Ayers Rock

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Datos principales


Tipo

Emplazamiento

Antecesor

Australia

Localización


Desarrollo


Ayers Rock, situada en el Parque Nacional de Uluru, la reserva aborigen del Desierto Central, es sin duda, junto con la Opera de Sidney, la imagen más popular de Australia. Desde Alice Springs puede llegarse en coche o en avión. Desde el aire semeja una gran protuberancia roja, olvidada por algún espíritu ancestral en medio de la infinita llanura abrasada que la circunda. Al aproximarnos captamos sus dimensiones reales: 350 metros de altura sobre la tierra que la rodea y 9 kilómetros de circunferencia. Desde su base parece tener la textura de una gruesa piel, a la vez tersa y arrugada, que tiene 6.000 millones de años. Todas las tardes, fiel a su cita cósmica, la roca produce su propio espectáculo luminoso mediante la luz del soberbio proyector natural que es el sol: como en el mejor de los shows psicodélicos, su color pasa del pardo al rojo, al anaranjado, al violeta, al azul y al verde. A continuación, caen las tinieblas y la roca desaparece. No es de extrañar que para los aborígenes tenga un carácter sagrado. Los Pitjantjatjara y los Yangkuntjatjara creen que antiguamente fue un grano de arena y que seres ancestrales le dieron su forma actual y sus diferentes rasgos morfológicos. La roca presenta, en efecto, numerosos paramentos lisos y también enormes grietas y hendiduras, que albergan gran número de fuentecillas, algunas permanentes. La caída del agua crea en su base una pequeña laguna y un tapiz verde y fértil; numerosos animales acuden aquí a beber y comer, cosa que aprovechan los aborígenes, siempre en perpetua búsqueda de alimento.

Los turistas pueden ascender a su cima pero la subida no es fácil. Al pie de la roca un cartel advierte del esfuerzo necesario y cita el número de muertos por agotamiento, caída o ataque cardíaco de algún que otro imprudente que no supo medir sus fuerzas. La propiedad oficial de esta zona, llamada Parque Nacional de Uluru, les fue concedida a los aborígenes en 1985. Como era de esperar, ellos se lo han alquilado al Gobierno que, a su vez, lo ha subarrendado a empresas hoteleras y a tours operators. Muchos intersticios y oquedades de la roca presentan pinturas rupestres. Sin embargo, lo más conocido de esta zona son los lienzos pintados con acrílicos, que ilustran los mitos de creación más antiguos del mundo. Hasta hace 20 años estos mitos se representaban sobre la arena del desierto, o en la pintura corporal, pero los blancos han sabido inducir a los aborígenes a que lo hagan sobre lienzo, y hoy día constituyen una industria tan remuneradora como la de las pinturas sobre corteza de eucalipto. A primera vista estos lienzos parecen abstracciones. Sin embargo, se trata de un arte totalmente figurativo, aunque las formas se reducen a unas cuantas huellas humanas y de animales, algunas estilizaciones vegetales y catorce o quince elementos gráficos básicos: círculos concéntricos, herraduras, óvalos, signos longilíneos y serpentiformes, etc. La clave para interpretarlas está en la percepción que aquí tiene el cazador del desierto vacío que forma su entorno: el calor abrasador obliga a los animales a hacer vida noctámbula y su presencia, la de sus madrigueras o la de otros seres humanos sólo es perceptible por las marcas o huellas que dejan en la arena, que se convierten en líneas muy simplificadas, en estereotipos, con un lejano parecido con el modelo original. Sin embargo, a pesar de su aparente simplicidad, se trata de un sistema artístico con una extraordinaria riqueza de matices -cada color indica un objeto distinto- y representan los mitos más ricos y antiguos de la Humanidad.

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