Abidos

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Datos principales


Tipo

Pueblo o ciudad

Antecesor

Egipto

Localización


Desarrollo


Conocida entre los egipcios como Abeydu o Tyeny, era una ciudad del VIII nomo del Alto Egipto, cuya capital, Tinis, debió estar cerca. Abidos era uno de los máximos centros religiosos del antiguo Egipto para el culto de Osiris. Ubicado en el Egipto Medio, a 36 km de Sohag, hacia el 3000 a.C. comenzó la costumbre de enterrar allí a los primeros reyes de la historia del país unificado. Ya en el periodo Protodinástico Abidos fue un centro religioso relacionado con el culto funerario. Su dios local, Khentamentiu ("el primero de los que están en Occidente" -Occidente, es el lugar por donde se pone el sol, es decir, donde "muere", y por ello es el rumbo que se identifica con la muerte-) cobró gran importancia durante las primeras dinastías. Más tarde, durante el Imperio Antiguo, esta deidad fue identificada con Osiris, quien adjuntó su nombre al lado de sus atributos y acabó por convertirse con el dios egipcio de todo lo relacionado con el mundo de ultratumba. Los egipcios consideraron a Abidos una ciudad sagrada, pues pensaban que en ella estaba la tumba de Osiris. Por este motivo realizaban peregrinaciones y los faraones pusieron su atención en este lugar para hacerse enterrar en él -todos los faraones de la I dinastía y dos de la II-, o construir cenotafios con los que participar simbólicamente en la resurrección de Osiris. El templo de Osiris logró su mayor esplendor durante el Reino Medio y los primeros ramésidas, es decir, a comienzos y finales del III milenio a.

C. Sethi I mandó levantar un templo funerario y un cenotafio. El primero fue dedicado a sí mismo y a otras seis divinidades (Osiris, Isis, Horo, Ptah, Ra-Haractes y Amón-Ra). Contamos con una descripción del geógrafo Estrabón, que lo llama Memnonio. Del segundo, el cenotafio, llamado Osireion, sabemos que se hallaba tras el templo. Su estructura recordaba a la de una tumba y simbolizaba las aguas primordiales y la colina de la que surgió el mundo. Los muros de la estructura albergan representaciones simbólicas de carácter astrológico y cosmogónico. Ramsés II, por último, completó la decoración del templo de su padre y ordenó levantar un templo funerario, de menor tamaño y no muy bien conservado.

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