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Nuevas fronteras cri

Desarrollo


De los países bálticos, Suecia tiene unos orígenes más oscuros que Dinamarca y Noruega por estar más aferrada a sus viejas tradiciones y mantener un paganismo persistente hasta mediados del siglo XII. La resistencia a la penetración del Cristianismo fue vencida gracias a la acción evangelizadora de los cistercienses. El triunfo de la nueva religión se plasmaría en la fundación de varias sedes episcopales, de las cuales destacaría Uppsala (1163). La creación de este arzobispado pone de manifiesto la organización y autoridad de la Iglesia y, asimismo, el desplazamiento del centro neurálgico del reino hacia el sur. A partir de entonces, se abre un largo periodo de anarquía. La ausencia de reglas sucesorias facilitó el antagonismo entre dos familias: Sverker y Stenkil que, alternativamente, ocuparon el trono hasta 1250, año de la llegada al mismo de una nueva dinastía, que conseguiría la estabilidad. Del periodo de anarquía política (1150-1250), sobresale la actuación de Erik IX el Santo (1150-1160) que llevó a cabo una cruzada en Finlandia, siendo esta acción la primera expansión auténtica que realiza Suecia. Esta apertura al Báltico sería continuada por Canuto Eriksson (1173-1196) que estableció contactos comerciales con Lubeck. En época de Sverker II (1196-1210), se afianza el papel de la iglesia nacional sueca. Erik Laespe (1223-1250) fracasa en la política expansiva hacia Nóvgorod.

Los suecos son derrotados en Neva (1240) por el príncipe Alexander Nevski. Como compensación, logran avanzar en el sur de Finlandia, aunque su penetración fue lenta y bastante superficial. La acción de gobierno de este monarca estuvo mediatizada por su cuñado, el conde Birger Magnusson, el más eminente hombre de estado de la Suecia medieval. El fue quien tomó la iniciativa de fundar en un islote, a orillas del lago Mälar, una fortaleza que sería el núcleo originario de la futura Estocolmo. Allí facilitó el asentamiento de mercaderes alemanes, que mantuvieron estrechas relaciones con Lübeck y Danzing. Poco después, se descubren las minas de cobre y, mediante la exportación de dicho metal, se produce un notable auge económico que promueve el desarrollo urbano. El conde Birger controló de forma efectiva el gobierno de 1248 a 1266. Una de sus más importantes actuaciones fue la instauración de su hijo Waldermar en el trono, fundando de esta forma la dinastía Folkung. Esta conseguiría situar a Suecia en el mismo nivel que los Estados vecinos. El reinado de Waldemar (1250-1275) coincide con una etapa de desarrollo económico donde se acentúa, por influencia paterna, la feudalización. Le sucede su hermano Magnus Ladulos (1279-1290) que, mediante la legislación, continuó apoyando las innovaciones feudales de su padre y estableció una nobleza hereditaria sobre unos criterios de signo occidental. En su tiempo aumentó el poder del clero y de las ciudades, apoyadas en la prosperidad comercial y minera. Por el contrario, su hijo Birger (1290-1319) tuvo un gobierno caótico debido a la guerra civil con sus hermanos, a los que finalmente ejecutó, produciéndose un levantamiento popular y su expulsión del trono. Tras él, se abre un nuevo periodo de crisis que, al igual que en los otros países escandinavos, se caracterizará por la debilidad del poder real y el creciente fortalecimiento de la nobleza.

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