Benavente de dos Fueros, uno en 1164 y otro en 1167. Conforme la zona va adquiriendo mayor vigor, en las cercanías de Benavente van surgiendo nuevas fundaciones, como los monasterios que son construidos en Granja de Moreruela o Santa Colomba de las Monjas.

La importancia de la ciudad se ve acrecentada con la existencia de un mercado semanal y de una feria anual, que atraen a numerosos productores y comerciantes desde zonas alejadas, muchos de los cuales acaban por asentarse en Benavente y constituir sus propios barrios. Bajo el monarca Enrique II Benavente pasa a ser ducado, siendo entregado por el rey a su hijo bastardo D. Fadrique. Con el paso del tiempo, éste cayó en desgracia y murió, por lo que la ciudad regresó de nuevo a la tutela real. Algún tiempo después Benavente es de nuevo entregada, recayendo esta vez en Juan de Pimentel, un noble portugués que la recibe en pago a sus servicios: la ciudad y su territorio tendrán ahora la consideración de condado. Tierra de frontera, Benavente es disputada en muchas ocasiones por las coronas de Castilla y Portugal. Las guerras y conflictos entre ambas coronas, así como las disputas nobiliarias, afectarán a Benavente en no pocas ocasiones. Entretanto, pese a tantos vaivenes, la vida de sus habitantes sigue su marcha. Algunas órdenes monacales fundan aquí sus cenobios, como franciscanos y dominicos. De entre los primeros surge la figura de uno de los más importantes cronistas de la Nueva España, Fray Toribio de Benavente, de sobrenombre Motolonía. Los siglos XVIII y XIX, una época de convulsión para toda España, lo serán también para Benavente. La guerra de Sucesión, primero, y la invasión de Napoleón -quien pasará en persona por Benavente-, después, afectarán a la ciudad y sus gentes. Especialmente dañina será la segunda, que destruyó algunas de las joyas artísticas de la localidad e hizo que otras fueran saqueadas. Otro hecho destacable es la Desamortización, que hace desaparecer tres conventos en los que se cursaban estudios superiores. Hoy en día Benavente es una pujante ciudad del noroeste de España, cruce de caminos entre Madrid, Galicia, Asturias y León. Son sus monumentos más destacados las iglesias de Santa María de Azogue, de San Juan del Mercado, el Hospital de la Piedad y el castillo de la Mota#MONUMENTOS#496].

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