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Datos principales


Desarrollo


Los cartagineses, dueños desde mucho tiempo atrás del extremo occidental de Sicilia, habían iniciado una política de expansión por la isla a partir del 289 a.C., tras la muerte de Agatocles. Habían logrado conquistar Agrigento y se preparaban para el ataque a Siracusa. Los siracusanos solicitaron el apoyo de Pirro a cambio de entregarle la soberanía de la ciudad. El común enemigo, decidió el tratado de ayuda mutua que establecieron a continuación Roma y Cartago y en el que se establecía también que ninguno de los dos pueblos celebrase una paz por separado con Pirro. La escuadra cartaginesa, a cuyo frente iba Magón, salió del puerto de Ostia tras la firma del tratado rumbo al estrecho de Sicilia, contando con el apoyo de los mamertinos que controlaban la ribera occidental del Estrecho, y Pirro -que había dejado a su general Milón al frente de Tarento- se dirigió a Sicilia en el 278 a.C. A finales del año siguiente, Pirro se había erigido en jefe de la confederación siciliana y había conseguido arrebatar a los cartagineses prácticamente todas sus posesiones, reteniendo éstos únicamente Lilibeo. Cartago quiso establecer la paz con Pirro, violando de este modo las cláusulas del tratado con Roma. Prometió Cartago renunciar a cualquier pretensión en la isla a cambio de Lilibeo, además de ofrecer dinero y naves de guerra a Pirro. Evidentemente, su objetivo era que Pirro abandonase la isla -que así fácilmente podrían volver a ocupar ellos- y volviera a Italia donde los romanos, a su vez, habían logrado someter de nuevo toda la parte sur, a excepción de Tarento y Rhegium.

La partida de Pirro de Sicilia demostró la fragilidad de la unidad de las ciudades de esta isla que, celosas de su independencia, aún no reconocían que la época de las ciudades-estado autónomas había pasado irremisiblemente y que sólo tenían la posibilidad de elegir entre el dominio de un monarca helénico o de otra potencia no griega. Al llegar a la costa italiana, sufrió una primera derrota infligida por los mamertinos y campanos; no obstante, consiguió apoderarse de nuevo de Locros. La batalla definitiva de Roma contra Pirro tuvo lugar en el 275 a.C., cerca de Benovento, en los Campos Arusinos. El cónsul Mario Curio logró esta vez derrotar totalmente a los epirotas. Pirro dejó una guarnición en Tarento, pero volvió a Grecia ese mismo año. Abandonada por Pirro, Tarento no tardó en entregarse a Roma y, poco después, se entregó también Rhegium. Así, a finales del 275 a.C. toda Italia pasó a depender de Roma. Ésta fundó nuevas colonias en el Sur con el objeto de mantener la seguridad y el control de la zona, tales como Paestum y Cosa en Lucania, Beneventum e Isernia en el Samnio y Firmum y Castrum Novum en el Piceno. Además de la colonia de Brundisium (Bríndisi), que la política romana quiso hacer heredera del comercio tarentino.

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