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Datos principales


Rango

Renacimiento Español

Desarrollo


La vitalidad que experimenta la tradición gótica a partir de los últimos años del siglo XV responde principalmente a su capacidad para adaptarse a unas nuevas exigencias funcionales y a su idoneidad para ser utilizada como símbolo y emblema de la monarquía española. Sin embargo, el sistema tectónico gótico, e incluso los repertorios decorativos a él asociados, tuvieron que adaptarse forzosamente a las múltiples necesidades derivadas del nuevo régimen político instaurado por los Reyes Católicos. Como ya señalara Víctor Nieto, los elementos arquitectónicos se redujeron y sistematizaron mediante un proceso de simplificación y unidad, sin renunciar por ello a cierta complejidad ornamental, concentrándose en una serie de modelos fácilmente repetibles y nada propicios a experimentar sustanciales variaciones formales. Iglesias, conventos, hospitales y otros edificios públicos o privados se estructuran de acuerdo a una serie de tipos que se repiten durante su reinado, originando un arte unificado en el que se fija la impronta de los modelos patrocinados por la monarquía. La arquitectura gótica se convierte de esta forma en un instrumento de afirmación de la filosofía política y de las inquietudes sociales de los soberanos. En relación con este proceso de regularización formal y simplificación tipológica emprendido en la arquitectura oficial de los Reyes Católicos, el modelo de templo constituye un eficaz ejemplo para entender la nueva configuración de los espacios sagrados.

La iglesia, como la del convento de San Juan de los Reyes de Toledo, está formada por una nave con capillas entre los contrafuertes, crucero, a veces con cimborrio, presbiterio poco profundo y coro a los pies en altura. Concebida con un plan unitario, se articula mediante un efecto perspectívico determinado por la axialidad de la nave y el espacio centralizado de la cabecera, rompiendo así con la disposición cruciforme tradicional formada por la nave, crucero y capilla mayor. Ello se traduce en una percepción monofocal del presbiterio y en una comunicación visual de los núcleos jerárquicos más importantes de la iglesia: el coro, destinado a los monarcas, y la cabecera, donde se instala el retablo y altar mayor. En el caso de la iglesia del convento de Santo Tomás de Avila, por la posición elevada de este último, se establece una comunicación visual directa de ambas zonas. Sin embargo, la utilización de este modelo regular en la disposición interior de los templos no se corresponde con una única solución para el exterior de los mismos, aunque las fachadas se piensen otorgando un papel muy representativo a la portada, donde se dispone una decoración profusa y menuda. Valga como ejemplo la portada del colegio de San Gregorio de Valladolid. En éste, como en otros edificios de la época, la diafanidad estructural del conjunto contrasta con la suntuosidad y profusión de los elementos decorativos de la portada. Con todo, el uso reiterativo de símbolos y emblemas vinculados a la monarquía y la presencia majestuosa de estas portadas-retablo convierten a estos conjuntos en la expresión más idónea del arte oficial del reinado de los Reyes Católicos.

El arquitecto que mejor supo adaptarse a estas nuevas necesidades fue Enrique Egas quien, atendiendo a la política hospitalaria de los reyes, proyectó los hospitales reales de Santiago de Compostela y Granada, y el de Santa Cruz de Toledo, fundado por el cardenal don Pedro González de Mendoza. La construcción de estos edificios funcionales respondía a una política estatal moderna de asistencia a los enfermos y sectores marginales de la sociedad, orientada a impedir la mendicidad, coincidiendo a la vez con las nuevas ideas de limpieza, ornato y decoro de la ciudad renacentista. El modelo establecido al efecto, ensayado por primera vez en Santiago de Compostela en 1501, parece inspirado en la disposición cruciforme del Ospedale Maggiore de Milán construido por Filarete (1456-1465) -planta cuadrada con dos crujías transversales en forma de cruz griega, que originan cuatro patios de proporciones regulares-; aunque sus proporciones más reducidas respecto al modelo de referencia lo aproxima más a otras soluciones, también italianas, como el Hospital de Santo Spiritu de Sassia, construido en Roma entre 1474 y 1482. Con independencia del carácter novedoso del modelo, desarrollado más tarde en Toledo, en Granada, y en el Nuevo Mundo, las soluciones estructurales, técnicas y ornamentales con que se materializaron todos estos ejemplos pertenecen a la arquitectura gótica, que asume en estas obras los valores de modernidad a los que venimos haciendo referencia.

Enrique Egas, maestro mayor de la catedral de Toledo, también estuvo relacionado con una de las actividades que mejor demuestran la vigencia y utilidad del gótico. Nos referimos a la construcción de las nuevas catedrales en el siglo XVI. Se sabe que entendió en los proyectos de la Catedral Nueva de Salamanca, proyectada por Juan Gil y construida posteriormente por su hijo Rodrigo Gil de Hontañón, y en las catedrales de Segovia, Plasencia, Jaén y Granada, esta última edificada con sustanciales modificaciones por Diego de Silóe. De acuerdo a estos planteamientos, los edificios patrocinados por los Reyes Católicos se integran en el espacio urbano como monumentos-símbolo imagen del poder. En este sentido, la ciudad de Granada adquiere un papel muy significativo. La construcción de la Capilla Real, entendida como panteón regio, los inicios de la nueva catedral, levantada en el solar de la antigua mezquita musulmana, y la construcción del Hospital Real a partir de 1511 surgen en el ámbito de una ciudad musulmana como objetos diferenciados cargados de significación al convertirse estos edificios en el símbolo de la dominación de la población y cultura islámica por la monarquía católica.

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