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Barbarroja

Desarrollo


Si ya el desmantelamiento y posterior transporte acelerado de las industrias fue una labor titánica, su instalación en los nuevos emplazamientos tropezó en muchos casos con dificultades casi insalvables. Multitud de ejemplos ilustran la increíble abnegación de los trabajadores soviéticos, que se veían obligados a hacerlo en un invierno muy crudo, con suministros alimenticios y viviendas menos que adecuadas. Por poner un ejemplo, en Novosibirsk gran cantidad de operarios iban a descargar los interminables convoyes ferroviarios tras una agotadora jornada de catorce horas en la factoría de la zona, haciendo gala de una energía centuplicada. Diversas fábricas evacuadas al este eran integradas con las empresas ya existentes en el lugar de llegada. Una gigantesca factoría de Ucrania -dedicada al montaje de carros de combate- fue inmediatamente asociada a varias plantas metalúrgicas, hasta llegar a denominarse Fábrica de Tanques Stalin de los Urales. Por otro lado, la factoría de tractores de Chelyabinsk quedó fusionada con la de motores Diesel, llegada desde Jarkov, así como con algunas secciones de la empresa Kirov de Leningrado, hasta formar la nueva fábrica llamada Tankograd. La historia de cómo cinco millones de personas y miles de industrias pudieron ser trasladadas al este es una asombrosa aventura de la Segunda Guerra Mundial y demuestra hasta qué punto puede llegar la resistencia y moral del ser humano. En Sverdlovsk, capital de los Urales, se recibió el encargo de construir dos enormes edificios industriales para una empresa trasladada desde el sur y, por añadidura, en lo más duro del peor invierno del siglo.

Esta epopeya contra el reloj la reflejó en parte la prensa soviética así: "La tierra parecía piedra, duramente helada por nuestro fiero clima siberiano. Los picos no eran capaces de romper el suelo, duro como la piedra. A la luz de las lámparas la gente atacó la tierra durante toda la noche. Dinamitaban el helado suelo y colocaban los cimientos. Sus manos y sus pies se hinchaban al helárseles, pero no por eso abandonaban su tarea. El viento frígido soplaba furiosamente sobre los planos proyectos sujetos a cajones de madera. Cientos de camiones establecían un viaje continuo con materiales de construcción. Al duodécimo día empezó a llegar la maquinaria, cubierta de una costra de hielo endurecido. Fueron encendidos braseros para deshelar la maquinaria. Dos días más tarde la industria de guerra comenzaba la producción". En la mayoría de las nuevas fábricas ya funcionaban las máquinas incluso antes de completarse la cubierta, soportando prácticamente a la intemperie durante el día temperaturas de hasta 40 grados centígrados bajo cero. En una de las ciudades de la cuenca del Volga -donde se habían instalado una de las mayores fábricas de aviación de toda la URSS- ya salía montado el primer caza Mig, ¡sólo catorce días después de la llegada de los trenes iniciales cargados de equipos! Los operarios improvisados -mecanógrafas, estudiantes, empleados, amas de casa, artistas, maestros, dependientes de comercio, etcétera-, todos trabajaban hasta el agotamiento las veinticuatro horas del día, iluminando la noche con arcos voltaicos y bombillas colgadas de los árboles. Sólo ese sobrehumano esfuerzo hizo posible la puesta a punto tan rápida de la factoría aeronáutica soviética.

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