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EdadBronce

Desarrollo


El tercer milenio y el final del cuarto se consideran las épocas en que las sociedades europeas evolucionan de niveles igualitarios de organización a estructuras más complejas que serán el preludio de la aparición, durante el segundo milenio, de los primeros estados europeos. Esta evolución es también perceptible en otros lugares del Viejo Mundo, aunque en épocas anteriores, en Mesopotamia y Egipto y, por las mismas épocas que en Europa, en el valle del Indo y en China. El estudio de los procesos sociales es uno de los terrenos donde la posición teórica que adopten los investigadores resulta más importante para comprender las distintas tipologías establecidas o qué factores resultan determinantes a la hora de comprender los procesos de evolución social. Al mismo tiempo esas tipologías, tomadas de la aplicación de posturas teóricas al estudio de sociedades primitivas actuales por parte de las distintas escuelas antropológicas, han hecho posible que se puedan establecer paralelismos con etapas prehistóricas de las que sólo nos queda el registro de la cultura material y sus relaciones. La escuela materialista histórica, basada en los trabajos de los antropólogos E. Terray, M. Sahlins, M. Godelier, etc., sobre sociedades precapitalistas, ha aportado un marco interpretativo para las cuestiones sociales que ha influenciado a historiadores materialistas históricos, e incluso a otras corrientes, como el materialismo cultural de M.

Harris. Esta posición ha sido adoptada por parte de algunos de los arqueólogos que estudiaron la época que aquí abordamos, A. Gilman, S. Shennan, K. Kristiansen, C. Tilley, etc. En estas posturas se priman las relaciones hombre-hombre, que son las que a través de la contradicción y el conflicto, inherentes a toda sociedad humana, permiten abordar el estudio de los cambios ocurridos en las formaciones sociales. El paso de sociedades igualitarias a sociedades de clases, que caracteriza a la organización política de la sociedad encarnada por la aparición del Estado, se produce a través de un proceso en que van apareciendo desigualdades en el acceso a los recursos y el nacimiento de una serie de controles sociales que permiten la aparición de productores y no productores o, lo que es lo mismo, la explotación de unos seres humanos por otros. Ese proceso surge a partir de sociedades donde las relaciones de producción, y, por tanto, económicas, se basan en los lazos de parentesco que sirven para articular la sociedad y enmascarar las desigualdades. La toma de la capacidad de decisión económica y política por parte, primero de linajes o segmentos, aún unidos por lazos de parentesco, y más tarde, de individuos y élites próximas, rompen esas relaciones en favor del papel del individuo y cambian las relaciones sociales de producción. La otra postura mayoritaria en los estudios de las organizaciones sociales se basa en la antropología evolucionista americana, en su versión más moderna del neoevolucionismo, encarnada por E.

Service y M. Fried. Esta postura intenta reducir la evolución social a una serie de tipos con un claro contenido evolucionista, muy en línea con las posturas del siglo XIX, consecuencia de la generalización de las teorías sobre la evolución de la vida en la tierra, enunciadas por Darwin. Esos tipos tienen un contenido no sólo social, sino también económico; así, dentro de las categorías que se han establecido para marcar los estadios evolutivos de la complejidad social, el nivel más simple correspondería a la banda de Service, propia de sociedades con base económica en las actividades de caza y recolección y que para Fried tienen como característica fundamental la igualdad en las relaciones sociales, destacándose los aspectos de integración social en el primer caso y las diferencias en el otro. Para un estadio evolutivo siguiente, que coincide con la instauración de la agricultura y la ganadería como formas económicas dominantes, se estableció la categoría de la tribu, donde la integración social es mayor y se asiste al comienzo de la diferenciación entre sus miembros estableciéndose, en palabras de Fried, una jerarquización que no llega a cristalizar en unas instituciones centralizadas que regulen la reciprocidad, forma fundamental de las relaciones sociales. La jefatura como forma previa a la instauración del Estado ha sido una de las categorías más discutidas de estas tipologías y la que mayor aceptación ha encontrado entre un buen número de investigadores, incluso entre los que se alinean en teorías muy diferentes a las de Service o Fried, como el materialismo.

La jefatura se caracteriza por una diversificación social mayor, con grados de institucionalización crecientes que incluye la heredabilidad de la condición social, que ha sido caracterizada por Fried como estratificación. La forma normalizada de relación social es la redistribución. El éxito alcanzado por esta categorización social se puede comprobar por los diferentes usos que de ella se han hecho, aplicada a la Prehistoria Reciente europea o a zonas muy diferentes y tiempos diversos a lo largo del mundo. Renfrew acuñó el uso de unas jefaturas orientadas al grupo para sociedades europeas, con manifestaciones más destacadas en los grandes monumentos megalíticos de carácter colectivo, frente a formas de jefaturas individualizadas, manifestadas por enterramientos individuales, donde se puede detectar la situación personal en la escala social, expresada en los ajuares por la presencia de objetos considerados de prestigio. En época más reciente, se ha establecido una nueva división de las jefaturas entre simples y complejas, que pretenden establecer una seriación más matizada en el camino hacia la sociedad estatal. La diferencia se establece en el grado de institucionalización del poder político y en el acceso diferencial a los marcos económicos, estableciéndose distribuciones asimétricas. El último estadio de esta evolución y la última categoría de esta clasificación es el Estado, en el que las relaciones sociales ya no descansan sobre los lazos de sangre o los sistemas de parentesco, y en el que el poder institucionalizado se manifiesta en un corpus de derechos y obligaciones establecidos en forma de leyes sancionadas o impuestas por la autoridad de unos pocos sobre los demás, garantizado por el uso exclusivo de la fuerza.

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