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Datos principales


Rango

Paleolítico Superior

Desarrollo


Respecto a las manos diremos que son una de las imágenes más sugestivas de la iconografía paleolítica. Cuando, en un recoveco de una cueva, se descubre una mano que llega a nosotros a través de los milenios -y el autor de estas páginas ha tenido la suerte de encontrar varias en la cueva del Castillo-, se vive un momento emocionante por la presencia corporal de ese antepasado artista que nos tiende su extremidad a través del tiempo. Las manos pueden ser negativas (siluetas con un halo) o positivas (impresión directa de la mano impregnada de color), siendo las primeras mucho más numerosas que las segundas. Las manos negativas se obtenían arrojando el color por la boca o por un tubo, como un rudimentario precedente de lo que hoy llamamos pintura a la pistola. El aspecto aureolado de la mancha de color, negra o roja, la reserva del espacio vacío cubierto por la mano, nos inclinan a pensarlo así, pues un pincel no habría obtenido los matices progresivamente ligeros y vaporosos a medida que la pintura se aleja de los límites de la mano. Muchas provincias de arte prehistórico, en diversos lugares del mundo, tienen representaciones de este género. Incluso se encuentran conjuntos magníficos en la Patagonia. Para el arte paleolítico europeo la dispersión geográfica es la siguiente: España cantábrica (Altamira, El Castillo, La Pasiega, Fuente del Salín), Pirineo francés (Gargas y Trois-Fréres), Lot (Cobrerets y Rocamadour), valle del Vézére (Font de Gaume, Bernifal, Sergeac y Beyssac) y la Francia mediterránea (Baume Latrone y Collias).

Además, con carácter general, se pueden hacer las siguientes constataciones: 1, en la zona pirenaica francesa, en el Lot y en el valle del Vézére, sólo hay manos negativas (la mano positiva de Bedeilhac es dudosa); 2, en la zona mediterránea francesa no hay más que manos positivas; y 3, en la zona cantábrica se encuentran a la vez manos negativas y manos positivas. En total se encuentran representaciones de manos en una veintena de cuevas, sin incluir entre ellas los casos de posibles manos estilizadas que algunos consideran como mazas o armas (Santián, Le Portel). Ya hemos citado las más representativas, pero nos detendremos en el caso particular de Gargas, en el Pirineo francés, y de Maltravieso, en Extremadura. Gargas tiene la singularidad de que casi todas sus manos -190 sobre 200 aproximadamente- presentan diversas mutilaciones de los dedos. En Maltravieso, todas las mutilaciones -sobre unas treinta manos pequeñas- son del dedo meñique, a menos que la mano sea siempre la misma, lo que creemos muy probable. Respecto a su morfología, por tanto, se pueden distinguir la mano natural intacta y la que presenta mutilaciones. Pero, ¿se trata realmente de mutilaciones? Sus descubridores y en general todos los investigadores se han inclinado por esta hipótesis a causa del gran número de paralelos que proporciona la etnografía. Este es el caso del último estudioso del tema, el médico A. Sahly. Pero, G. H. Luquet ya señaló en 1922 que si la mutilación existió no era una práctica general y sistemática, pues nunca se ha encontrado un esqueleto mutilado de esta forma.

Fue este autor el primero en señalar que podía tratarse de manos con los dedos doblados. Muchos años después, en 1967, A. Leroi-Gourhan se manifestó en favor de esta hipótesis. Para él las manos mutiladas encerrarían un lenguaje parecido al de los sordomudos o al que utilizaban los indios norteamericanos de las praderas. El hecho de que no se encuentren con más frecuencia lo explicaba así: "...se trata probablemente, para un grupo étnico circunscrito, de la transposición directa de los símbolos gestuales del cazador al arte parietal". En cuanto a las viejas estadísticas, que contaban las manos derechas y las izquierdas en busca de ambidextrismo o de zurdería, las juzgamos totalmente inservibles. Basta girar la posición de la mano modelo para tener la silueta de la contraria. Sin embargo, en todas las cuevas que contienen manos hay una mayoría de izquierdas, lo que correspondería a una manipulación con la derecha. Así, en la cueva del Castillo, de un grupo de 44 manos en la galería de este nombre, hay 35 manos izquierdas. En Gargas, en un recuento de 150 manos claras hay 124 manos izquierdas y 14 manos derechas. En el terreno de la mera hipótesis parece lógico suponer que la diferenciación material de las dos manos debió preceder a la diferenciación intelectual, o mejor, refiriéndonos al Paleolítico, a la mágica. La derecha para el trabajo y la izquierda para el espíritu. Además, esto se relaciona, en el caso de Gargas, con el hecho de que la mayoría de las manos izquierdas son al mismo tiempo manos negras. Se ha dicho con frecuencia, asimismo, que se representaron manos masculinas y femeninas. Pensamos que es mejor hablar de manos de hombres y de niños -o muchachos-, pues en este sentido orientan las huellas de pies localizadas en algunas cuevas. Acerca de su significado sólo se puede adelantar que hay que incluirlos en el concepto general de signos. En el sistema cronológico-evolutivo del abate Breuil las manos eran atribuidas al Auriñaciense; en el de Leroi-Gourhan pueden ser de diversos momentos de la larga secuencia de este arte.

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