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Datos principales


Desarrollo


Si la pintura responde a una necesidad permanente de las sociedades humanas (P. Francastel), pocas expresiones artísticas revelan mejor el cambio producido en la vida y en los ideales europeos como la pintura gótica. Como una de las más importantes manifestaciones ciudadanas recoge la nueva concepción del mundo haciéndose eco de la espiritualidad que guía al hombre del momento en un ideal común. Sin embargo, al igual que en otras formas artísticas de la época, hemos de considerar asimismo la diversidad que se deriva de su propia evolución estilística, reflejada en los centros de creación, así como los diferentes géneros y técnicas empleados. Todo ello, unido a la escasa documentación existente y al mal estado de conservación en que se encuentran la mayor parte de las obras, dificulta la labor del investigador. Pero, al mismo tiempo, le abre constantes perspectivas en la profundización sobre el tema desde los muy diversos aspectos que constituyen su estudio. En consecuencia, y teniendo en cuenta que el arte no es un fenómeno aislado sino interrelacionado la importancia de los centros creadores no estará sólo en relación con la génesis de los diferentes estilos y escuelas, sino, muy especialmente, en sus áreas de expansión e influencias, que es donde tendremos la verdadera proyección del estilo. De ahí, también, la dificultad en establecer unos límites geográficos y cronológicos exactos para distintas etapas de la pintura gótica, ya que éstas varían de acuerdo a las zonas y circunstancias en que se inscriben.

De esta forma, veremos cómo la pintura trecentista en Castilla se desarrolla más tardíamente que en otras regiones españolas, siendo coetánea a la llegada de otras influencias, igualmente italianas, dentro del gótico internacional, así como el inicio de la pintura hispanoflamenca en Castilla. En la evolución del estilo gótico -al margen de la significación que tuvieron Francia o los Países Bajos en el desarrollo de la pintura gótica de los siglos XIII y XV respectivamente- Italia, a lo largo del siglo XIV, aparece como el gran centro creador y difusor de influencias de Europa. El Trecento define una de las etapas de mayor trascendencia de la pintura gótica, cuyas influencias se extienden por Europa enlazando con la pintura del gótico internacional, sentando, por otra parte, las bases de la pintura del Renacimiento. En este sentido, el estudio de las influencias italianas en la pintura gótica castellana constituye uno de los campos de trabajo más sugestivo del gótico en Castilla. Estudiaremos, en primer lugar, la penetración y desarrollo de estas influencias trecentistas en Castilla, producidas por la llegada de artistas italianos, de origen florentino, que difunden el estilo. Con escasos pero representativos ejemplos, justifican el establecimiento de un taller tardío, cuyo centro se sitúa en Toledo, en torno a su catedral, en los últimos años del siglo XIV y primer tercio del siglo XV. Foco que traerá consigo una importante difusión del estilo hacia otras zonas limítrofes castellanas, como Cuenca y Valladolid, llegando incluso a territorios más alejados, como Andalucía.

De otro lado, como ya hemos señalado, no son éstos los únicos contactos con la pintura gótica italiana. Hacia la mitad del siglo XV hay que destacar nuevamente la presencia de otros artistas italianos, cuya principal actividad se localiza en Salamanca, dentro de la pintura del gótico internacional, con algunos elementos cuatrocentistas que enlazan ya con el Renacimiento. Abordar el estudio de estos dos grandes focos de la pintura gótica castellana supone recoger problemáticas muy semejantes respecto a las circunstancias históricas y vías de penetración de dichas influencias, con idénticas incógnitas en cuanto a la reducida documentación, que obligan, salvo en casos aislados, al establecimiento de talleres, siendo difícil hacer atribuciones concretas. Finalmente, por influencias italianas podemos entender también, en un sentido más amplio, todas aquellas huellas de italianismo que esporádicamente aparecen en ejemplos aislados, fuera del ámbito de los dos periodos mencionados. Así sucede en las Cantigas de Santa María, una de las obras más representativas del taller alfonsí, en cuyas miniaturas, junto a caracteres propios del gótico lineal, se observan aspectos estilísticos, como las matizaciones cromáticas, el sentido espacial e incluso alguna iconografía, próximos a la estética trecentista. En esta misma línea podríamos hablar de la presencia de un italianismo tardío de signo renacentista en algunas obras de la pintura hispanoflamenca en Castilla, como sucede a finales del siglo XV en Alonso de Sedano, que, gracias a su conocimiento directo del arte italiano, consigue transformar la pintura del foco burgalés, mezclando modelos flamencos con elementos derivados del arte italiano. En las páginas siguientes, dejando aparte estos ejemplos aislados de italianismo, nos centraremos en las dos etapas mencionadas, trecentista e internacional. Dedicaremos una especial atención a la pintura de influencia trecentista; se recogerán aquellos aspectos formales, iconográficos y estilísticos que nos permitirán situar las diferentes manifestaciones en el marco en el que se generaron y ver sus relaciones y puntos de contacto con otras zonas. Haremos una valoración de sus principales protagonistas, promotores y artistas que las hicieron posibles, revisando asimismo las atribuciones y últimas investigaciones sobre el tema.

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