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Cd8-3

Desarrollo


Es la pintura, con mucho, el capítulo más significativo de las artes figurativas en Flandes durante el siglo XVI que, al margen de posibles contradicciones, será la que verdaderamente introduzca nuevos temas de reflexión en el arte occidental, singularmente en lo relativo a naturaleza y paisaje en sus relaciones con el hombre. No obstante, si la pintura flamenca del siglo XVI carece de alcance, existen al menos dos sectores que, técnica y artísticamente, adquieren una enorme importancia a nivel europeo, siendo asimismo ejemplares sus respectivos procesos de renovación, adoptando el nuevo arte renacentista; nos referimos al arte de la vidriera y al arte del tápiz. En relación con el arte de la vidriera durante el quinientos, como sentencia Nieto Alcaide, los "talleres flamencos alcanzaron una posición privilegiada en toda Europa. Incorporados pronto a las soluciones del Renacimiento Italiano, adoptaron con gran maestría la técnica y los procedimientos para la obtención de las posibilidades que el nuevo lenguaje plástico les ofrecía". Como trasfondo del auge y prestigio de este arte eminentemente religioso, ha de verse, también, una cierta reacción contra la Reforma por parte de los sectores católicos auspiciados por España; en este contexto, y lógicamente por el valor y significación artísticos per se, es donde adquiere toda su dimensión la Vidriera de Carlos V (1537) en la catedral de Bruselas, realizada según cartón de Van Orley.

A inicios del siglo XVI, el prestigio de los talleres de tapices flamencos era un hecho consolidado; baste decir que los famosos tapices vaticanos de León X, fueron tejidos en Bruselas, a donde se enviaron los cartones correspondientes realizados por Rafael en 1515. Bajo la protección de la regente María de Hungría, el arte del tapiz se renueva en Flandes adaptándose a los nuevos tiempos, y no sólo como manufacturas, sino que a mediados de siglo serán los cartones flamencos los que invadan Europa, al calor de Carlos V y su prestigio imperial. De este modo, si los cartones de Van Orley para la serie sobre La Batalla de Pavía, se resienten aun del pintoresquismo medieval del género, la serie sobre La conquista de Túnez, según cartones del pintor Jan Vermeyen, supone la superación de todos los residuos medievelizantes. Ya hemos aludido a María de Hungría y las fiestas de Binche, que suponen una de las expresiones más espectaculares del tema. Las celebraciones, que duraron varios días, tuvieron como marco el desaparecido castillo de Binche, plásticamente adecuado para la ocasión, y contaron con multitud de episodios que oscilaban entre la tradición caballeresca medieval y los aspectos más lúdicos del manierismo; así, al episodio de la Espada Encantada, digno de un relato de libros de caballeria, siguió, entre otros, el Banquete Mitológico servidos por nobles disfrazados de Baco, Sileno, Pomona, etc.

, para con el de la Cámara Encantada, que contaba con Siete Planetas en sus Carros, muy bien pintados, y la techumbre y el maderamiento de la sala era como un natural cielo por una parte con nubes y viento, que soplaban, y por otro lleno de estrellas, según nos narra, como testigo presencial de los eventos, Calvete de la Estrella ( "El felicissimo vieje del muy alto y muy popderoso Príncipe Don Phelippe". Amberes, 1551). Dibujos de los episodios de las fiestas de Binche- a veces llamadas Festivales de Bains- han llegado hasta nuestros días; éstos y la importante producción de grabados de arquitecturas efímeras, arcos triunfales, etc., hacen de esta parcela del arte flamenco un modelo a seguir. Hito de ello podría ser el grabado de la Nave alegórica para las exequias de Carlos V en Bruselas, 1558, contenido en un cuidadísimo y espléndido volumen editado por la imprenta Plantin ("Magnifique et Somptueuse Pompe funébre faite aux obséques et funerailles de trés victorieux empereur Charles V". Amberes, 1559), ilustrado con treinta y cuatro grabados de Duetecum, de extraordinaria calidad, tomados de Hieronymus Cock y Vredeman de Vries. Sobre su correspondiente carro triunfal, este insólito navío procesionó en su día (29 de diciembre de 1558) por las calles de Bruselas, tirado por monstruos marinos, adornado con las armas de todos los países que el Emperador había gobernado y decorado con escenas e inscripciones de sus triunfos. La Fe, Esperanza y Caridad, tripulaban la nave, detrás de la cual surgían las dos columnas imperiales con su lema Plus Ultra. El estudio del desarrollo de la pintura en Flandes durante el siglo XVI, puede plantearse en los términos de un debate plástico entre la importante tradición figurativa local y los nuevos presupuestos italianos, con anclaje ideológico en el Humanismo nórdico -Erasmo fundamentalmente-, dando como resultado una serie de alternativas, algunas insólitas y de una gran originalidad, a partir de las propuestas que unos artífices elaboran a inicios de siglo.

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