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Datos principales


Rango

Edad de Hierro

Desarrollo


Durante el Hallstatt-D, los pueblos de Europa central parecen haber estado gobernados por jefes influyentes, muy ricos. En la terminología alemana, a esta sociedad se la conoce como la de los príncipes: Fürsten. Los símbolos del prestigio social, tan vinculados al arte de la Edad de los Metales, tienen ahora carácter de gran lujo. Como de costumbre, los testimonios que acreditan la existencia de una minoría aristocrática se encuentran entre los restos de sus tumbas. La región más interesada en el proceso de consolidación de un régimen dominado por grandes señores, con la consiguiente diferencia de castas o clases, es la que se extiende al sudoeste de Alemania, Suiza y este de Francia. Por fin, la práctica funeraria ha pasado a ser en todos los casos la inhumación, en los túmulos, con cámaras recubiertas de troncos, que fueron distintivos del Hallstatt-C. Pero los ajuares no solamente contienen las armas y los adornos característicos de la época pasada, sino que cada tumba encierra un carro, joyas, féretros muy especiales, las mejores prendas, sítulas, vasos de bronce, cráteras y calderos de manufactura griega o etrusca, copas áticas, etcétera. El más grande de los túmulos de la Prehistoria europea se encuentra en la Selva Negra alemana, cerca de la localidad de Villingen. Es el túmulo de Magdalenenberg, de más de 16 m de altura y 100 de diámetro. El enterramiento de la cámara central fue expoliado ya en la Antigüedad, pero a su alrededor se fueron añadiendo hasta 127 sepulturas, con ajuares que, aunque sin carros, no por ello eran precisamente pobres.

En tamaño sigue al túmulo de Magdalenenberg, el de Hochmichele, también en Baden-Wurttemberg. Hochmichele es uno de los varios túmulos de las inmediaciones del poblado, famoso por sus murallas de Heuneburg, con vistas al Danubio. La cámara central no sobrevivió a la rapiña, pero una de las tumbas, entre las que fueron engrandeciendo al túmulo, tuvo una cámara de madera con un ajuar en el que figuraban, entre otras cosas, un carro, vasos de bronce, un arco con flechas, y residuos de hilos de seda, producto que tuvo que abrirse camino en Europa desde el Extremo Oriente. En la misma región de Baden-Wurttemberg ha sido recientemente excavada la cámara central del túmulo de Hochdorf (Ludwigsburg), cerca de Stuttgart. La tumba estaba situada en un pozo profundo y cubierta por toneladas de tierra. Ello le libró de la destrucción. Las paredes estaban revestidas de telas. De ellas colgaban nueve cuernos de bebida, hechos de hierro y guarniciones de oro. No faltaban ni el carro, reforzado con aretes de hierro, ni las piezas de atalaje del caballo. Platos y vasos de bronce se depositaron en el carro. Un caldero, que ya había sido reparado, se incorporó al ajuar con una vasija de oro dentro. El cadáver se enterró con torques, fíbula y brazalete de oro; la placa del cinturón, el puñal, y hasta los zapatos se recubrieron de láminas de oro. El difunto llevaba gorro cónico y carcaj, yacía sobre un lecho de bronce, decorado con escenas de guerreros (del que tendremos ocasión de hablar), que pudo haber llevado cojines o estar tapizado.

En las llanuras del Sena se levanta uno de los túmulos más renombrados del Hallstatt tardío: el de Vix (Borgoña, Francia), a los pies del poblado de Mont Lassois, notable por el número de vasos áticos recuperados en él. Bajo el montículo de piedras (42 m de diámetro, y 6 m de altura) hubo una cámara de madera en donde se halló un carro despiezado (desmontadas la lanza y las ruedas), tres vasos de bronce etruscos, una copa de figuras áticas negras, y una imponente crátera de bronce, de 1,64 m de altura, obra de un taller griego de Esparta o de Tarento. Tal vez en la misma Vix se le adosaron las figuras del friso de hoplitas, aurigas y carros y caballos que decoran el cuello del vaso, siguiendo las indicaciones de las letras griegas grabadas en el reverso plano de las figuras. El personaje enterrado era una princesa. La dama yacía en la caja del carro con una alhaja (un torques o diadema de oro) de 480 gramos de peso, procedente de algún taller del Mediterráneo o del Mar Negro. Hasta otro túmulo, cerca de Vix, llegó un caldero -trípode con prótornos de grifos de origen griego oriental: el de Ste. Colombe. El profundo cambio que durante el período del Hallstatt-D experimenta la sociedad centroeuropea es inconcebible sin unos recursos económicos generadores de riqueza. En torno al 600 a. C. existe en el Golfo de Lyon una colonia de los griegos de Focea, Massalia (Marsella), muy activa en el ámbito del comercio. Las regiones del occidente europeo se ven expuestas a un proceso de renovación económica y cultural de enorme repercusión.

Las materias primas, los productos, las ideas y los hombres circulan por las vías de comunicación tradicionales de la Europa occidental: el Ródano y el Rin, el curso del Danubio, el Saona y el Sena. La fortificación de Heuneburg, al entrar en la fase III-A, se construye conforme a un sistema sólo explicable por la arquitectura griega; se levanta, entonces, una muralla de adobe asentada en cimientos de sillares de caliza y provista, en el sector noroccidental, de nueve torres rectangulares. Al frente de semejante obra tuvo que estar un ingeniero jónico. A Mont Lassois llegan, por otra parte, ánforas massaliotas en grandes cantidades. Los más ricos de los centroeuropeos se afanan por poseer vasos de bronce etruscos o griegos, costosa cerámica ática y otros bienes exóticos. El fenómeno de intercomunicación entre las ciudades del Mediterráneo y Europa rebasa la esfera de lo comercial. Los grandes gobernantes de ambos mundos están interesados en mantener buenas relaciones. Se genera, en consecuencia, una serie de obligaciones sociales que conducen al intercambio de presentes entre unas poblaciones y otras. Hubo de ser inevitable que los dirigentes del Norte trataran de imitar el modo de vida y las costumbres de los del Sur. Se modificarían los hábitos en la comida y en la bebida; los vasos, los platos y los enseres domésticos cambiarían de forma y de decoración, etc. Aquellos colocados en el estamento alto, a toda costa tratarían de consolidar su posición y su prestigio.

La propiedad de bienes de lujo, y los signos externos de poder fueron, en consecuencia, connaturales al sistema. Este, por otra parte, afectó al resto de los estamentos sociales. Comerciantes, transportistas, artesanos, o, incluso, agricultores, se vieron afectados por los modos de vida adoptados por los de arriba. En los túmulos o tumbas menores de las grandes necrópolis del Hallstatt tardío, los ajuares sólo son modestos por comparación con los de la cámara mayor del túmulo principal, pero contienen los puñales, las fíbulas e incluso los carros de las gentes ricas del Hallstatt-D. La circulación de productos de intercambio, de donativos, de poblaciones en general y de artistas en particular se extendió a toda el área europea afectada por la cultura del Hallstatt. A pesar de que la sociedad, así dibujada, es la misma que la de las regiones occidentales de Hallstatt, en realidad se detecta un continuo fluir de contactos culturales con todas las implicaciones que ello lleva consigo, en ambas direcciones. Las diferencias entre el Este y el Oeste centroeuropeo terminarán desvaneciéndose totalmente al final del período. El nuevo sistema social y económico que hemos bosquejado tiene, una vez más, un patente reflejo en las artes.

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