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Rango

Barroco16

Desarrollo


La necesidad de facilitar la asistencia a los actos de culto a las masas de indios recién convertidos determinó la creación de una solución inseparable de la arquitectura conventual: la capilla de indios. Una mención de fray Toribio de Benavente hace referencia explícita a la función que cumplían: "...los atrios son muy grandes y muy gentiles, porque la gente no cabe en las iglesias, y en los patios tienen su capilla para que todos oyan misa los domingos y fiestas y las iglesias sirven para entre semana". La construcción de capillas abiertas para que un número crecido de fieles pudiera asistir a los oficios no era algo completamente nuevo, habiéndose señalado al respecto por estudiosos como Bonet numerosos precedentes españoles. Lo que sí es completamente nuevo, en cambio, es su sistematización hasta convertirla en una tipología arquitectónica regularizada e integrada en la arquitectura conventual.Una capilla de indios es una iglesia reducida a un presbiterio abierto al atrio al nivel del suelo o sobreelevada para permitir una mejor visibilidad. Según esto, el modelo más simple, en el que se ofrece una reducción tipológica, según la clasificación propuesta por Angulo, es la formada por un simple ábside abierto, como las del convento de Actopan o Coixtlahuca, con una profundidad capaz de albergar tan sólo un altar. En relación con éste núcleo esencial se articularon diversas soluciones como la de anteponer un pórtico como en las de Atlatlaucan, Tlamanalco y Cempoala.

La capilla abierta de Teposcolula constituye una variante del tipo descrito proyectada como una estructura de mayor complejidad. Está formada por dos naves cubiertas con madera que separa una arquería de cinco vanos; la nave exterior está abierta al atrio. En el centro, el espacio reservado al altar, se cubre por una bóveda de crucería estrellada de planta octogonal, cuyas presiones se contrarrestan por contrafuertes en los ángulos del octógono dispuestos en diagonal. En cierto modo se trata de una iglesia seccionada, en la que la combinación de sus componentes se ofrece como un edificio abatido. Proyectada para atender unas necesidades prácticas la imagen de una iglesia abierta de estas características nos sugiere la proyección en la realidad de ciertos recursos escenográficos que habían sido ampliamente utilizados en la pintura del final de la Edad Media y de los inicios del Renacimiento.En la construcción de las capillas abiertas se atendió de forma especial la conexión del espacio cubierto en que se hallaba situado el altar y el espacio abierto en que se situaban los fieles. La finalidad no era otra que conseguir una clara visibilidad del altar desde todos los puntos del atrio. A esto se debe la situación de la capilla en alto, como en Tlahúelilpa, o que se imaginen soluciones constructivas orientadas a lograr este efecto. En la mencionada capilla de Teposcolula, los contrafuertes que contrarrestan la presión de la bóveda se disponen en los ángulos del octógono en sentido oblicuo para permitir la visibilidad del altar desde todos los puntos del atrio.

En Perú esta exigencia de visibilidad se resolvió situando la capilla abierta como una ventana en el ábside (Santo Domingo de Cuzco), como un balcón sobre la portada principal (la Merced del Cuzco) o como una logia, como en San Jerónimo de esta misma ciudad. Esta solución que tiene precedentes en España, estaba determinada para que los días de feria y mercado se pudiese asistir a misa, al igual que en los días de feria se hacía en Medina del Campo mediante la capilla de la colegiata.La idea de capilla abierta y del núcleo del altar como espacio visible desde todos los puntos del atrio se mantuvo también en determinados edificios cubiertos. En algún edificio cubierto y formado por varias naves para lograr la visibilidad del altar desde todos los puntos del templo se acudió a disponer las naves en sentido radial. Es el caso de la catedral de Pátzcuaro construida por Vasco de Quiroga. Este edificio estaba formado por cinco naves separadas dispuestas de manera que desde cualquiera de ellas se tuviera una visión perfecta del altar. En realidad, se trata de una solución que proyecta, en un edificio cubierto, el problema de la visibilidad del altar propio de las capillas de indios. Y a este mismo principio tal vez se deba el predominio en las iglesias conventuales de la utilización sistemática de la tipología de iglesia de una sola nave sin capillas entre los contrafuertes. En este sentido, lo que hace Vasco de Quiroga, siguiendo la idea de las capillas de indios, es construir cinco iglesias de nave única orientadas hacia un altar común.

Otra solución planteada para mantener la exigencia de visibilidad en un edificio cubierto de varias naves fue la que se proyectó en la Capilla Real de San Gabriel de Cholula. La capilla, de planta cuadrada, está formada por siete naves de siete tramos cuadrados cada una, separadas por pilares de sección octogonal. La fachada, que originariamente estaba abierta, permitía la visión de los distintos altares que estaban situados al final de cada nave. El modelo que se siguió fue el de la Mezquita, cuya composición modular y versátil permitió su adaptación a usos tan diferentes como los descritos y que inspiró también la destruida de San José de los Naturales de San Francisco de México, al parecer, el precedente inmediato de la Capilla Real de Cholula.

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