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Tras la efímera unión dinástica de Suecia y Noruega bajo Magnus Eriksson (1319-1363), un sector de la nobleza sueca ofreció la Corona a Alberto de Mecklemburgo (1363-1389), quien trató de restablecer el prestigio real a costa de los privilegios de la alta nobleza. Esta reclamó la intervención de la reina Margarita, regente de Noruega y Dinamarca desde 1387. En 1389 los partidarios del príncipe alemán fueron derrotados por los daneses en Falköping y el propio Alberto tuvo que sufrir prisión en Aasle. La guerra contra Dinamarca prosiguió gracias al esfuerzo de los nacionalistas suecos, apoyados por los piratas del Báltico (Vitalienbrüder), que tomaron Visby y la costa finlandesa. A pesar de todo, en 1395 Estocolmo, ultimo reducto de la resistencia, cayó en manos danesas. Dos años más tarde se firmaba la Unión de Kalmar. Los recelos ante la unión dinástica no tardaron en cristalizar en una revuelta anti-danesa, encabezada por Engelbrekt Engelbrektsson entre 1434 y 1436, quien contó con el apoyo de los mineros y de las asambleas de campesinos y burgueses. A la muerte de Cristóbal II de Dinamarca (1448), Suecia se desvinculó de la Unión y Carlos Knuysson fue elegido regente. En 1464 estalló una nueva sublevación acaudillada por el regente Sten Sture (fallecido en 1504), quien derrota a los daneses en Brukemberg (1474). No obstante, Christian II (1513-1559) venció a las tropas suecas del nuevo regente Sten Sture II.

El monarca danés inició una política agresiva contra el nacionalismo sueco, que desembocó en el llamado Baño de Sangre de Estocolmo (1520) y en el posterior asentamiento de la dinastía Vasa en Suecia desde 1523. La economía sueca a lo largo de los siglos XIV y XV estuvo capitalizada por la actividad agraria. Las grandes explotaciones florecieron en el transcurso del siglo XV, regentadas en muchos casos por campesinos acomodados que copiaban el estilo de vida de la nobleza terrateniente. Sin embargo, la mayoría de los campesinos se encontraban sometidos a la presión señorial, presión que obligaba a los agentes reales a echar de la ciudades a los aldeanos instalados ilegalmente dentro de sus murallas; en Finlandia, sometida a los suecos desde el siglo XIII, estalló una revuelta campesina capitaneada por un tal David, que se hacia llamar Rey de los campesinos (1438). Cabe destacar el importante desarrollo de las obligaciones y trabajos comunitarios en el seno de las aldeas (brandstup). Las tierras de cultivo ganaron terreno al bosque gracias a los desbroces y roturaciones, importantes sobre todo en Finlandia. El sistema de cultivo predominante era el de rotación bienal (vang y fält). La minería constituyó desde finales de la Edad Media un importante recurso para la economía sueca, gracias a los yacimientos de mineral de hierro situados en el centro del país. Afluyeron dinero y mano de obra y surgieron algunos mercados agrícolas. En Dalícarlie prosperó una primitiva industria metalúrgica, basada en la mayor capacidad de los hornos a la manera sueca, introducidos en Alemania más tarde.

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