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Datos principales


Rango

Mesoamérica

Desarrollo


La decadencia de Cuicuilco y de otros asentamientos al sur de la cuenca sirvió para que las poblaciones emigraran hacia el noreste y se concentraran en Teotihuacan. La afluencia y el control de la población permitió erigir las Pirámides del Sol y de la Luna antes del 100 d.C. Gran parte de esta población se dedicó, no obstante, a las tareas agrícolas. Sin embargo, también fundamentaron la evolución urbana en la explotación de las canteras de obsidiana gris que existían en el propio valle de Teotihuacan y de la obsidiana verde del Cerro de las Navajas en Pachuca (Hidalgo). Durante la fase Tzacualli (1-150 d.C.) surgió un patrón de construcción de tres templos dispuestos en torno a una plaza rectangular, de los cuales el más alto fue el del centro. Más de veintitrés complejos de tres templos se erigieron, la mayoría de ellos, en torno a la Calzada de los Muertos y en el noroeste del asentamiento. La contemporaneidad de estos complejos parece indicar la dimensión política del sitio en esta fase. Millon supone que la orientación de la ciudad tiene un significado astronómico, sugiriendo que fue creada como un modelo cósmico, el ombligo del mundo. Para sacralizar aún más su función, la Pirámide del Sol fue construida sobre una cueva natural que adquirió un carácter sagrado, y estuvo emparentada con los mitos de la creación de la Humanidad. En Miccaotli (150-200 d.C.) la orientación del centro cambió hacia el sur con la construcción de la Avenida Este-Oeste, donde se levantó la Ciudadela que contenía uno de los templos más carismáticos dedicado a la Serpiente Emplumada; el edificio estaba decorado con serpientes emplumadas y escenas acuáticas.

Junto a él se colocaron dos amplios conjuntos de apartamentos en los que pudieron vivir los dirigentes de la ciudad. Enfrentado a la Ciudadela, en el sector oeste, se construyó el Gran Conjunto que pudo funcionar como un mercado regional. Esta nueva concepción del sitio es radicalmente diferente de la anterior, sugiriendo un profundo cambio político, donde el templo y la residencia de los dirigentes y el centro mercantil se sitúan juntos, muy centralizados. Se inicia la decoración de talud-tablero, que poco a poco cubrirá de manera uniforme todos los edificios y se convertirá en uno de los rasgos más sobresalientes de Teotihuacan. Las fases Tlamimilolpa (200-400 d.C.) y Xolalpan (400-650 d. C.) fueron típicas de alta centralización y carácter corporado. En parte, esto estuvo relacionado con el desmesurado aumento poblacional, que llegó a alcanzar más de 150.000 habitantes. Algunos antiguos complejos de tres templos vuelvieron a ponerse de moda y se inició un gran programa constructivo de conjuntos de apartamentos, renovándose la importancia de la Calzada de los Muertos. Los conjuntos de apartamentos son edificios multifamiliares, muchos de los cuales fueron construidos según medidas standarizadas de 60 por 60 m., y llegaron a ser cerca de 2.000. Son construcciones rodeadas de altas paredes y con una sola puerta de entrada. Comprenden habitaciones orientadas a uno o varios patios con áreas de vida, de actividades artesanales y de ritual, en cuyo centro suele haber un pequeño altar con talud tablero.

El plano general de los conjuntos recuerda al de la Ciudadela. Las habitaciones porticadas son oscuras y sin ventanas, y sirvieron como cocina, almacén y para el descanso personal. Muy a menudo se colocó un importante enterramiento en el centro o debajo del altar del patio principal del conjunto, el cual guardaba los restos del antepasado fundador del grupo familiar de cada conjunto. En cada edificio multifamiliar vivieron entre 60 y 100 personas, organizadas como unidades corporadas de familias emparentadas con una función, especialización e ideología religiosa similar. El tamaño y status de los conjuntos varió interna y externamente, de modo que la localización, extensión, materiales de construcción, decoración y restos internos de cultura material, evidencian la existencia de muchos estratos sociales. A un nivel superior, estos conjuntos se organizaron en barrios o distritos, dirigidos desde edificios más importantes de integración social, económica y religiosa. De esta manera, el Estado teotihuacano pudo controlar con relativa facilidad una población tan heterogénea; pues cada sector de unidades corporadas pudo ser aislado de los demás en momentos de dificultades sociales y políticas.

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