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Primerasdinastías

Desarrollo


La arquitectura protodinástica emplea el adobe como elemento básico y la piedra y la madera como secundarios. Hasta época romana no hay en la arquitectura egipcia indicios de ladrillos cocidos al homo, y no porque los egipcios no pudieran hacerlos (los muchos incendios les habían sin duda enseñado cómo los adobes sometidos a la acción de una elevada temperatura se convertían en ladrillos), sino porque el adobe bien hecho, como ellos lo hacían, mezclando el barrio aluvial del Nilo con cierta cantidad de paja o de arena para evitar el exceso de contracción, satisfacía plenamente todas sus necesidades. Aún hoy aquellos adobes de casi 5.000 años de antigüedad son tan duros como piedras. Su tamaño oscila entre 23 x 12 x 7 cm y 26 x 13 x 9 cm. Este último tamaño es él más frecuente a finales de la II Dinastía. Otros adobes más pequeños (17 x 5 x 5) se empleaban en los delicados revestimientos de las fachadas de paneles escalonados. Con barro secado al sol se hacían también molduras, como las cañas verticales del remate de las fachadas, los dinteles de los nichos pequeños y los marcos de las ventanas que se ven por encima de ellos. El peso y la enorme robustez que alcanzan estos materiales parecen debidos a que el barro era reforzado con tiras de lino y secado a una elevada presión. El caso es que se lograban piezas como dinteles de un tamaño tal que asombra reconocer que están hechos de limo cocido al sol. La piedra se empleaba sólo para muros de contención, contrafuertes, pavimentos, revestimientos de muros, compuertas de seguridad y portadas.

La tumba de Udimu en Abydos tenía un piso de losas de granito toscamente labrado, pero salvo casos especiales como éste, la piedra más empleada era la caliza. De bloques de caliza de impecable cantería está revestida la tumba de Khasekhemui en Abydos, y en las tumbas de la nobleza de rango secundario en Helwan se encuentran paredes construidas con grandes bloques de este material. Para percatamos de su tamaño reparemos en las medidas de algunos bloques: 2 metros de ancho, 2 metros de alto, 4 metros de espesor. Así pues, aunque el material favorito fuese el adobe, al egipcio de entonces ya no le arredraba el empleo de la piedra. La madera se empleaba mucho para techos, pisos y revestimientos de paredes, pero como el arbolado en Egipto era escaso y poco resistente (palmeras, tamariscos o muy nudoso y retorcido (sicomoros), las grandes vigas y los buenos tablones tenían que ser importados del Líbano. Sólo con vigas de cedros libaneses se podían techar las grandes cámaras subterráneas de las tumbas reales. El procedimiento más empleado para techar una habitación consistía en asentar en el muro viguetas paralelas, bastante próximas entre sí, y cruzar sobre ellas tablas adosadas. Si el espacio a cubrir tenían dimensiones mayores de lo normal, las viguetas descansaban en vigas de madera buena y resistente. En una de las grandes tumbas de Sakkara ha quedado constancia de un tercer procedimiento, que podría considerarse como techo y piso entre dos plantas.

En este caso las tablas forman un techo por debajo de las viguetas, y éstas se encuentran tan próximas, que los huecos inmediatos se tapan con adobes sobre los que se asienta una solería del mismo material. Para ambientes más estrechos, como corredores y escaleras, se utilizan ocasionalmente vigas vistas, adosadas unas a otras. Este sería el sistema de cubrimiento que se imitaría en piedra en la época de las Pirámides. Desde finales de la I Dinastía se encuentran testimonios de construcción en adobe de bóvedas de cañón. Los ejemplos conocidos son las cubiertas de estrechas fosas funerarias. Sin embargo, las maquetas de casas de barro y los sarcófagos de madera de tapa redondeada, que copian las casas de la época, indican que los egipcios de entonces eran capaces de construir bóvedas de adobe de mayores dimensiones.

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